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 domingo, 18 de septiembre de 2005  
Una expansión inmobiliaria con probabilidades de burbuja

Los departamentos al salir al mercado, o bien se están terminando de construir o bien ya están con el cartel en el balcón. El boom de la construcción se produjo a través de inversores individuales que se conformaron en consorcios o con fideicomisos específicos para construcción. Pero según los hombres del negocio hay una realidad financiera ineludible: casi siempre la inversión en ladrillos no se recupera en un año, y a la hora de vender la liquidez no es inmediata.

Angel Seggiaro, titular del estudio de arquitectura Fundar, con varios edificios en construcción en Rosario, afirmó que "en general los inversores son mitad gente del campo y mitad empresarios que están recomponiendo sus ingresos desde hace unos años". El profesional aprecia dos tipos de inversores: los que apuestan al largo plazo y los "aficionados", que invierten en el sector porque no ven otra opción.

El estudio hace más de 20 años que tiene proyectos de construcción, lo que habilita una perspectiva histórica. "El mercado hace que se venda al mejor precio y esto hace que a veces haya que esperar el retorno, el tema es que va a haber un desencanto en los improvisados, los que no tienen experiencia en el ciclo económico de la construcción", auguró. Seggiaro no puede aventurar si las nuevas unidades saldrán en alquiler o a la venta porque "todavía no se están liquidando". Sí tiene claro que "la inversión en ladrillo no es lo mismo que un plazo fijo".

Un segmento nuevo, en el que está experimentando Fundar, es la construcción de oficinas. "Nos arriesgamos basándonos en la experiencia, si la ciudad crece van a hacer falta oficinas de nivel", dicen. En Buenos Aires, donde la reactivación tarda más en llegar pero se consolida por más tiempo, se percibe un aumento en los alquileres de oficinas y una falta importante, que impulsó los precios y además una expansión geográfica del mercado de locaciones. En Rosario la realidad es distinta. "Las oficinas que hay son para empresas medianas, hay pocos edificios que tienen comodidades para grandes empresas", sostienen desde el ámbito inmobiliario. Una oficina de cuarenta metros cuadrados vale en Rosario alrededor de $400, pero según los constructores "no son de jerarquía". En este segmento, por medio de inversores independientes, Fundar está construyendo en el macrocentro un edificio de 300 metros cuadrados por plantas destinados a oficinas. "Es una apuesta a la intuición", disparó Seggiaro.
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