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domingo,
28 de
mayo de
2006 |
"Un experimento de un país que terminó"
El escritor Jorge Riestra fue asesor de la Editorial Biblioteca
"A mí me gustaba mucho el proyecto de la Vigil y no quería quedar afuera. Le dije a Rubén (Naranjo): «yo quiero participar, si hace falta alguien en la editorial». Y él me respondió: «Claro que hace falta, ¿querés entrar?» Y así empecé". Así recuerda el escritor Jorge Riestra su incorporación al equipo de la Editorial Biblioteca, en 1971, como asesor literario.
"Qué país tuvimos que pudimos tirar 40 mil ejemplares de un libro como el que hicimos sobre Santa Fe -dice Riestra-. Parece una cosa irreal. Fue un experimento de un país que terminó: nadie más repitió la hazaña de que un libro como ese fuera hecho por gente de la zona".
Riestra recuerda que en la preparación del libro "viajé dos veces para buscar colaboradores: gente de antropología, de historia, periodistas, artistas; y los que colaboraron fueron contratados con la idea clara de qué le pedíamos".
El suceso de ese libro y esa producción inédita para la ciudad hizo que la Editorial Biblioteca concibiera un proyecto más ambicioso. "La idea era hacer el país. Después que salió el libro sobre el Paraná largamos el trabajo para un libro sobre Cuyo y pensamos en otro sobre la Patagonia".
El libro sobre Santa Fe era el modelo. "Estaba la parte física, que tomaba (Rodolfo) Vinacua, y la parte cultural, que seguía yo. Se dividía en compartimentos y se pensaba en quién podía redactar informes sobre las distintas áreas. Se buscaba a la gente, a los especialistas. Rubén (Naranjo) estaba full time en la editorial, viajó varias veces a Mendoza, San Juan y San Luis y había reuniones semanales en las que veíamos cómo avanzaba el proyecto".
Riestra destaca la concepción que animaba a los libros de la colección Imagen: "el plan era el libro hecho por su propia gente, una idea hermosísima, para la cual había que trabajar mucho y que ninguna empresa hubiera estado dispuesta a hacer, por el insumo de tiempo y dinero".
La publicación de "En el aura del sauce", de Juan L. Ortiz es un recuerdo imborrable. "Con Juan L. trabajó Hugo Gola, él hizo de intermediario y consiguió todos los originales y los inéditos. Fue una aventura, porque Juan L. era un poeta de culto, de minorías, muy querido por pequeños grupos pero desconocido en la Capital Federal. Pero fue una hermosa aventura, porque lo rescató del gran silencio y lo puso donde se merecía, entre los grandes poetas argentinos".
Si bien los libros de la editorial participaban de los circuitos comerciales, sus canales de difusión estaban orientados en otro sentido. "Cada libro de la colección Prosistas argentinos tenía una tirada de 5 mil ejemplares, de los cuales 3 mil iban para la venta y los otros 2 mil al canje nacional e internacional con universidades y organismos de cultura. Y con el canje nos llegaban maravillas".
La inflación de 1975, que desarticuló el sistema de rifas que sostenía a la Biblioteca Vigil, paralizó las actividades de la editorial. "Había muchas ideas, muchos planes de colecciones nuevas, mucha gente dispuesta a colaborar. Pero del 75 en adelante se hizo muy difícil todo". Los primeros títulos de la colección Testimonio no llegaron a distribuirse, a la espera de circunstancias políticas que no llegaron. Por el contrario, el golpe de 1976 clausuró de manera brutal la historia de esa gran empresa cultural.
"El libro sobre Cuyo estaba en películas cuando llegó la intervención militar -sigue Riestra-. Recuerdo el armario donde lo guardábamos, bajo llave. Estaban las 840 páginas en formato mayor, listas para ir a imprenta". Pero si de ese libro no quedaron rastros, la editorial quedó como un hito que interroga al presente."Nunca se pensó que iba a tomar ese vuelo. Fue una cuestión vocacional por la cultura. Uno ahí veía el despertar cultural del barrio para la ciudad y para el país".
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Fotos
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Rubén Naranjo, Juan L. Ortíz y Raúl Frutos en la presentación de "En el aura del sauce".
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