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 domingo, 16 de octubre de 2005  
Reflexiones
Los “idus” de octubre

Carlos Duclós / La Capital

Tu quoque, Brute, fili mi” exclamó traspasado el gran emperador y estadista romano Julio César, segundos después de ser apuñalado en la Curia donde se reunía el Senado. César no puede creer lo que ven sus ojos: Bruto, a quien él amaba como a un hijo y a quien con sus favores había encumbrado, le lanza la estocada. El filo cruza raudo el espacio y se incrusta en la materia que alcanza a expresar la postrer, famosa y penosa pregunta: “¡¿Tú también, Bruto, hijo mío?!”. Todo un pormenorizado análisis de estas desesperadas palabras ha hecho la historia a través de los tiempos. Análisis que se resume en una conclusión: congoja y asombro por el paradigma de la deslealtad. César hasta podría haber aceptado que sus adversarios romanos lo hirieran de muerte, pero ¿cómo comprender la actitud de su propio entorno? Algunos historiadores han querido interpretar el último sentimiento de Cayo Julio César, señalando que en verdad a este gran hombre no le duelen tanto las heridas, ni siquiera las provocadas por la daga de Bruto, como la incomprensión del acto.

  Las deslealtades en política han estado a la orden del día en todos los tiempos y en todas partes del mundo. Este mal, tan unido a la naturaleza humana, es la causa de otros males que siempre han afectado a la sociedad. La madre de la deslealtad política es, sin ninguna duda, la avidez desenfrenada de poder, la envidia, pero a veces suele tener una tía que es la idiotez. En la sociedad política argentina, la deslealtad serpentea entre la interna feroz de los partidos y no es necesario recorrer los anales de la política para ratificarlo, basta con recordar las noticias de los últimos años y hasta de nuestros días.





  
El Día de la Lealtad
En vísperas del Día de la Lealtad que celebra el justicialismo, el ex ministro coordinador del Ejecutivo provincial, Sergio Rossi, no tuvo mejor idea que expresar: “Reutemann es un dirigente que participó del menemismo, y que logró el milagro de atravesar ese tránsito por su contacto con la sociedad. Pero yo nunca compartí sus políticas”. En una reciente entrevista, además, aclaró muy bien que él no era un oportunista político o un saltimbanqui, aunque entre sus antecedentes figuran —afirman los propios peronistas— el haber militado en el justicialismo, luego en el Frente Grande, ser candidato a concejal por la lista de Hermes Binner y ocupar cargos en los gobiernos de Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.

No deja de asombrar que un hombre clave en el gabinete de Obeid haya expresado lo que expresó. Sus palabras dejaron pasmados a muchos y sonrientes a otros y generó un revuelo de proporciones en el justicialismo. Las declaraciones del fugaz jefe de Gabinete, si se analizan bien, no sólo hubieran podido menoscabar a Reutemann, sino al propio gobernador Obeid y hasta al mismo presidente de la Nación, Néstor Kirchner. Más adelante se explicará el porque del potencial “hubieran podido”. Por de pronto cabe expresar que la imprudencia, para no llamarle deslealtad, ciertamente pudo dañar a dicha trilogía y esta es la razón: contra Reutemann por cuestiones obvias; contra el presidente Kirchner porque el ex gobernador y actual senador nacional goza de su confianza y es uno de los predilectos, cuando no el único elegido, a la hora de acompañarlo en las reuniones cumbres que tiene en el mundo. Contra Obeid, porque el hoy ex ministro con sus declaraciones lo ha comprometido políticamente. En este aspecto, algunos justicialista expresan que Rossi no tuvo en cuenta el manto de olvido que arrojó el gobernador sobre algunas críticas que el ex funcionario le hiciera antaño.

El diario de sesiones del Concejo, recuerdan, es testigo. A la altura política de Jorge Obeid le correspondió la insensatez política de quien —¿de interventor en una comuna?— saltara a ocupar un lugar preponderante en la escena santafesina. Es posible que hasta la propia vicegobernadora, María Eugenia Bielsa, de quien Rossi se dice amigo, debe estar asombrada por estas horas y preguntándose: ¿Para amigos como este para qué quiero adversarios? ¿Cómo se comprende esta cuestión?

Tal vez sea la ansiedad política por posicionarse mejor en la interna justicialista, tal vez la inexperiencia política, o tal vez no haya nada que comprender porque lo incomprensible es puramente eso: algo tan abstracto, confuso y absurdo que para el entendimiento no tiene ni pies ni cabeza. En tren de imaginar que “hubiera podido” sentir el senador nacional, a quien el ministro coordinador le endilga ser un producto “menemista” y consecuencia de un “milagro”, no puede menos que concluirse en que el dirigente santafesino, que ostenta la mejor imagen entre los dirigentes nacionales y es reconocido en el país y en todas partes del mundo, podría haber sentido algo parecido a lo de Cesar. El, que contribuyó decisivamente al éxito del justicialismo en Santa Fe, pudo ser en cierta forma estigmatizado desde sus propias filas.

Lo mismo hubiera podido sentir el gobernador Obeid. El lector advertirá que se usaron potenciales y que se presume que ni Reutemann, ni Obeid, sintieron la estocada ¿Pero, por qué? La explicación podría encontrarse en lo expresado por un alto funcionario del gobierno nacional quien calificó a Rossi como “boca de ganso”. Y si es así, pues la verdad es que no se tienen noticias de que los graznidos puedan herir a alguien. ¿O sí?

El coraje de Obeid

La reacción de Obeid no se hizo esperar y en una actitud llena de coraje días antes de una elección y plena de sentido común le cortó la cabeza a su flamante ministro. No podía ser de otra forma, porque ¿Qué podría esperar no ya el peronismo, sino la sociedad santafesina toda de una persona que a horas de asumir lanza críticas envenenadas contra sus propios compañeros? Muchos sostienen en el peronismo que esto le viene de perillas al socialismo. En realidad podría ser así en el caso de que Hermes Binner hubiera tenido algo interesante para ofrecer a la comunidad en materia de proyectos, pero en rigor de verdad el candidato a diputado nacional por el socialismo popular hasta ahora lo único que ha lanzado son su candidatura y críticas al gobierno provincial —como si fuera candidato a gobernador—. De propuestas poco se sabe. En esto, según parece, no se diferencia mucho de Sergio Rossi pues algunas críticas son realmente endebles y traídas de los pelos. La circunstancia ha hecho despertar, también, a algunos funcionarios nacionales que parecen ir comprendiendo que entre las palabras de Rossi y la crítica de Binner no hay matices sustanciales. “Después de todo, compartieron un proyecto común”, recuerdan algunos.

Para concluir la reflexión, recuérdese que al llegar a la plaza de la Curia César vió a un adivino que días antes le había profetizado: “César, guárdate de los idus de marzo”. Para trazar un parangón entre aquellos “idus” y estos “idos”, podría profetizarse que Reutemann y Obeid deberían guardarse de los “idus” de octubre, noviembre, diciembre, marzo próximo y de todos los meses del año. Y de algunos “Brutos” que quedan y dan vueltas con la daga en la mano y que flaco favor le hacen a la comunidad.


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