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miércoles,
19 de
julio de
2006 |
EDITORIAL
Preocupante cantidad de accidentes
Los accidentes de tránsito siguen siendo un grave problema pendiente de resolución en el país. El número de víctimas fatales es preocupante y lo cierto es que el Estado no adopta resoluciones contundentes a los efectos de evitar permanentes tragedias. El hecho ocurrido hace pocas horas en el norte santafesino, en el que perdieron la vida 10 personas y resultaron heridas cuarenta, pone sobre el tapete un tema preocupante.
La última estadística oficial dada a conocer por el Ministerio de Justicia de la Nación marca que en el año 2004 se produjeron en el país 3.505 homicidios culposos como consecuencia de accidentes de tránsito, lo que literalmente significa que murieron 3.505 personas. Las tres provincias argentinas que mayor cantidad de sucesos trágicos registraron ese año son Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. En esta provincia, puntualmente, se produjeron 362 casos de homicidios culposos como consecuencia de accidentes con vehículos, pero si se hace una proyección simple en virtud de otros casos en los que no hubo imputados, se concluye en que más de una persona murió diariamente en las calles y rutas santafesinas. Nada indica, por el contrario, que estas estadísticas hayan descendido.
A la hora de reflexionar sobre las causas de tantas tragedias sucedidas con vehículos, muchas son las conclusiones a las que se arriban. Entre tales, impericia, maniobras inadecuadas, partes mecánicas de los vehículos en mal estado, mala condición de las rutas, exceso de velocidad y desfavorables condiciones climáticas, entre otras razones. Precisamente, el accidente sucedido anteayer en el norte de Santa Fe fue como consecuencia de la neblina espesa existente en ese momento.
Sin embargo, bien puede decirse que estas no son causas primeras o determinantes para que se produzcan los percances. El origen verdadero de sucesos que conmocionan a la opinión pública es la falta de responsabilidad, de previsión y de cumplimiento de normas por parte de aquellos actores que giran en torno del tránsito vehicular. En este sentido, cabe señalar que las responsabilidades son compartidas entre conductores, empresarios y el Estado. Con frecuencia las partidas y llegadas no se suceden desde la terminales autorizadas, no existen seguros o están vencidos y los vehículos contratados carecen de las pruebas técnicas requeridas. Ello sin contar que en ocasiones los conductores desarrollan sus tareas sin horas de descanso necesarias.
En el hecho reciente, por ejemplo, si los colectivos involucrados en el accidente hubieran detenido la marcha o no hubieran partido por causa de la neblina, hoy no habría víctimas que lamentar. Pero aun cuando a lo largo y ancho del país arrecian los episodios desafortunados en el que el transporte es protagonista —y que se suceden como consecuencia de actitudes reñidas con la más elemental presencia del sentido común— nada se hace para morigerar la problemática. Es menester, pues, adoptar medidas firmes para evitar tantas tragedias.
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