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 domingo, 12 de febrero de 2006  
Portugal: Paraíso subtropical

Gisela Galimi

La región de Madeira está formada por un grupo de islas portuguesas ubicadas en el Atlántico Norte, a unos 580 kilómetros de la costa africana, 860 de Lisboa y 385 de Tenerife. Las dos mayores, Madeira y Porto Santo, son las únicas habitadas; y otras tres, menores y sin habitantes, se denominan en forma colectiva Las Desiertas. Junto al archipiélago de las islas Salvajes forman la región autónoma de Madeira.

La isla de Madeira tiene una vasta herencia cultural que se remonta a la época de los descubrimientos y que se manifiesta en museos, iglesias, palacios, casas solariegas, en los hábitos y costumbres, en el folclore y las manifestaciones artísticas.

Una herencia cultural de 500 años, en la que, si bien con predominante influencia portuguesa, se mezclan otras del norte de Europa, concretamente la de Flandes o la de Gran Bretaña.

Debido a su situación geográfica, la navegación atlántica en los siglos XV y XVI transformó la ciudad de Funchal en uno de los puertos más importantes del mundo. En esta época se vivió en Madeira un período de esplendor debido al comercio del azúcar, que dio lugar a una vida de gran fausto y que repercutió en la existencia de un extraordinario patrimonio de relevante valor artístico y arquitectónico.

El circuito de museos y exposiciones de Madeira es variado y constituye una alternativa a los programas de actividades deportivas. Entre ellos se destacan los Museos de Arte Sagrado y de Quinta das Cruces. Conventos y templos, palacios y casas solariegas o fortificaciones militares son sólo algunos de los monumentos históricos que pueden visitar.

Otras manifestaciones culturales son sus manteles y tapices bordados a mano, sus mimbres trabajados por artesanos persistentes, el vino de sabor perfeccionado por la tradición secular y los acontecimientos de carácter popular.


Deportes marítimos
Si el turista busca emociones fuertes, puede bucear en las aguas de Madeira. Rodeada por un mar templado y cristalino, la isla reúne todas las condiciones para la práctica de deportes náuticos. Surf, windsurf, buceo, vela, piragüismo o ski acuático son los más comunes.

El viajero puede dejarse acariciar por las aguas del Atlántico o conocer un fantástico jardín sumergido y vivir la experiencia única que proporciona el buceo. Este destino está considerado uno de los mejores a nivel mundial, por su riqueza biológica y la extraordinaria transparencia de sus aguas.

Para los amantes del surf, las costas de Jardim do Mar, Paúl do Mar y San Vicente poseen condiciones excelentes, con olas que pueden emocionar hasta el más experto.

Al practicar jet ski, ski acuático o incluso piragüismo, admire las cuestas madeirenses, que se despliegan hasta el mar escalonadas de verdes contornos.

Auténtica incubadora de un variado abanico de vida subacuática, aquí se practica con mucha pasión la pesca deportiva de alta mar. El archipiélago adquirió reputación internacional como destino para este tipo de pesca, dada la abundancia y calidad de especies de túnidos.

La isla también fue escenario de varias regatas, clase crucero, a nivel internacional, que encuentran excelentes condiciones para la modalidad.


Ecología y submarinismo
La isla de Madeira, en un esfuerzo por conservar la naturaleza en su estado virgen, creó cinco reservas naturales. Madeira tiene una gastronomía sencilla en los hoteles y complejos turísticos refinados de todo el archipiélago.

La reserva de Garajau, debido a la claridad y diversidad de sus aguas, ofrece condiciones únicas para el buceo. Entre la fauna marina existente se encuentran algunos peces de gran tamaño, como los meros, cartel turístico de la reserva.

Los sitios para bucear son los más puros, de fácil acceso y a algunos minutos de distancia en barco. Los más conocidos son Corais Negros, con 35 metros; Pan de Azúcar, Garajau Baía, Garajau Este, donde habita el mero de mayor tamaño; Recife dos Monges y Gruta dos Reis Magos, uno de los lugares favoritos para el buceo nocturno, al que se accede por tierra.

El Hotel Pestana Palms y su Club y Escuela de Buceo "Tubarao Madeira" ponen a disposición de los visitantes clases y material para explorar la vida subacuática. Cuenta con acceso directo y privado al mar.

Todo esto además de las actividades de "big game fishing", por las que la isla goza de prestigio internacional, en especial por la pesca del espadín azul.

La oferta restante en la zona náutica es amplia, siendo común la práctica de windsurf, vela, piragüismo o esquí acuático.

Delicias marinas Madeira posee una cocina regional rica. Brochetas en palo de laurel, carne adobada con vino y ajos, filete de atún, pez espada con plátano, "bolo do caco" (pan local) y maíz frito son los más apreciados. En repostería y dulces disfrute de los caramelos de hinojo y del bollo de miel, acompañado con el famoso vino de Madeira.

