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sábado,
18 de
febrero de
2006 |
Tragedia. Cientos de casas, una escuela primaria y un centro de salud fueron tragados por el deslizamiento
Un alud de barro sepultó a todo
un pueblo en una isla de Filipinas
Al menos 200 personas murieron y 1.500 están desaparecidas. Hay pocas chances de hallar sobrevivientes
Manila. - Un deslizamiento de tierras, causado al parecer por las fuertes lluvias, sepultó ayer a toda una aldea en el este de Filipinas. Al menos 200 personas murieron y otras 1.500 permanecían desaparecidas, de las cuales el 90 por ciento probablemente ya haya muerto, según informó la Cruz Roja. Cientos de casas, un colegio primario y un centro de salud quedaron enterrados por el barro. Los dificultosos trabajos de rescate debieron ser suspendidos por falta de luz con la caída de la noche, y había escasas esperanzas de encontrar sobrevivientes. Sólo 53 personas fueron rescatadas ayer.
Las intensas lluvias caídas en las islas Visayas en los últimos días, que los meteorólogos filipinos atribuyen al fenómeno climático de La Niña, habrían sido las causantes de la tragedia en la zona, afectada por la deforestación. El pueblo agrícola de Guinsaugon, en la isla de Leyte, a unos 676 kilómetros al sudeste de Manila, literalmente desapareció, y sólo quedaron unos pocos tinglados de acero para mostrar que alguna vez existió allí una población de unas 2.500 personas.
Otras dos poblaciones también resultaron afectadas y cerca de 3.000 evacuados se encontraban en una sala de la municipalidad. "No encontramos personas lesionadas", expresó Ricky Estela, uno de los tripulantes de un helicóptero que llevó hasta el área a un político. "La mayoría (de las personas) está muerta y bajo el barro", aseguró.
Al momento del desastre, 276 alumnos y siete docentes se encontraban en una escuela primaria que fue tragada por el lodo. El colegio estaba dando clases cuando llegó el alud de barro, entre las nueve y las diez de la mañana, mientras también unas 100 personas estaban de visita en el pueblo por un encuentro de un grupo femenino. Además, un centro de salud se encuentra ahora enterrado en el fango.
Las lluvias, las carreteras bloqueadas, el lodo al nivel del pecho, los puentes inundados, las líneas telefónicas cortadas y la falta de equipamiento adecuado dificultaban la tarea de los rescatistas. Los vuelos de ayuda y las excavaciones fueron suspendidos por la noche. "Las tropas se retiraron porque desde la montaña están cayendo grandes rocas", dijo el coronel Raúl Parnacio, quien está a cargo de las operaciones militares de ayuda.
Parnacio, cuyo equipo de rescate fue uno de los primeros en llegar al lugar del desastre, dijo a una emisora de radio de Manila que en el lugar donde antes se encontraba la aldea ahora no hay más que lodo, que en la mayor parte del pueblo alcanzó una altura de seis metros.
"Ya no queda nada"
El rescatista señaló que su equipo aún no ha podido localizar la escuela primaria, donde se teme que se encuentren atrapados muchos niños. Los soldados enviados al lugar de la tragedia comenzaron a cavar con sus manos y algunas palas en las masas de barro para encontrar más sobrevivientes. Restos de tejados de chapa retorcidos y cocoteros partidos sobresalen del pantano rojizo que abarca más de diez hectáreas. "Aquí no hay más que barro acuoso", dijo Parnacio.
"Ya no queda nada de nuestro pueblo. Todo quedó debajo del barro. No queda nadie", dijo un sobreviviente, Eugene Pilo, quien perdió a su familia. "Sonó como si explotara la montaña y todo crujiera", dijo otro sobreviviente, Darío Libatan, a la radio Manila DZMM. "No pude ver ninguna casa en pie".
Otra sobreviviente temía por el destino de sus hijos. "Sentí que la tierra tembló con una fuerte ráfaga de viento. Después sentí el barro en mis pies", dijo Didita Kamarenta a una radio. "Todos los niños, incluyendo a mis dos hijos, están desaparecidos. Pueden haber quedado enterrados", afirmó.
La gobernadora de Leyte del Sur, Rosette Lerias, hizo un desesperado llamado para recibir ayuda adicional: "Necesitamos cuerdas, bolsas de cadáveres, camillas para los sobrevivientes y médicos". Lerias afirmó que es extremadamente difícil tanto el acceso a la zona de la catástrofe como la búsqueda de supervivientes en el lugar. "Cualquiera que pisa el lodo se hunde", explicó. "El pantano tiene varios metros de profundidad, lo que dificulta mucho nuestro trabajo. Nuestros equipamientos de rescate quedan atascados en el lodo o incluso se hunden", relató la gobernadora.
Mientras tanto, la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, ordenó hacer llegar toda la maquinaria necesaria al lugar de la tragedia para facilitar las tareas de rescate. "Estamos movilizando todos los recursos del gobierno", aseguró.
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Fotos
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Desastre. La televisión local captó imágenes de las tareas de rescate.
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