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 domingo, 11 de junio de 2006  
Exceso. Un mal social que se acrecienta por el mayor acceso a la tecnología y las formas electrónicas de diversión
Los videojuegos pueden volver solitarios y enfermos a los niños
Es muy difícil saber cuándo la pantalla se convierte en una adicción generada por problemas familiares

No se interesan por las diversiones, no tienen tiempo para los amigos, carecen de apetito para comer: inquietos por este comportamiento de sus hijos, los padres de familia pueden llegar a descubrir que, tras estos síntomas, el culpable son los videojuegos, no las drogas.

La consola de juegos y el televisor pueden convertirse en adicción, y con muy negativas consecuencias para los niños: "Baja el rendimiento escolar, dejan de interesarse por tomar contacto con otras personas, no se interesan por nada", dice Peter Grosch, director general de un grupo de ayuda a la adicción, de la Iglesia Evangélica alemana en Mecklenburg. Puesto que raramente salen y se mueven, estos niños suelen sufrir con frecuencia de obesidad.

En general es difícil discernir cuándo los videojuegos se convierten en un problema. Si con el tiempo los niños no hacen otra cosa, entonces es claro que se trata de una adicción, dice Grosch.

No obstante, es difícil ver una definición clara en cuestiones tales como cuántas horas de juego se convierten en peligro.

"Es importante que los padres se den cuenta de los cambios en el comportamiento de sus hijos", sostiene el psicólogo Juergen Detering. Si el niño deja de hacer sus tareas como de costumbre o comienza a alejarse de sus amigos, hay ya razón para alarmarse.

Un estudio hecho recientemente por el hospital Charité de Berlín reveló hasta qué punto las computadoras están presentes en la vida de los niños. La encuesta, realizada entre niños de entre once y doce años, demostró que el 80 por ciento poseía su computadora propia. Casi el 70 por ciento de los chicos y el 44 por ciento de las chicas tenían una videoconsola de juegos. El nueve por ciento revelaba claras indicaciones de que estaban pasando ante la pantalla más tiempo del que debieran. Los propios niños se daban cuenta de que ocupaban demasiado tiempo ante la computadora y que esto les estaba afectando sus relaciones con sus amigos y su familia.


Una cuestión de estímulos
El sólo hecho de que un niño disfrute jugando en el ordenador no es causa de alarma. "La fascinación con los juegos está relacionada con nuestros reflejos", explica Detering. Los humanos estamos biológicamente programados para seguir estímulos. "Cuando te sientas frente a la pantalla de la computadora tienes la sensación de estar involucrado directamente en algo. Se producen de esta forma más fácilmente experiencias exitosas que en la vida real".

Pero esto involucra también peligro. "Esta satisfacción puede hacer que los niños se interesen menos por los desafíos diarios de la vida real", apunta el psicólogo. Las amistades, las aficiones y los deberes implican todos un esfuerzo, añade Grosch.

A juicio de Martin Zobel, psicoterapeuta de la ciudad de Koblenz, esta nueva forma de adicción al juego suele ser a menudo resultado de problemas familiares: "No hay niño con un alto consumo de computación sin una razón para ello", dice.

Especialmente en peligro se hallan los niños que se sienten descuidados o cuyos padres están separados, y que carecen de suficiente estímulo o compañía en casa.

"Muchos padres son malos ejemplos a imitar, puesto que ellos mismos pasan mucho tiempo frente a la computadora o el televisor". Los padres se alegran de cuando los niños al menos están en casa, dice Grosch. "Aparte de esto, no les importa demasiado qué están haciendo los niños en sus cuartos". (DPA)
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