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 sábado, 18 de febrero de 2006  
Jardinería - compost
Nutrientes esenciales

Uno de los factores más importantes para que las plantas ornamentales desarrollen toda su belleza potencial, es la alimentación. Las flores requieren consumir todos los nutrientes para manifestar color y lucidez. También, la coloración de follajes y la fructificación se verán espectaculares cuando las especies están equilibradamente nutridas.

Cabe aclarar que en el fenómeno de la coloración entran en juego ciertos pigmentos cuya expresión depende de la intervención de parámetros como la temperatura, y así observamos, durante los cambios de estación, por ejemplo otoño-invierno, cambios de color en los follajes de algunas especies que nos deslumbran por su intensidad: robles de los pantanos, fresnos, liquidambar, rhus y otros.

Entonces, debemos atender adecuadamente los requerimientos de nuestras plantas si deseamos obtener floraciones y cromática de follajes que nos sorprendan. A continuación brindamos algunas ideas para convertir residuos orgánicos en nutrientes.

Gran parte de los desechos orgánicos pueden ser transformados en humus mediante el proceso de compostaje. Así entonces, hojas, pasto cortado, ramas y otros elementos se utilizan para iniciar el proceso de descomposición que llevará a la obtención de materia orgánica de alta calidad y permitirá devolver al suelo algo de lo que se le extrae a partir de la instalación de céspedes y plantas. Si bien la fertilización química resuelve algunos problemas de nutrición vegetal, también genera otros y es importante balancear la alimentación de las plantas con agregados de origen vegetal.

La fabricación de compost puede solucionar una parte importante del problema que significan hoy en el mundo los destinos de los residuos. En menor escala, el residuo del corte de césped en los espacios verdes, sobre todo en la temporada de gran crecimiento, es realmente preocupante y genera gastos elevados de traslado y eliminación. La transformación vía compostaje permitiría el reciclaje productivo de estos desechos, resultando un fertilizante de altísima calidad y un mejorador excelente de la estructura del suelo.

Dos kilogramos de compost bien realizado por metro cuadrado incorporado en los 10-15 primeros centímetros del suelo, puede elevar el tenor de materia orgánica en un 0,5 porcentaje altamente significativo considerando que un horizonte de suelo con 3% de materia orgánica deja de ser bueno cuando los valores descienden por debajo del 2,5-2,6. El proceso de compostaje consiste en someter los restos vegetales a la acción de los microorganismos que naturalmente transforman la materia orgánica bruta en un bioestabilizado con posterior formación de humus aprovechable. El proceso requiere del ajuste de ciertos parámetros para llegar con éxito al resultado buscado.

Cuando las bacterias comienzan a actuar sobre los restos vegetales , atacan primeramente a las proteínas y sustancias solubles y luego a las celulosas y hemicelulosas de degradación más dificultosa. En este momento se produce un aumento significativo de la temperatura, producto de la actividad microbiana.

Para una descomposición eficiente es necesario reducir en lo posible el tamaño de las partículas, esto es, chipeado (trozado mecánico) de ramas y triturado de hojas de manera de aumentar la superficie de contacto para la acción bacteriana ( con un tamaño de partícula entre 1-5 cms se puede comenzar bien).

No debe pulverizarse, pues el efecto es inverso, dado que la pila de residuos se apelmaza y compacta , disminuyendo la circulación de oxígeno y en consecuencia, reduciendo el trabajo de las bacterias aerobias.

El nivel ideal de humedad para una alta actividad de los microorganismos, ronda entre el 40-60%. Si está excedida, se activarán los microorganismos anaerobios y generarán olores desagradables. Si el contenido de humedad es bajo, disminuirá la actividad de los aerobios benéficos. Debe sentirse húmedo al tacto (no chorrear, ni estar seco).

Existe una relación entre el carbono y el nitrógeno que debe respetarse para iniciar el compost, y es de 25-30:1 (C/N), entonces, si la mezcla tiene, por ejemplo, mucha astilla de madera y corteza, con alto tenor de carbono, deberá suplementarse con una fuente de nitrógeno para mantener la actividad y viceversa. Cuando el humus está realizado, la relación llegará a 10:1 aproximadamente. También hay que mantener un PH equilibrado de 7 (ni ácido ni alcalino), que colabora para un desarrollo equilibrado del proceso.

Para medir la actividad microbiana, nada mejor que la temperatura. Las bacterias deben trabajar en un rango entre los 55-60ºC. La temperatura no debe bajar de los 55 ºC, esto se logra removiendo periódicamente la pila a los efectos de beneficiar el ingreso de oxígeno y elevar el nivel de actividad bacteriana.

En los primeros 10 días de conformada la pila, la temperatura asciende rápidamente y luego continúa más lentamente, para luego descender. Estas temperaturas sumadas a la posterior producción de antibióticos, destruyen en gran parte las semillas de malezas y eliminan patógenos existentes en la mezcla. Por eso una de las claves al realizar el compost es mantener un nivel periódico de remoción de la pila.



Textos: Luis Fuster (ingeniero agrónomo)

Gabriela Rinesi (diseño de espacios verdes)

Marcelo Serra (paisajista)
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