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martes,
11 de
julio de
2006 |
Tierra de conflictos. Desde el Municipio proponen que los comerciantes informales se muden a otras zonas
La mitad de los vendedores ambulantes carece de habilitación
Calle San Luis es un claro ejemplo: hay cuadras donde conviven hasta 9 puestos, cuando el máximo es 4
Casi la mitad de los vendedores ambulantes que diariamente trabaja en el centro de la ciudad no tiene permiso para hacerlo. La estimación surge de los registros de la Dirección de Habilitación municipal, dependencia encargada de ordenar el comercio informal. De acuerdo a la ordenanza que regula la actividad, en el área delimitada por Pellegrini, Oroño y el río, sólo se pueden habilitar 170 puestos de venta y son más de 300 las personas que se disputan estos espacios. Calle San Luis es un caso emblemático: hay cuadras donde conviven hasta nueve puestos, cuando el máximo permitido es de cuatro. Desde el municipio intentarán que se reubiquen en otras zonas.
Con estos números, no es casual que el microcentro se haya convertido en las últimas semanas en un territorio de conflicto entre vendedores ambulantes e inspectores de la Guardia Urbana Municipal (GUM) y agentes de policía.
El martes pasado la disputa se originó por la correcta ubicación de un puesto en Entre Ríos y San Luis. El viernes, el escenario fue la esquina de Rioja y San Martín, donde el desalojo de un refugiado liberiano terminó en una denuncia por discriminación en la Justicia (ver aparte).
El director del área de Habilitación del municipio, Gustavo Leone, fue claro. "En el centro ya se entregaron 170 permisos, y de éstos, 100 se ubican en la zona comprendida por las calles San Luis y Santa Fe desde España hasta Maipú. El área tiene el cupo completo, así que quienes quieran trabajar deberán recurrir a otras zonas", indicó.
Contrariamente a lo que sucede en la zona central, en otras áreas los permisos que pueden ofrecerse para la venta ambulante superan ampliamente la demanda. "A excepción del centro, en el resto de la ciudad hay disponibles 500 licencias, de las cuales apenas se entregaron unas 100", remarcó el funcionario.
De lunes a jueves, por la tarde, en la Dirección de Habilitación se atienden los trámites relacionados con los puestos de venta ambulante. Por día, unas 20 personas se acercan a la repartición con el fin de conseguir un permiso. "Pero todos quieren trabajar en el mismo lugar: calle San Luis", indicó Leone.
Y si bien desde el municipio se les ofrece otras áreas en los centros comerciales de la zona sur, Echesortu o avenida Alberdi; los comerciantes informales no parecen bien dispuestos a acordar una mudanza. Así, muchos recurren a la ilegalidad: montan igual sus puestos o recorren las calles con su mercadería a cuestas sin estar autorizados para hacerlo.
Una feria de puestos
Con sólo caminar algunas cuadras de calle San Luis el problema se hace evidente. En la vereda par que se extiende entre Sarmiento y Mitre, los puestos están casi uno al lado del otro: apenas se cruza Sarmiento se topa con uno que ofrece artículos de electrónica, después sigue otro de lencería, a continuación desde otra mesita se ofrecen artículos para teléfonos celulares, después hay otro puesto de garrapiñadas, un negocio que sacó en plena calle percheros con camperas y otra mesa donde se pueden comprar pilas, linternas, relojes y juguetes.
En la cuadra siguiente hay tres puestos que ofrecen camisetas de fútbol, más otros de especies, fundas para celulares, bijouterie y artículos de electrónica. Además de otros dos comercios -un quiosco y otro de indumentaria- que montan sus mostradores en plena vereda. Y, en los 100 metros que transcurren de Entre Ríos a Corrientes, frente a plaza Sarmiento, conviven hasta 9 puestos, más vendedores que en forma ambulante ofrecen sahumerios y perfumes.
Aún así, de acuerdo a los límites impuestos por la ordenanza que regula el comercio informal, en la ciudad no podrían existir más de dos puestos por vereda, o sea apenas cuatro por cuadra. Este límite no se estipuló en forma azarosa, sino para que no se dificulte el tránsito peatonal, el acceso a comercios, instituciones o rampas para discapacitados y, sobre las ochavas, para que no se disminuya la visibilidad de los automovilistas.
Sin embargo, en la práctica, el respeto de la norma es casi nulo. Y no son pocos los comerciantes de calle San Luis que, pidiendo no ser identificados por temor a sufrir represalias, se quejan y mucho. "Es un verdadero caos -opinó el dueño de un negocio- nosotros nos preocupamos por mantener nuestros locales y arreglar las vidrieras, pero la gente ni siquiera puede caminar por las veredas".
Otros, en cambio, se muestran más condescendientes. "¡Qué vamos a hacer, la gente tiene que trabajar!", advirtió el encargado de otro comercio y rápidamente agregó: "Lo que no entiendo es por qué todos quieren hacerlo en el mismo lugar".
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Fotos
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Los jóvenes, uno liberiano y otro ghanés, fueron agredidos por la policía.
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