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domingo,
11 de
junio de
2006 |
Una vida entre la quinta,
el gallinero y la Biblia
Pasillos estrechos. Arquitecturas a contrapelo de planos y medidas, hechas con lo que hubiera a mano. En uno de los patios con gallinero y quinta vivía Pocho. Más alma que recursos. Guisos después de las reuniones, talleres de Biblia y la alegría a porfía para sostener los sueños que nacían de los encuentros donde se llegaba a hilvanar causas y efectos, para entender y mirar con ojos nuevos.
La fuerza y la reflexión de Pocho fueron una bisagra para estos chicos, que lo tuvieron al lado en sus años tempranos. Por eso sienten que su muerte truncó más cosas de las que se ven. "Si uno hubiera estado en el momento en que le pasó esa desgracia, uno se hubiera puesto en el medio para que le pegaran el tiro en la garganta", dice Milton. Y añade: "Eso justamente es lo que Pocho nos había enseñado, estar con el de al lado". Y aquella noche, a pesar de que se habían enterado de su muerte, los pibes fueron a esperarlo a su casa, como hacían siempre. Por un tiempo el dolor los adormeció, después decidieron que era hora de volver a la casa de la calle Gorriti.
Pocho Lepratti fue una de las víctimas del llamado Diciembre Negro cuando en la provincia de Santa Fe murieron nueve personas por la represión policial en medio de fuertes protestas sociales. Siete de las víctimas murieron por balas, entre ellos, este militante social, que se encontraba en el techo de una escuela de Las Flores, donde trabajaba.
Pocho y su opción por los más débiles devino en el símbolo de Pochormiga. El año pasado el Concejo entregó videos sobre su vida a 250 escuelas públicas con la convicción de que es necesario estudiar los sucesos del pasado reciente. Con la consigna un mundo donde quepan todos los mundos, el video lleva la música de Gieco, El Angel de la Bicicleta.
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