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miércoles,
19 de
julio de
2006 |
La ciudad es pionera en una red de investigación en donación de órganos
Clarisa Ercolano / La Capital
Rosario se convertirá en la primera ciudad del país que creará una Red Internacional e Interdisciplinaria de Investigación sobre Donación y Trasplante de Organos. Filósofos, antropólogos, psicólogos y médicos trabajarán de manera conjunta para abordar la problemática y rediseñar las estrategias destinadas a la toma de conciencia sobre la posibilidad de convertirse en donante. "Si bien el trasplante es un tema médico, se necesitan donantes, y esto tiene que ver con la cultura, la historia y la subjetividad de quienes tienen que tomar la decisión", explica María Alejandra Rigalli, vocera del Centro Unico de Donación, Ablación e Implante de Organos (Cudaio). "Como las dificultades para conseguir donantes son grandes, es fundamental abordar el tema desde el punto de vista interdisciplinario", agrega Rigalli.
Carina Basualdo es psicoanalista, antropóloga, y creadora de esta red de estudios. Un financiamiento del Ministerio de Educación (Programa Raíces) le dio la posibilidad de iniciar el proyecto y convocar a estudiosos de las ciencias sociales. "Verdaderamente necesitamos esta mirada, no lo hacemos porque la palabra esté de moda", señala y dice que su intención es invitar a juristas que se sumen a la red. Actualmente, ya está creado un sitio de internet y se organizó una jornada inaugural que tendrá lugar en Rosario el 12 de agosto.
Marité Colovini, psicoanalista y coordinadora de uno de los grupos de estudio, no duda en afirmar que la donación es un problema social. "No se puede donar a nadie, no es un tema individual e instala en sí mismo la cuestión social. Que hasta este momento no se lo haya estudiado no quiere decir que no sea así".
La idea preponderante es abordar la temática en todas sus aristas; remarcar el hecho de que involucra necesariamente a más de una persona y tomar a la salud como algo que trasciende lo biológico. "La vida y la muerte del ser humano no se pueden reducir a parámetros biológicos, esto se inscribe en un cambio de paradigmas que aborda el estudio de la salud en una dimensión que excede la biología y llega al campo social", refiere la psicoanalista.
La cuestión social hasta ahora se restringe a la relación que el médico establece con la familia del paciente al momento de decidir o no una donación. Basualdo explica que la red no sólo apunta a eso, sino que busca también el abordaje del paciente trasplantado y la participación comunitaria. "Ahora se abre el juego a otras disciplinas y el roce de ideas dará lugar a un orden y a nuevas soluciones desde un punto de vista crítico".
Al momento de nombrar a los problemas actuales en materia de trasplantes, Rigalli enumera: no hay donantes, hay desinformación y barreras culturales, y las leyes no son claras. "No se consiguen órganos porque hace falta un cambio cultural respecto de la muerte. No se habla del tema y la gente no quiere donar", indica. Por una parte, está la temática cultural; el tratamiento del cadáver ocupa un lugar importante para el entorno familiar; la gente dice no lo toques, lo quiero entero, y eso hay que respetarlo", dice la vocera del Cudaio, para agregar que si bien antes la gente velaba a sus familiares en la casa durante varios días y hoy hay empresas que se encargan de todo en 24 horas, aún no se ve a la muerte como algo natural.
La otra punta de lanza es la desconfianza. "Como argentinos hay desconfianza del poder y las instituciones, la gente piensa en el robo de órganos y en que lo van a abrir para vender los órganos. Cuando se muere un hijo pesa lo cultural, porque la familia piensa que les están profanando el cuerpo". Otro temor recurrente es que la persona caiga en manos dudosas y quede lejos de la protección familiar.
Respecto de la legislación vigente, hay más dudas que certezas. Si bien la ley obliga al médico a avisar al Cudaio cuando hay posibilidad de ablación, el organismo no recibe más de ocho llamados por mes. "Nadie los multa ni los sanciona y sin embargo están incurriendo en mala praxis. Si ellos no avisan no hay posibilidad de hablar con la familia", remarca Rigalli.
"Si la red aporta mejor información, se forman médicos y mejora la cuestión social, pero si siguen sin aparecer los aportes económicos del Estado, quién va a trabajar en esto", inquirió.
¿Qué nivel de subjetividad toca la pregunta de si alguien quiere o no donar sus órganos? Esto se pregunta Basualdo, quien responsabiliza al texto de la ley de trasplantes de no abordar estas cuestiones. "Surgen las nociones de dador y receptor, y cuando habla de ablación, refiere a la autorización de la persona a donar o no, no se habla de acto de dar. Hay una noción que tiene que ver con una lógica economicista, por eso se retorna al fantasma del robo, porque la ley en su letra dice da aquel que da gratuitamente y además puntualiza que el Estado es responsable de generar conciencia en los ciudadanos", apunta la antropóloga. "Se habla de solidaridad, se toca lo religioso y esto provoca un sentimiento de culpabilidad y a la vez, de resistencia", agrega Basualdo. El discurso jurídico-médico-técnico no contabiliza estas cuestiones, que según este grupo de expertos, favorecerían la voluntad de donar.
Por su parte, Rigalli apunta que la nueva ley carece de precisiones y parece decir que el que no lo aclaró en vida, es donante. "Esto es complicado desde el punto de vista jurídico, porque se desconoce a cada quien su capacidad de decidir" y explica que si bien la ley prevé que si la persona no manifestó su voluntad, se le pide testimonio a la familia, "sigue siendo confusa".
Desde el Cudaio reclaman un estudio profundo del texto legal, al tiempo que se reconfortan cuando observan que se incrementaron en un 35 por ciento las constancias de donación luego de que se instaló la ley del donante presunto.
"Este cuerpo es mío, mío, mío"
Colovini introduce en el eje de la discusión el concepto de la propiedad privada. "Desde el punto de vista de este cuerpo es mío, se pone en juego el concepto de la propiedad privada; o los cuerpos son del Estado o bien son privados e inviolables y en eso vamos a estar en tanto la cuestión subjetiva no ingrese a formar parte de la forma de pensar este problema".
Sin lineamientos claros, las respuestas surgen casi siempre de la peor manera: "se responde con la fantasía del robo o de la propiedad", dice Colovini.
Para disipar dudas, Rigalli advierte que "ningún receptor con dinero en la mano compra un órgano trucho. Es más barato y menos riesgoso viajar a otro país que arriesgarse a recibir un órgano incompatible o enfermo, ya que al estar inmunosuprimido, si ingresa un órgano que por ejemplo tenga hepatitis, la persona muere en el acto".
Respecto del temor de la extracción de los órganos mientras la persona aún vive, desde el Cudaio aclaran: "la persona tiene un diagnóstico de muerte, su cerebro está muerto y ya no respira, lo hace asistido con un respirador, sólo su corazón bombea sangre, porque como es un músculo, mientras permanezca oxigenado, funciona, pero esto no es un coma ni un estado vegetativo, es un proceso de muerte que ya empezó y no se detiene".
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Fotos
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Basualdo, Colovini y Rigalli aguardan expectantes el inicio de las jornadas de estudio.
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