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sábado,
03 de
junio de
2006 |
La destacada de la semana
La "fiestita" en el geriátrico (IV)
Las últimas noticias referidas al festejo realizado en un geriátrico provincial de nuestra ciudad mueven, sin duda, a múltiples reflexiones. Pero, a nuestro entender, la cuestión más importante se vincula a la forma en que transcurrre la vida cotidiana en estas instituciones. Los hechos relatados son sólo disparadores de una problemática mucho más profunda y compleja: la falta de respeto por el carácter institucional de todo geriátrico y por los derechos humanos más básicos de sus residentes. En la actualidad los geriátricos constituyen alternativas válidas para aquellos ancianos que no pueden o no quieren vivir ya en sus propias casas. Los geriátricos son, pues, "viviendas", verdaderas residencias en las cuales los ancianos viven y fijan sus domicilios. Todo aquel que presta sus servicios en este marco debe entonces considerarlos como lo que son: "las nuevas casas", por adopción, de los que allí habitan. En el caso que nos ocupa, los protagonistas de esta historia incurrieron, sin duda, en actitudes poco éticas en el cumplimiento de sus funciones. Por otra parte, las denuncias de los residentes nos hacen ver con claridad, cuestiones aún más graves. La mala calidad con la que transcurren sus vidas, en estas, sus casas. Es realmente preocupante escuchar las palabras de los residentes afirmando, por ejemplo, que su ropa se lleva a lavar fuera, y que al regresar la misma es distribuida de cualquier modo, no respetando la propiedad de cada prenda. Esto evidentemente implica una falta total y absoluta de respeto hacia el individuo que vive en un geriátrico, vulnerando sus derechos e incluso casi negándolo como persona al no respetarle su intimidad, privándolo del derecho a utilizar su propia vestimenta. Tomemos este solo caso como un ejemplo de los muchos otros actos que se realizan contra el anciano y que poco a poco van minando su propia personalidad, convirtiéndolo en apenas un número y una ficha interna. Hechos como los sucedidos no pueden ser tomados a la ligera. Sobre todo porque vulneran el derecho a la vivienda, a la libertad y a la privacidad de quienes son sus verdaderos habitantes: los ancianos residentes.
María Isolina Dabove
Alejandro Palermo Romera
(Centro de Investigaciones en Derecho de la Ancianidad de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario)
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