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 sábado, 24 de junio de 2006  
Vinos alemanes: el reinado del blanco

Alemania es símbolo de buena cerveza. Los germanos consumen 38 galones por persona anualmente, versus siete de vino (un galón equivale a más de cuatro litros de vinos). A pesar de ello, el país produce esencialmente vinos blancos. Sus viticultores reciben con suerte unos 110 días soleados por vendimia. En ese clima frío y de escaso sol, el problema principal es la madurez de la uva, por ende sus contenidos de azúcar. Por fortuna, en Alemania se permite agregarles azúcar.

Por tratarse de un producto obtenido en condiciones limitantes (como el clima) su graduación alcohólica es baja y se destacan por su fructosidad.

En Alemania se comercializan dos tipos de vinos: los de mesa y los de calidad. Estos segundos son los llamados Qualitäwsein mit Prädikat (QmP, por sus siglas). Un vino alemán que lee QmP en su etiqueta es considerado con distinción y honores.


Tipos y maridajes
El sistema de medir el azúcar por la gravedad clasifica a los vinos alemanes en seis tipos, identificados en las etiquetas. En orden de niveles de QmP, desde los más secos a los más dulces, son:

* Kabinett: liviano, semiseco, producido de uvas con nivel de madurez normal. Va bien con mariscos, carnes frías, terneras, cerdo y platos vegetarianos.

* Spätlese: de un nivel de azúcar más largo, de cuerpo medio, que se produce de los frutos de vendimia tardía. Complace a los platos con salsas cremosas, con cerdo y paté.

* Auslese: levemente dulce, ya que se produce con las uvas más maduras del racimo. Servirlos con postres a base de frutas.

* Beerenauslese: están identificados con la abreviatura BA. Vinos dulces, producto de uvas como pasas. Ricos en sabores. Son caros y no se producen todos los años. Son postres bien recibidos después de las comidas.

* Eiswein: su concentración de azúcares procede de la congelación natural de uvas en la cepa. Se recogen en invierno y se conservan congeladas. Acompaña muy bien los quesos saladísimos.


Cuna de la Riesling
Un 20 por ciento de los vinos alemanes son hechos de la uva Riesling, la variedad de blanco realmente clásica que produce superiores resultados en climas fríos. Madura tardíamente, resiste fríos e incluso las fuertes heladas que dan los mágicos Eiswein (vinos de hielo) producidos al congelarse la uva, con mostos mucho más concentrados y ricos en azúcar.

De la Riesling pueden obtenerse vinos ligeros para ser bebidos jóvenes o dulces, y densos para añejarse en botellas. Suelen evolucionar durante años, dada la alta acidez y la buena estructura y balance que pueden alcanzar. Van desde totalmente secos a dulces, pasando por toda la gama intermedia.

Se cree que la cuna de la Riesling fue la zona alemana del Rheingau. Hubo incluso un momento en el que estaba considerada cuna de uno de los grandes vinos del mundo, y el nombre de la pequeña localidad de Hochheim, donde ahora sólo queda un puñado de casas vinícolas (entre las que se encuentra una de las mejores) fue adoptado como diminutivo Hock, por los ingleses, para referirse a prácticamente cualquier vino seco de Riesling.
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