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sábado,
08 de
julio de
2006 |
Yo creo
“La perfecta despedida de un gran divo”
Rodolfo Bella / Escenario
Rosario se quedó con las ganas. Una lesión dejó sin escenario a Julio Bocca y a los rosarinos sin la oportunidad de ver en acción al primer bailarín que planea retirarse el año próximo. Las funciones serán en septiembre y el público tendrá que esperar hasta esa fecha para ver una de las que serán, probablemente, las últimas presentaciones de Bocca en Rosario. El bailarín se retira definitivamente en Buenos Aires con una función al aire libre el 21 de diciembre de 2007. Una despedida digna, feliz y popular. Esta última, una característica que lo identifica. Uno de los más notables bailarines argentinos decidió a los 40 (según muchos la mejor edad para todo, menos evidentemente para bailar) que ya estaba bien de cabriolés, arabescos y piruetas. En sólo 25 años de carrera, Bocca cumplió con una especie de milagro a pequeña escala: quitó almidón al segmento de espectáculos “danza clásica”. ¿Cómo lo hizo?. Quizás haya influido que aceptó bailar en los lugares menos previsibles para esa actividad. Cuando hace unos años se inauguraron parte de las obras del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (Cema, ex Monumento al Pozo, en San Luis y Moreno) Bocca bailó en la calle. Bueno, sobre un escenario, pero ubicado sobre la calle más popular de la ciudad. Allí donde, de día, van a probar suerte las billeteras exhaustas, Bocca bailó tangos gratis, a su manera, y todo el mundo contento. También bailó en el Monumento a la Bandera, con Eleonora Cassano. El día era horrible y frío, pero lo hizo igual. También desembarazó a la danza de corsés apelando al humor, incluyendo entre sus coreografías “El lago encantado”, que mostró en Rosario, nuevamente junto a Eleonora Cassano. Se trata de una parodia basada en el famoso cisne, pero que también se ríe del divismo de algunas estrellas. En una oportunidad Bocca confesó: “A los puristas de la danza les he dado disgustos desde los comienzos de mi carrera”. Y añadió: “Yo no puedo aburrirme en el escenario”, y esa búsqueda también lo llevó a actuar como mimo. Otro problema... Romper reglas y no aburrirse, sin olvidar la disciplina, son claves para alguien que cuando se despidió del American Ballet, donde bailó los últimos veinte años, lo celebró tomando una cerveza en escena. La perfecta despedida sin divismos de un gran divo.
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