Central ratificó su repunte

Gustavo Conti / La Capital

Había excusas si el resultado era adverso. No fueron necesarias. El partido se definió por el juego aéreo, ese término tan de moda en boca de los eruditos, pero no aplicado a este caso en su habitual significado de acción con pelota detenida. No. La diferencia, traducida en gol para beneplácito canalla, estuvo en la cabeza de los actores como conjunto. De un lado, la de un equipo tan golpeado anímicamente que no reaccionó ni con técnico nuevo, además querido por la hinchada. Del otro, uno que se dio cuenta, en un momento límite, que puede volcar sus elementos distintivos cuando no hay complejos que lo maniaten. Resultado: Racing 0 - Central 1. Sí, encima en Avellaneda.


Ratificar la recuperación
El "ahora o nunca" cabía para Porto Alegre, no para ayer, pero sí era un partido central. Para que la eliminación copera cobrara sentido, Central debía ratificar la recuperación exhibida ante Inter, amén de que por lo extenuante de aquel choque, el trajín del viaje y la seguidilla de partidos había atenuantes.

Pero como se dijo, no hubo que apelar a ellos. Central lo pasó por arriba a Racing en actitud pero también en recursos futbolísticos. Lo maniató, le hizo hacer el ridículo y, sobre todo, le ganó. Bien, por un exiguo 1 a 0 es cierto, porque después de todo no se le podía pedir más a un equipo que le costaba marcar y crear situaciones.

La predisposición estuvo, la respuesta física y también el planteo, que tuvo un elemento nodal para coronarse con éxito: Marco Ruben.

El pibe de Capitán Bermúdez, que jugó como en Porto Alegre porque Vitti aún no se siente al cien por ciento, se sacrificó de igual manera, en esta ocasión bajando siempre para impedir que Simeone maneje a Racing desde su posición. Y no sólo lo anuló hasta hacer que sus mismos hinchas lo insulten, sino que agregó mucho despliegue ofensivo, y además criterio.

Ruben estuvo en todas, ganó de arriba y de abajo, y para la estática defensa rival fue difícil ubicarlo. Su gol, justo cuando Central se impacientaba por los fallos de Maglio, fue la frutilla de una actuación inolvidable. Cuando recibió el pase exacto de Ferrari, además definió como si tuviera años en primera, esperando a Campagnuolo y pegándole al otro palo entrando por derecha.


Fruta madura
El festejo auriazul cayó como fruta madura. Excepto por un lapso de tres minutos al final del primer tiempo, donde se temió la merma física y sufrió apuros, Central fue amo del juego. Andrés Díaz fue sobre Villarreal y lo sacó del partido, Ledesma sobre Mirosevic y Ferrari anuló a Romero. Rivarola y Papa no pesaron tanto, pero contaron con la impericia de Vitali y Estévez para no sobresaltarse.

Racing no sabía como ir hacia delante y a Central le vino de perlas arrancar desde atrás. Rápidamente comprendió que su rival estaba para el cachetazo y lo fue a buscar, eso sí, regulando su desgaste porque había que dosificar energías después de todo.

Atrás bastaba con la clase de Raldes, con la acostumbrada contracción de Fassi y el crecimiento de Moreira.

Central lo sacó de quicio a Racing y recuperó el suyo. En Avellaneda volvió a demostrar que tiene lo que hay que tener cuando las papas queman. Le sienta mejor venir de atrás.

Lo bueno es que se sienta igual cuando le toque ir adelante. Tiempos que, así, pueden volver.

Rubén fue un factor decisivo en el triunfo canalla.