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sábado,
17 de
junio de
2006 |
El bautismo de Messi
Debutó a lo grande en un día de éxtasis
Ocho días antes de cumplir 19 años, Lionel Messi, un elegido de los dioses del fútbol, cumplió el sueño que había acunado en la zona sur de Rosario: debutar en un Mundial, jugar bien y marcar un gol. Nada menos.
“Siempre uno sueña con hacer las cosas bien, marcar un gol y más en un Mundial. Ver la alegría de toda esta gente me hace muy feliz. Y cuando uno sueña, sueña en grande”, reveló ayer Messi en los vestuarios del estadio de Gelsenkirchen, con la satisfacción pintada en el rostro.
Gelsenkirchen fue el lugar, y la hora señalada, las 16.30 de Alemania. Entonces fue cuando el entrenador José Pekerman dispuso que el delantero del Barcelona, con el número 19 en la espalda, saltara al campo de juego en lugar de otro rosarino, Maximiliano Rodríguez, para disputar los últimos 15 minutos del partido que Argentina ganaba, en ese pasaje, 3-0 a Serbia y Montenegro.
Los hinchas estallaron en una ovación, porque había llegado el momento esperado. Y a Messi le bastó ese cuarto de hora para dejar sentado por qué la prensa de todo el mundo se puso tan impaciente como él por saber cuándo tendría su bautismo mundialista.
La Pulga picó dos veces en Gelsenkirchen: primero desbordó por derecha y metió un centro rasante para que Hernán Crespo convirtiera el cuarto gol, y diez minutos después puso quinta velocidad, volvió a arrastrar a su marcador y coronó el 6-0 con un derechazo bajo al primer palo de su víctima, el arquero montenegrino Dragoslav Jevric.
Con Diego Maradona enloqueciendo de alegría en el palco del estadio, Messi definió con la Mano de Dios, el nombre de los botines que la firma Adidas diseñó especialmente para él. Entonces, misión cumplida.
“Algunos dijeron que estaba molesto por no jugar, que estaba ansioso. Cuando uno está en el banco quiere jugar y a cualquiera le duele no entrar. Y si no que le pregunten a mis compañeros que estaban en el banco también. Uno siempre quiere jugar, pero no tanto como para decir que estaba mal con el grupo o que me llevaba mal con todos, cosas que son mentiras”, aclaró Messi minutos después de su primer grito mundialista.
“En los minutos que estuvo en el campo mostró que es capaz de hacer muy buenas cosas”, apuntó Pekerman, que tiene el feliz dilema de elegir cuándo y cómo poner en la cancha a la joya que tiene sentada en el banco. Un problema que a los restantes seleccionadores les encantaría tener.
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