En pleno Atlántico, los pescados y mariscos del archipiélago son sabrosos y se cocinan según la tradición, como los filetes de emperador negro o los filetes de atún, acompañados de un crujiente maíz frito. O el pulpo y los deliciosos mariscos, como las lapas, los caracoles de mar y otros. De entre las carnes, el plato más tradicional es el famoso pincho de vaca en palo de laurel, que le da un sabor inconfundible.

Lugar de clima excepcional, en Madeira existe una gran variedad de cultivos, con lugar para la caña de azúcar y las frutas tropicales, (desde el apreciado plátano a la piña y el maracuyá), presentes en las bebidas y los delicados postres.

El famoso vino de Madeira, bebido como aperitivo o después de la comida, combina a la perfección con el tradicional pastel de miel (de miel de caña). Y también con la caña de azúcar de la que se hace el aguardiente del célebre ponche.

Falta hablar del "bolo do caco" (pastel del trozo). Lo que pasa es que no es un pastel sino un pan que recibe este nombre porque es cocido sobre un trozo de teja. También con batata (la patata dulce) se hace pan: las apetitosas rosquillas de batata.

Porto Santo, otra isla ideal para la vida a orillas del mar, así como las islas Desiertas y Salvajes, Rocha do Navio, Garajau (la única exclusivamente marina del país) y la Reserva de Ponta de S. Lourenço.

Existe en Europa un pequeño paraíso subtropical que está en el mapa de los grandes destinos de golf. Se llama Madeira.

La facilidad de vuelos la partir de Lisboa y de otras capitales europeas le llevan rápidamente hasta Funchal, capital de este edén subtropical de bosques primitivos, espectaculares montañas y jardines llenos de color que a Winston Churchill le gustaba pintar.

Es en medio de esta belleza, descubierta por los navegadores portugueses en 1420, donde va a encontrar dos campos de golf diseñados por Robert Trent Jones. Prepárese para un excitante desafío en Santo da Sierra. Jugadores de golf experimentados lo consideran uno de los más espectaculares campos de montaña de Europa. Pero, juegue donde juegue contará siempre con un servicio de mantenimiento impecable y vistas fabulosas que pueden ser del océano, de la bahía del Funchal o de la flora exótica de los profundos valles de la isla.

No hace falta recomendar una escalada a los picos de las montañas para contemplar el mar desde el segundo cabo más alto de Europa, y las excursiones por los senderos de los bosques, así como descubrir en Funchal las ricas colecciones de arte que la ciudad guarda de la época en que las carabelas hacían aquí escala en sus viajes.

¿Le apetece huir del estrés?: tómese unos días y reserve habitación en uno de los spa de la isla de Madeira.

Clima: templado, aire puro y balsámico, un aroma fresco de flores, la tranquilidad de una isla en pleno Atlántico y varios establecimientos con tratamientos para todos los gustos.

Hotelería: la isla de Madeira cuenta con varios hoteles y complejos con diversos tipos de masajes, tratamientos corporales y faciales y zonas dedicadas al bienestar. Se trata de spa integrados en paisajes exuberantes, más aislados o en pleno Funchal, en la montaña o a la orilla del mar, rodeados por una espesa vegetación y por jardines. Lugares dedicados a la salud y la belleza, con equipamientos modernos y especializados, eficientes equipos, técnicas tradicionales y orientales, clases de yoga y de hidrogimnasia, entre otras muchas opciones. Ríndase a los tratamientos de champán y caviar del Reid's o a los baños del Choupana Hills. Abandónese a los placeres de un masaje revigorizante en el spa del Ocean Park o de un tratamiento de belleza en el Savoy Resort. Después de cuidarse, pasee a pie por una de las corrientes de agua de Madeira, juegue un partido de golf con vistas al mar en el campo de Santo da Serra y descanse en el jardín de la Casa Velha do Palheiro.


Porto Santo
Ya que está en el archipiélago, aproveche y vaya a Porto Santo, donde además de tranquilidad, existen 9 km de playa de arena fina con propiedades curativas. Puede ir en avión, helicóptero o ferry. Fue la primera de todas las islas descubiertas por los navegantes portugueses y contiene en si misma un importante legado histórico. Aquí desembarcaron en 1418, Gonçalves Zarco, Bartolomeu Perestrelo e Tristao Vaz. Cuenta la historia que el nombre se originó en el hecho de que los navegantes encontraron puerto seguro en la isla, tras una violenta tempestad que los había alejado de su rumbo. Con este descubrimiento, los marineros portugueses abrieron nuevos horizontes para la náutica y la cosmografía, convirtiéndose así en maestros en el arte de navegar.

Antaño esta isla funcionó como plataforma avanzada de estudio y observación a grandes navegantes, incluido Cristóbal Colón, que pasó aquí algunos años. La casa donde vivió, ahora convertida en museo, queda en el centro histórico de la ciudad.
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