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miércoles,
31 de
mayo de
2006 |
Nueva oleada terrorista en
Bagdad deja 54 muertos
Bagdad. - Una ola de atentados explosivos contra áreas donde viven shiítas, la mayoría religiosa en Irak, dejó ayer un saldo de por lo menos 54 muertos y 120 heridos, en la jornada más sangrienta de las últimas semanas. Por otra parte, las autoridades anunciaron la captura de un importante cabecilla terrorista, mientras que EEUU informó que enviará 1.500 soldados extras a la provincia de Anbar, en el oeste de Irak.
La oficina del primer ministro dijo que el sospechoso de terrorismo Ahmed Hussein Dabash Samir al-Batawi fue capturado el lunes y confesó haber "decapitado a centenares de personas" en Bagdad y en otras partes de Irak.
En el peor atentado, un auto cargado con explosivos estalló en un mercado en una zona shiíta del norte de Bagdad, matando a por lo menos 25 personas e hiriendo a 65, informó el Ministerio del Interior. El ataque ocurrió horas después que un auto repleto de explosivos estalló en un concesionario de vehículos en la ciudad de Hilla, de mayoría shiíta, al sur de Bagdad, matando al menos a 12 personas e hiriendo a otras 32, dijo un oficial de policía.
Otra bomba, colocada dentro de una bolsa plástica, estalló frente a una panadería en Bagdad, matando al menos a nueve personas e hiriendo a 10, informó otro oficial. El lunes, una ola de ataques a balazos y con autos cargados de explosivos mató al menos a tres docenas de personas.
En medio de un deterioro cada vez mayor de la seguridad, el primer ministro Nuri al-Maliki siguió manteniendo reuniones con el propósito de designar nuevos ministros de Defensa y de Interior, más de seis meses después de realizarse las elecciones parlamentarias, y más de una semana después que su gobierno de unidad nacional se juramentó en el cargo.
Líderes de la mayoría religiosa shiíta también dijeron que la embajada de Estados Unidos había invitado a dirigentes de todos los sectores políticos, en un intento de decidir los nombres para los ministerios vacantes.
En otra acción violenta, proyectiles de mortero fueron disparados por control remoto desde un auto abandonado contra el Ministerio del Interior, en el centro de Bagdad. Uno de los proyectiles cayó en el ministerio y mató a dos empleadas e hirió a un policía y a dos porteros. El otro cayó en un parque, hiriendo a dos obreros municipales. En otra parte de Bagdad, una bomba mató a un policía e hirió a otros cuatro. La policía encontró asimismo los cuerpos de tres hombres vendados y esposados, quienes habían sido torturados y asesinados.
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