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 sábado, 24 de junio de 2006  
Cómo es el desarrollo de las actividades científicas en las instituciones de educación superior
El desafío de investigar en la universidad
En la UNR hay más de 500 proyectos docentes de investigación acreditados. Las facultades de Humanidades, Bioquímicas e Ingeniería, a la cabeza

Matías Loja

Por más que parezca una ironía, podría decirse que no sólo granos, carnes y jugadores de fútbol exporta la Argentina. También el producto generado por las universidades son el tesoro preciado de los países del primer mundo, que buscan enfrentar la escasez de mano de obra especializada con los "cerebros" provenientes de otros países, inclusive de la Argentina.

Según datos del Ministerio de Educación de la Nación, cerca del 80 por ciento de las investigaciones científicas que se realizan en el país corren por cuenta del Estado, a través de proyectos que se desarrollan en las universidades o por docentes de las casas de altos estudios del país.

Pero en los últimos años, y sobre todo desde la crisis de diciembre de 2001, muchos investigadores encontraron en Ezeiza el horizonte para realizar su actividad profesional, al punto que el país aún hoy busca generar estrategias eficaces para retener y repatriar a quienes tuvieron que emigrar a otros destinos.

Según los informes de distintos organismos internacionales, como la Unesco, en general se considera que la inversión óptima de un país en investigación científica para lograr un desarrollo sostenido debe alcanzar el 1 por ciento del Producto Bruto interno (PBI), más del doble de lo destinado por Argentina en los últimos años.

De todas maneras, y pese a los obstáculos tanto financieros como de política estratégica, cientos de personas, en su mayoría docentes, realizan actividades de investigación en las universidades públicas del país.

La problemática ambiental, los alimentos transgénicos y las políticas de salud son algunos de los diversos temas de los mas de 500 proyectos de investigación acreditados por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), a cargo de profesores que desarrollan sus labor científica a la par de perfeccionarse y dictar clases.

"La investigación en la universidad es una tarea a pulmón, en la que no sólo hay que dedicarle tiempo a la investigación en sí, sino también a conseguir los fondos necesarios para realizarlas", comenta Silvia Robin, vicedecana de la Facultad de Ciencia Política de la UNR y responsable del proyecto de investigación referido al papel de los partidos políticos en Rosario desde 2001 en adelante.

"Las dificultades que encuentran los profesores pasan porque la mayoría no tiene dedicación exclusiva o semiexclusiva, y al ser simples deben dar clases en varias materias y eso en definitiva se convierte en un obstáculo, porque con un sueldo pequeño muchos se ven necesitados de trabajar de otras cosas y no queda tiempo para investigar", apunta Robin, quien agrega que esta actividad que se realiza además de la docencia "es un oficio". "La investigación se aprende con muchas horas de dedicación, acumulando conocimientos, y dedicándole, además de dinero, tiempo, sobre todo en aquellas investigaciones empíricas que requieren trabajos de campo y encuestas", ejemplifica Robin.

Asimismo, la vicedecana de Ciencia Política apunta que en la UNR otra de las dificultades que se encuentran es la ausencia de un financiamiento sostenido para el sector, y remarca que conseguir fondos es aún más dificultoso para los proyectos provenientes de las ciencias sociales.


La investigación en cifras
Según explica Cristina Vidal, secretaria de Ciencia y Técnica de la UNR, el proceso de acreditación de proyectos de este año requieren previamente la evaluación por pares externos universidad, etapa que culminará para mediados de Julio.

El año pasado, la UNR había acreditado 522 proyectos de sus profesores, tanto de las 12 facultades como del Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI), a los que podría agregárseles las 194 líneas de investigación llevadas adelante por los docentes que forman parte de la carrera de investigador científico a través del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (Ciunr).

En cuanto a estos proyectos acreditados por la UNR, algunos de ellos financiados tanto por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt) y otros por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), la mayoría pertenecen a las Facultades de Humanidades (81), Bioquímicas (77) e Ingeniería (67), a diferencia de los 25 proyectos radicados en Derecho y los 23 de Veterinarias.

