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 domingo, 16 de octubre de 2005  
Manual para sobrevivir a un secuestro
Políticos y ejecutivos aprenden en EEUU tácticas para evitar ser capturados y, si lo son, no llamar la atención

Nicholas Geranios

Spokane, Washington. - Agaché la cabeza, me saqué el reloj y entregué mi billetera, cumpliendo las órdenes de un individuo encapuchado que blandía una pistola. Enseguida cometí un grave error, levantar la mano cuando los intrusos preguntaron quién era estadounidense. Supuse que lo descubrirían cuando mirasen la billetera. Pero los expertos dicen que durante los decisivos instantes iniciales de una crisis de rehenes lo peor es llamar la atención.

"Le recomendamos no mentir, pero no se ofrezca de voluntario en un momento de tensión", aconsejó Randy Spivey, director del Centro Nacional de Entrenamiento para la Supervivencia de Rehenes (National Hostage Survival Training Center), una firma privada que enseña a gente en el gobierno y el sector privado a sobrevivir a los secuestros.

En mi caso, lo más adecuado habría sido mantener la cabeza gacha. Si me increpasen después los secuestradores, podría decir que estaba demasiado confundido o asustado para responder sus preguntas, dijo Spivey. Así el rehén puede ganar tiempo durante los primeros instantes caóticos de un secuestro, el momento más peligroso para un cautivo porque los secuestradores también están en tensión, explicó.

El centro de entrenamiento está situado en Spokane, donde la cercana base Fairchild de la fuerza aérea alberga la escuela de supervivencia, que entrena a los pilotos derribados a evitar ser capturados. "Spokane es el líder nacional para el entrenamiento en cautiverio", dijo Spivey, experto el rehenes del Departamento de Defensa que creó el centro en 2004. Es uno de muchos programas privados en el país.


Todo por unos dólares
Desde su oficina céntrica, Spivey y sus asociados imparten seminarios de todo un día para clientes que pagan 650 dólares para aprender cómo evitar ser capturados y, si lo son, cuáles son las mejores tácticas para sobrevivir. Sus clientes han incluido miembros del Congreso, el Departamento de Justicia, el Departamento de Estado, otras dependencias del gobierno y numerosas empresas.

En este día, los ocho clientes incluyen un agente de viajes de Seattle, un gerente de seguridad de la universidad de Gonzaga, un contador, una mujer que suministra servicios de seguridad a artistas, y cuatro ejecutivos de negocios.

En medio de una discusión, tres hombres con máscaras negras irrumpen en la sala y empiezan a gritar órdenes. Ese primer minuto suministra a Spivey un rico material instructivo. Los secuestradores impulsados por el dinero revisarán las billeteras y buscarán relojes y joyas para determinar si la víctima es pudiente como para exigir un jugoso rescate, dijo Spivey. Mucha gente también lleva tarjetas de identificación de su empresa en la billetera, otra fuente para pedir rescate, agregó.

Aconseja dejar las joyas caras en la casa durante los viajes al exterior y vaciar la billetera de toda información innecesaria que sirva de guía a un secuestrador. En un avión, el mejor lugar es junto a la ventanilla en el asiento trasero, donde uno está más alejado de los piratas aéreos, indicó.

Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York popularizaron la noción de que los pasajeros de las aerolíneas debían resistirse enérgicamente a los secuestradores, pero Spivey dijo que los pasajeros deberían sopesar cuidadosamente la situación antes de intervenir. Si los pilotos se mantienen en los controles o si el avión sobrevuela el océano, no es probable que el avión se estrelle pronto contra un edificio, explicó. Pero "si los perpetradores están volando sobre una ciudad, probablemente lo mejor es atacar", agregó.


Un blanco difícil
Al caminar, vaya en sentido contrario al del tráfico, permanezca en la parte interior de la acera y trate de advertir si una persona o un vehículo lo están siguiendo. Eso lo hará un blanco "duro" en vez de un blanco "blando" y podría disuadir a los delincuentes en busca de una víctima, agregó. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.

En un segundo ejercicio, nuestro grupo caminó cinco cuadras ida y otras tantas de regreso, tratando de divisar empleados de Spivey que nos seguían. ¿Era el individuo con sobretodo negro? ¿Otro con una camisa cuadriculada y gorra? ¿O el tipo que esperaba en la parada de autobuses?

Resultó que mi grupo de tres era un blanco "blando". Divisamos al del sobretodo, pero a nadie se le pasa. No vimos a uno que nos estaba tomando instantáneas. Tampoco vimos a una mujer en la tienda de café ni a los dos hombres vestidos informalmente que nos seguían. "Nadie los detecta a todos", afirmó Spivey. (AP)
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Para los expertos, los primeros instantes de un secuestro son los más peligrosos.

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