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 domingo, 11 de junio de 2006  
Sangría sin fin. Entre 30 y 50 personas mueren por día en la capital de Irak
Matanzas sectarias provocan el éxodo forzado de miles de iraquíes
La "limpieza étnica" en el área de Bagdad se aceleró desde la destrucción de un santuario shiíta en febrero

Alastair MacDonald y Omar Al-Ibadi

Bagdad. - A veces es algo que les dice un vecino al oído, tal vez una nota amenazadora en la puerta, una siniestra llamada telefónica o sólo una vaga y escalofriante sensación de terror. Pero puede que sean hombres armados tomando el control de la calle y masacrando amigos y familiares delante de sus ojos. Esa es la realidad que están viviendo muchos iraquíes y que ha hecho que un número creciente de ellos tomen a sus hijos y huyan de sus casas en medio de la noche.

Al enumerar el ítem "detener las deportaciones" entre las prioridades para su nuevo gobierno de unidad nacional, el primer ministro Nuri al-Maliki ha reconocido la aparición de un problema vinculado a la "limpieza étnica". Pero pocos esperan una solución rápida.

"Salí de mi casa y encontré que había un pedazo de papel en mi parabrisas", relató Abbas Mohammed, un conductor de ómnibus de 28 años, recordando el momento en que se enteró que, como shiíta, ya no estaba a salvo en el bastión de rebeldes sunitas de Amriya, en Bagdad. "Decía: «Andate dentro de 72 horas o conocerás nuestras venganza». Nos fuimos al otro día y ahora vivimos con mi tía", agregó. "Es difícil perder tus recuerdos, tus amigos. Pero el gobierno es incapaz de hacerme volver a casa a salvo".

Los funcionarios dicen que sólo en Bagdad mueren a diario entre 30 y 50 personas a causa de la violencia sectaria, a menudo secuestradas y torturadas, desde el bombardeo del santuario shiíta de Samarra en febrero, un episodio que marcó un salto cualitativo en una violencia que ya era brutal.

"Nos fuimos de casa cuando les dispararon a dos de nuestros vecinos sunitas", contó Ahmed Salam Abdullah, un funcionario del Estado de 35 años, que abandonó la vivienda que posee en una de las zonas de transición entre sunitas y shiítas de la capital. Ahora se ha unido al creciente ejército de personas itinerantes sin hogar en Bagdad, incapaces de pagar alquileres en otras partes y que se mudan semana a semana de la casa de un pariente a la de otro. "El gobierno no puede defenderse, de modo que no puede protegernos. Así que yo no puedo ir a casa", añadió.

Los funcionarios han registrado 100.000 personas como "desplazadas" en los tres meses posteriores al bombardeo de Samarra. Pero muchos más permanecen fuera de los cálculos, buscando silenciosamente refugio con familiares o yéndose al exterior.

Una visita de media noche de la policía secreta era la gran preocupación en "la República del Miedo" bajo Saddam Hussein. Ahora los iraquíes temen despertar para encontrar escrito "Váyanse o morirán" en una nota junto a la puerta o pintarrajeado sobre la pared.

Algunos dicen que sus amigos en la comunidad mayoritaria local les han avisado de las amenazas. Otros se enfrentan a despertares más brutales. Ali Mahmoud, de 27 años, es uno de los miles que viven de la ayuda estatal y religiosa en un campamento en la ciudad shiíta de Najaf, después de haber huido de Latifiya, una ciudad religiosamente mixta al sur de Bagdad. "Después de que el santuario sagrado fue bombardeado, nuestros vecinos nos amenazaron y dijeron que nos matarían a todos", relató. "Nos quedamos en nuestro lugar. Pero luego unos 100 hombres armados rodearon nuestras casas y abrieron fuego. Dos de mis hermanos y cuatro primos fueron asesinados", agregó. Los sobrevivientes ahora viven en base a la ayuda de la Luna Roja y de los seguidores del clérigo shiíta y líder miliciano Moqtada al-Sadr.

Muchos de los iraquíes más pudientes han huido del país, también porque cualquiera que tiene dinero es un blanco para las bandas de secuestradores. Un funcionario de pasaportes de una parte elegante de Bagdad dijo que las solicitudes se habían cuadruplicado este año.

Todos están en riesgo, sunitas, shiítas, kurdos o lo que sea, a medida que hombres armados con planes sectarios o étnicos buscan "limpiar" barrios de aquellos que ven como foráneos. El resultado es un veneno de resentimientos que se disemina, especialmente en Bagdad. Algunos temen que el río Tigris, entre el este principalmente shiíta y el oeste sunita de Bagdad, se convierta en una primera línea, como la "Línea Verde" de Beirut en los 80, si Maliki no puede detener las matanzas sectarias. (Reuters)
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Los coches bomba estallan cotidianamente en la ciudad.

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