De todas maneras, Vidal remarca que el salto cuantitativo más notorio de los últimos años se dio entre 1994 y 1996, que pasaron de ser 157 a 423 los proyectos de docentes-investigadores. Luego este crecimiento llegó a los 514 en 2000, cifra que, con pequeñas variaciones, se mantuvo a lo largo del último lustro.

Al respecto, cabe destacar que en el año 94 el Ministerio de Educación de la Nación implementó el Programa de Incentivo a los Docentes Investigadores con el objetivo de promover la actividad entre los educadores universitarios.

Este programa recibió en su momento, y aún hoy, numerosas críticas referidas tanto a que profundizó la lógica de la producción casi en serie de artículos y papers por sobre los estudios en profundidad, como a que en realidad representaba más un sobresueldo o ingreso extra a la docencia que un incentivo a la investigación. No obstante, y pese a este rechazo, cerca de 20 mil docentes argentinos se incorporaron de inmediato a esta nueva línea de financiamiento.

En cuanto a la cantidad de docentes de la UNR incorporados en la actualidad al régimen de incentivos del ministerio, el 33,7 por ciento de los profesores de la casa de altos estudios local están categorizados en este programa.

A la cabeza marchan los docentes de Bioquímicas, con un 14,3 por ciento del total de su planta de profesores que reciben este incentivo, seguidos por los de Humanidades (13,4) y Medicina (11,5). En el otro extremo se encuentran las Facultades de Veterinarias y Derecho, con 4,1 y 5,2 respectivamente.

Por su parte, y en cuanto a la incidencia de las dedicaciones en la labor investigativa de los docentes universitarios, Cristina Vidal explica que cuando las dedicaciones son en su mayoría simples (10 horas semanales de trabajo), la participación de los docentes en proyectos de investigación es menor al 20 por ciento, como es el caso de Derecho, con un 89 por ciento de docentes simples (pocos de ellos investigadores, vinculado sobre todo al perfil profesionalista de la carrera); mientras que a mayor promedio de dedicaciones exclusivas y semiexclusivas, es mayor la participación de docentes en este tipo de actividades, como en Arquitectura, donde más del 50 por ciento de sus docentes (8 de cada 10 docentes exclusivos o semiexclusivos), trabajan en proyectos de científicos.

Pero también la Facultad Regional Rosario de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) tiene una gran cantidad de sus profesores que, a la par de las funciones de docencia, realizan también actividades de investigación.

Consultado al respecto, el encargado del área de Ciencia y Técnica de la UTN local, José Luis Albano, destaca que alrededor de un centenar de docentes de la casa (el 20 por ciento del total de la planta), está inscriptos dentro del programa de incentivos del Ministerio de Educación Nacional, mientras que 10 investigadores están relacionados con proyectos del Conicet.

En cuanto a las líneas de investigación de desarrollo y transferencia que abordan en sus trabajos, Albano destaca las didácticas y tecnologías especiales para personas con capacidades diferentes, tecnología en alimentos, procesos de la industria química, y el estudio de energías alternativas, entre otras.

En los últimos años, la Secretaría de Políticas Universitarias colocó entre los temas de su agenda de discusión la problemática de la investigación en la universidades y la necesidad incluso de duplicar la cantidad de docentes con dedicación exclusiva en las facultades, señales que permiten esbozan la pretensión de fortalecer la actividad científica de la universidad. Más allá de los resultados obtenidos hasta ahora, es una acción necesaria no sólo para jerarquizar la docencia de la enseñanza superior, sino además para ponerle fin a la hemorragia de investigadores que emigran del país. Inversión que en definitiva se pierde por décadas de ausencia de una estrategia política hacia el sector.
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Cerca del 80 por ciento de las investigaciones que se realizan en el país corren por cuenta del Estado.

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