|
domingo,
18 de
septiembre de
2005 |
Regional del Litoral
Rugby: Duendes eliminó a GER de la ronda final
Pablo F. Mihal / Ovación
Una conversión fallida fue lo que marcó la diferencia y selló un resultado, y con él la suerte de un equipo. Gimnasia había hecho méritos para seguir dando pelea en el Regional del Litoral pero Duendes, por apenas un punto (24-23), lo marginó de la charla.
Ayer había muchas cosas en juego como para que este clásico fuera un partido más. Los mens sanas necesitaban imperiosamente un triunfo que les posibilitara llegar con chances a la última fecha de la segunda fase para dirimir mano a mano con Santa Fe Rugby el pasaporte a la ronda final del Regional, mientras que los verdinegros llegaron al parque con la intención de cerrar las heridas que habían dejado las caídas ante Jockey y CASI. Por eso el partido salió como la mayoría lo esperaba, con nervios (propios de un encuentro decisivo), muchos errores y con una alta dosis de adrenalina.
En ese contexto, Duendes sacó la mínima ventaja y pudo festejar, más allá de que no mostró el juego sólido de otras tardes. No jugó bien, pero le alcanzó para volver a cantar victoria.
Gimnasia hizo todo el gasto y apostó a su libreto desde el arranque hasta el último minuto. Tuvo posesión e intención, y casi logra su objetivo. El despliegue de sus hombres fue digno de elogio y jugaron cada pelota como si fuera la última. En ese sentido, la labor de Lisandro Bosch y Germán López merecen un renglón aparte.
Las ansias por clasificar, por un lado, estimularon a los mens sanas, pero por otro, les jugó en contra. Por momentos se encegueció. Se apuró cuando no debió hacerlo y lo terminó pagando. Por ejemplo si hubiera pateado a los palos un par de penales que tuvo desde posiciones factibles en vez de jugarlos, quizás la historia hubiera sido otra.
Por eso, si bien fue la que puso la cuota más alta de emotividad y, en definitiva, definía el pleito, remitirse a la última jugada es anecdótico, ya que cualquier partido dura ochenta minutos y es en ese lapso donde se funden todos los ingredientes que hacen al resultado final.
Por diferentes razones ninguno de los dos quería perder. Fue un típico partido de hacha y tiza, jugado con vehemencia, de marcador cambiante y tremendamente disputado. Y más allá de las tarjetas amarillas y del clima tenso que se vivió por momentos, con aciertos y con errores todo se desarrolló con normalidad hasta el pitazo final del uruguayo Blengio (de mediocre actuación).
El partido había terminado cuando lo que debió ser una fiesta se empañó por un festejo indebido, que terminó en una gresca generalizada con la participación de jugadores y parte del público. Lejos de lo que el rugby intenta enseñar, la barbarie entró en la cancha y bajó el telón con un hecho bochornoso, lamentable y censurable por donde se lo mire.
enviar nota por e-mail
|
|
|