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miércoles,
31 de
mayo de
2006 |
Una propuesta creativa para ayudar a drogadependientes
La Fundación Esperanza de Vida cumplió 20 años de trabajo en la ciudad
"Pasaron 20 años pero para nosotros la esencia sigue siendo el abrazo, el encuentro". Con estas palabras, Osvaldo Marrochi definió a la Fundación Esperanza de Vida, una entidad civil sin fines de lucro que preside desde hace dos décadas y que tiene como objetivo fundamental ser el brazo solidario preventivo-asistencial para fomentar mejores condiciones de vida en personas drogadependientes.
Actualmente la Fundación cuenta con un equipo de trabajo conformado por psicólogos y médicos. Sin embargo, el corazón del grupo lo forman los operadores, es decir aquellas personas que transmiten sus vivencias una vez recuperadas de las adicciones. Marrochi así lo señaló: "La experiencia de haber estado en una situación de adicción ayuda a ver el trabajo desde otra perspectiva".
Esperanza de Vida busca sustentarse en el amor y los vínculos afectivos. De allí que sus miembros valoren la palabra y la comunicación en sobremanera, así como también la búsqueda del arte a través de la literatura, el cine o el teatro.
Si bien las adicciones no distinguen entre condiciones sociales, la mayoría de los casos que se atienden pertenecen a miembros de clase media y clase media baja. "El deterioro social, político y económico es muy importante, y las políticas respecto de este tema son paupérrimas", reflexionó Sergio Villarroel, presidente de la casa que la Fundación posee en Zeballos 1328.
A pesar de eso, el trabajo sigue y desde una perspectiva distinta se plantean modalidades de tratamientos dinámicos y lo menos dolorosos posibles. Esperanza de Vida a diferencia de otras instituciones no adhiere a tratamientos demasiado disciplinados e intenta generar alternativas. "Compartimos la libertad de las personas desde un lugar responsable y fomentamos lo creativo porque el adicto llega a ser adicto cuando deja de crear", dijo Marrochi.
Maximiliano tiene 29 años y consumió drogas durante 10. A punto de finalizar su tratamiento valoró la importancia de esta entidad en su vida. "Yo no conocía estos lugares, no sabía que había una salida", remarcó. Hoy se encuentra satisfecho por haber cambiado el rumbo, por tener una familia, un trabajo y un estudio. Para él, el acompañamiento que recibió de la Fundación en el día a día fue muy importante y agregó: "Acá encontré lo que me faltaba: cómo estar mejor".
A pesar del reclamo por la necesidad de políticas gubernamentales que puedan complementar su accionar, la gente que trabaja en Esperanza de Vida hizo un balance positivo sobre estos 20 años de gestión.
Miles de personas han pasado por la Fundación y cientos de ellas completaron y finalizaron sus tratamientos. Marrochi concluyó: "Pasan los años y siempre volvemos a los inicios. La esencia está en el mirar, en encontrarse en los ojos del otro y que ese otro se encuentre en tus ojos. Ahí comienza todo".
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Las reuniones sirven para el análisis y el debate entre todos los integrantes.
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