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domingo,
12 de
febrero de
2006 |
Alerta. las plantas proyectadas en Fray Bentos producirán el doble que las ya instaladas en la Argentina
"Las sustancias que emanan de las
fábricas de papel son cancerígenas"
Lo afirmó el toxicólogo Juan Carlos Piola. Una ambientalista dice que evitar la polución exige hacer inversiones
María Laura Favarel / La Capital
Las industrias destinadas a la producción de papel figuran entre las principales fuentes de contaminación ambiental del mundo. Es que los productos comúnmente utilizados en la fabricación de la pasta de celulosa, una vez que cumplieron su labor, salen al exterior y son volcados en fuentes de agua (ríos, lagos, mar) y en el aire. Cuando llegan al agua esos compuestos organoclorados se almacenan en los tejidos grasos de los peces y llegan al hombre a través del consumo de la fauna ictícola. "Estas sustancias poseen efectos cancerígenos y pueden desencadenar enfermedades en el sistema inmune", advierte Juan Carlos Piola, jefe del servicio de toxicología del Sanatorio de Niños. A la luz de estas evidencias, surge el interrogante respecto de cuánto afectará a los habitantes del litoral argentino la instalación de las plantas de celulosa en la ciudad uruguaya de Fray Bentos.
Más allá de los cortes de rutas y los conflictos diplomáticos, el tema ya tomó un tinte político que podría distraer la atención del principal motivo que despertó la preocupación y que son los efectos perjudiciales sobre la salud de la población, tanto de uno como de otro lado de la costa del río Uruguay. Igualmente cabe preguntarse por qué no se hicieron semejantes reclamos ante las plantas de celulosa que ya existen en el país.
Alta toxicidad
Las plantas para la fabricación de celulosa (que luego sirve para la elaboración del papel) trituran la madera, de lo cual surge una pasta de color amarillo. El papel elaborado con esta pasta es de baja calidad (para diarios o de embalaje). Para la obtención de un papel de color blanco, la pasta se somete a un proceso que requiere la utilización de productos sumamente tóxicos. Aquí es donde aparece el mayor problema de este tipo de industrias.
Usualmente, el papel se blanqueaba con cloro elemental, de alta toxicidad. Por este motivo comenzó a utilizarse el sistema Kraft, que consiste en la aplicación de dióxido de cloro (contamina menos que el cloro puro). Este mismo procedimiento utilizará la industria de Fray Bentos. Sin embargo, existe otro sistema que reduce drásticamente la contaminación y que es utilizado por sólo el 5 por ciento de las industrias papeleras del mundo.
Greenpeace, una de las organizaciones que moviliza la protesta, exige que las plantas de producción de papel instaladas en Uruguay adopten una política de modernización en cuanto al tratamiento de los desechos contaminantes. "No rechazamos la instalación de las industrias pero solicitamos que implementen un sistema saludable para todos", aclaró Gonzalo Girolami, vocero de la organización ambientalista internacional.
Por su parte, la arquitecta Mirta Fuentes, presidente de Equística y miembro de la Comisión Universitaria de Política Ambiental, explicó que la contaminación puede evitarse, aunque no del todo, pero que hacerlo requiere de grandes inversiones. La profesional advirtió que en el caso de las plantas de Fray Bentos los efectos se sentirán con más fuerza en la costa argentina (ver aparte).
Riesgo multiplicado
Consultado por La Capital, Juan Carlos Piola, jefe del servicio de toxicología del Sanatorio de Niños, advirtió que la contaminación de las papeleras se produce por las dioxinas que despide el proceso de blanqueado. "Estas sustancias poseen efectos cancerígenos. Además, las personas expuestas a grandes cantidades de dioxina pueden sufrir un desorden dermatológico desfigurante, parecido al acné juvenil, conocido como cloro acné", indicó.
El profesional precisó que "si bien la evidencia de que estas sustancias son cancerígenas en humanos es bastante débil (sólo se han realizado experimentos en animales), estos estudios podrían ser también aplicables a los seres humanos". Y al respecto mencionó lo ocurrido en la guerra de Vietnam con los efectos tóxicos de las dioxinas en los soldados expuestos al agente naranja. "También en Europa -dijo- el accidente producido en la planta de Seveso, Italia, puso en evidencia la toxicidad" de las dioxinas liberadas en la atmósfera.
"Las dioxinas no se diluyen en el agua y los microorganismos, como el plancton, y los peces las ingieren. Se trata de un compuesto orgánico persistente, que dura mucho tiempo en el medio ambiente. La excreción de sólo la mitad de la cantidad ingerida demanda siete años", puntualizó Piola.
La preocupación por la planta de Fray Bentos surge a raíz de que llegará a producir el doble de pasta de celulosa (un millón y medio por año) que el total de las papeleras ya instaladas en Argentina, lo que aumenta el riesgo de contaminación ambiental y consecuentemente, los efectos dañinos para el ser humano. "El río Uruguay es bastante frágil para soportar los efluentes que emane esta fábrica. Esperemos que no termine como el Riachuelo", concluyó Piola.
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Fotos
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La planta de la empresa Botnia, en Fray Bentos, se construye a orillas del río Uruguay.
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