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miércoles,
31 de
mayo de
2006 |
La vejez y la dignidad
Qué sería de nosotros los ancianos con la mísera jubilación y con el regalito que nos viene adjunto con la vejez: las enfermedades. Gracias que en caso de internación o intervención quirúrgica no hay que pagar nada, de lo contrario muchos morirían por no poder afrontar semejante gasto. Pero nos resulta deprimente vernos por el hall del sanatorio paseándonos para ir a rayos, con suero, despeinados, sin dientes cuando hay postizos, cuando está lleno de gente que saca turno, visitadores médicos y gente que visita a sus familiares. Esto es denigrante, humillante.
Giovvana Nardone
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