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 sábado, 08 de abril de 2006  
"El fracaso escolar en matemática está socialmente aceptado"
La especialista del área Stella Ricotti dice que los tropiezos en la disciplina no son un mal hereditario

Según Stella Ricotti, una especialista en la enseñanza de la matemática, para muchos padres saber o no resolver problemas y cálculos es casi una cuestión hereditaria. Una idea que explican con frases como esta: "Yo no era bueno en matemática, en eso mi hijo sale a mí" Y eso, dice Ricotti, consecuentemente hace "aceptable" que no les vaya tan bien en la materia.

Pero la educadora entiende que de esta forma se cree que "sólo los muy inteligentes son buenos para esta disciplina". Stella Ricotti es profesora de matemática, trabaja en programas de perfeccionamiento docente y también en las olimpíadas, además de autora de diversas publicaciones.

Su libro "Juegos y problemas para construir ideas matemáticas. Interconexiones entre los contenidos curriculares y soluciones para la clase de matemática" (Novedades Educativas) fue reeditado en febrero de este año. En la publicación, la profesora habla de los desafíos que se le plantean a los docentes a partir de las nuevas tendencias en materia de enseñanza.

-Usted señala en este libro que las actuales tendencias en educación matemática se centran en la resolución de problemas y que eso genera nuevas necesidades a los docentes ¿Por ejemplo, cuáles?

-Todo maestro que tenga conciencia de que está formando los ciudadanos del siglo XXI, se enfrenta ante el compromiso de ejercer con libertad y, por qué no, con valentía su profesión. Sin este compromiso, cualquier reforma corre el peligro de quedar sólo en los papeles. Tanto maestros como alumnos deben entender el "por qué" y el "para qué" de lo que se enseña y aprende para llegar al "cómo" y al "cuándo" usarlo. A mi humilde entender, todo maestro debe recuperar la pasión por saber, generar en su ámbito de trabajo y con sus colegas no sólo acuerdos en el abordaje didáctico sino mayor y mejor comprensión de los contenidos. De esta manera se facilita la posibilidad de provocar situaciones que lleven a problemas interesantes, con los pies en la tierra, en un marco preciso de tiempo y espacios social y geográfico. La educación matemática que estos tiempos exige debe tender a fomentar más preguntas, evitar la monotonía, apartarse de los mecanismos y generar más ideas, ofrecer más dinamismo, posibilitar la profundización, apuntar más al conocimiento y menos a la memorización, arribar a la abstracción después de una verdadera experimentación, con menos ejercicios y más "verdaderos problemas".

-¿Por qué sigue siendo tan difícil aprender matemática en la escuela?

-Los factores pueden ser variados y los docentes -me incluyo como primera en la lista- no estamos exentos de responsabilidad. Es probable que estemos demasiado preocupados por cumplir el programa, sin permitirnos el tiempo necesario para la comprensión. Un alumno que no entiende, apela a la memorización o a los mecanismos en el mejor de los casos; la indiferencia, el "esto no es para mí" y el desinterés se van instalando lenta y definitivamente. Es fundamental plantear las cosas de manera que sea el alumno el que piense, haga las relaciones y las exprese; el maestro no debe caer en la tentación de "ahorrar tiempos" y dar él las soluciones; la falta de confianza en las propias posibilidades a menudo conduce al fracaso. Tampoco debemos caer en la suposición de que una respuesta rápida es lo óptimo; toda reflexión lleva tiempo. Las respuestas impulsivas, sin diálogos, alejan de la riqueza que significa compartir o discutir puntos de vista. Muchas veces, el rigor con que son expuestos los temas muestra una matemática acabada, dogmática, sin historia? ¿Por qué no apelar a las curiosidades, los juegos, los trabajos experimentales, la visualización y otras cuestiones que hagan apagar los bostezos y la indiferencia? Debemos estar atentos a las dificultades que frecuentemente tienen los alumnos por limitaciones en la comprensión lectora y en el uso del lenguaje.

-Muchos consideran que el "fracaso" escolar en matemática es un mal hereditario.

-El fracaso escolar en matemática es socialmente aceptado. Es verdad que a veces se generan cuestiones de marcas familiares hereditarias, con resignación: "Yo no era bueno en matemática, en eso mi hijo sale a mí" En contraposición a esta complicidad con el fracaso escolar matemático se supone erróneamente que sólo los muy inteligentes son buenos para esta materia. En muchas disciplinas hay independencia de los temas, en matemática hay un encadenamiento tal de los contenidos que cada paso incluye los anteriores; una deficiencia en un aspecto puede anular logros posteriores. La presión oficial o institucional para "terminar los programas" genera aceleraciones que sólo tranquilizan la conciencia del que enseñó. Haber "dado" determinados contenidos sin permitirse los necesarios recorridos cíclicos hace que no sirva el esfuerzo.
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"Hay que hacer de la clase de matemática un encuentro feliz", dice Ricotti.

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