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 miércoles, 19 de julio de 2006  
Viajeros del tiempo

Torneo de ping-pong. Bajo la iniciativa del club Atlético del Rosario se proyecta con verdadero entusiasmo la organización de un torneo de ping-pong, interesantísimo y divertido juego que ha sido puesto de moda en Buenos Aires entre los residentes británicos de aquella capital donde en el Prince George´s Hall ha alcanzado un singular éxito, pues más de 50 distinguidas damas tomaron parte en él. Pues bien, el ping-pong, llamado también Lawn-tennis de salón, se jugará aquí en el salón del colegio San Bartolomé, y a juzgar por el inusitado interés que ha despertado no dudamos que dará lugar a una reunión brillantísima a la que concurrirán familias escogidas de la colectividad británica y anglo-rosarina.

Celestina. El alto mundo parisiense acaba de ser conmovido por la condesa de Blangay, quien invitó a una comida a 20 señoritas con exclusión de sus padres y tutores, y a otros tantos caballeros designados cada uno por cada una de las invitadas. Los círculos sociales apegados a costumbres añejas criticaron la actitud de la condesa y de las señoritas por juzgarse inconveniente y porque equivale a levantar bandera de radicalismo social.

El país no necesita de más hermandades religiosas. Antes de que el doctor Lacasa, diputado por Buenos AIres, presentara su proyecto autorizando al ejecutivo para tomar medidas conducentes a impedir el ingreso a la república de las congregaciones religiosas que Francia expulsa de su territorio, ya la opinión de nuestro país se había pronunciado a ese respecto. No hay quien disienta de la conveniencia de evitar la inmigración de grandes masas de individuos consagrados exclusivamente a lo religioso, porque no es esa la población que necesitamos para dar impulso a los destinos que n os reserva la historia. Nuestra tierra reclama una población productiva, reclama brazos útiles y aptitudes para explotar estas riquezas vírgenes y cuantiosas. Esas hermandades no traerían la semilla de la civilización porque su rol en las sociedades es contrario a l as expansiones del espíritu moderno. Si la Francia las expulsa porque obstruyen el camino de la luz, si en aquella nación pletórica de cultura se procede al desalojo de los conventos considerados como baluartes del oscurantismo, ¿cómo podemos aceptar nosotros, país nuevo y anhelante de progreso, esos lotes representativos del atraso y de la ignorancia? Sería un contraste muy chocante recibir a seis o siete mil personas que viven de los tributos del trabajo ajeno mientras nuestras v astas campañas esperan el brazo que las fecunde. Entendemos que el gobierno debe dar una negativa rotunda a recibir esas congregaciones que actualmente se asilan en Bélgica porque sabe bien que antes que conventos el país necesita fábricas y talleres, y que antes que escuelas del fanatismo religioso necesitamos cátedras de predicadores de las virtudes que enseñan a los hombres a ser miembros de una comunidad que vive de su trabajo y de su inteligencia.

Investigación y realización Guillermo Zinni.

Diario La Capital 1900/1905
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