Drogas, menores prostituidas y un arma en una casa de zona oeste

Fue en French al 6900. Detuvieron a 4 personas, dos de ellas de 13 y 15 años. Hallan marihuana y cocaína

La presencia de tres camionetas policiales y un par de patrulleros eran la primera evidencia de que algo rompía la normalidad del viernes por la noche en French al 6900. Media docena de efectivos de la Guardia de Infantería de Respuesta Inmediata (Giri) con sus caras cubiertas custodiando una casa era la confirmación. A la hora del noticiero nocturno en la televisión, en el barrio Fisherton Industrial la policía allanó una casa donde secuestraron varias bochas de estupefacientes -cocaína y picadura de marihuana- y un revolver calibre 22. A su vez detuvo a cuatro personas, dos de ellas mujeres de 13 y 15 años. Todos quedaron imputados, en primera instancia, por infracción a la ley 23.737 (estupefacientes) y por tenencia ilegal de arma de uso civil. Para los pesquisas las menores ejercían la prostitución y también vendían droga.

"Ya no se podía vivir. Era un desfile de gente todo el tiempo, sobre todo de viernes a domingo. No sé si habrán agarrado a un gordo que andaba con una (pistola) 45 en la cintura y miraba a todos como sobrando", se preguntó un vecino del barrio, mientras efectivos de Unidades Especiales requisaban la casa de French entre Colombia y Ecuador. Siguiendo la pista de reducidores de bienes robados, los vigilantes encontraron puertas hacia adentro a dos mujeres adolescentes (Vanesa, de 13 y Carolina, de 15), quienes dijeron no vivir en el lugar. También estaba un hombre de 51 años -identificado como Mario Florial S.- y un presunto comprador de estupefacientes (Luis Gabriel J., de 22 años), quien llegó en el momento menos indicado, minutos antes de la llegada de la policía.

También encontraron cuatro bollitos con picadura de marihuana -de 12 gramos promedio cada uno- y once bochas de cocaína, con pesos que variaban entre 0,4 hasta los 3 gramos. "A una de la menores se le encontró droga entre sus vestimentas y una fuerte suma de dinero", confió una fuente de la investigación. Además, secuestraron un revólver calibre 22 cargado.

En esta causa intervienen el juez federal Germán Sutter Schneider, el juez correccional Juan Carlos Curto y el juez de menores Jorge Zaldarriaga.


Por la fuerza
Munidos con una orden de allanamiento y con el comisario mayor Alejandro Franganillo -jefe de la agrupación Unidades Especiales- a la cabeza, los uniformados llegaron hasta Fisherton Industrial. A simple vista y para el que desconozca la dinámica del barrio, la casa con la numeración 6980 era una de las viviendas más coquetas de la cuadra. Con su frente revestido en lajas marrones, su puerta de chapa verde ya mostraba cerca de las 21 del viernes que alguien no quiso abrirle paso a la policía. Los Giri ingresaron valiéndose de un ariete, especie de barra de hierro maciza con manijas.

La casa tiene una puerta de entrada y otra de ingreso a un pasillo. Esa entrada escondía una pequeña ventanita de 20 por 20 centímetros que conectaba la vivienda con el pasillo. Una ventanita ideal para vender mercancía. Todo a un metro de la entrada del pasillo, perfectamente camuflado por la puerta de ingreso. "La casa no es de nadie", explicó un pesquisa. "La pibas dicen que no viven ahí, pero estaban adentro. El de 51 años dice que no vive ahí, pero estaba en la casa. Y al otro lo agarramos con una bochita", comentó el vigilante.

"El dueño de la casa se murió hace más de dos años y el año pasado se metieron a vivir una familia de gitanos", confió una vecina. "Hace dos o tres meses se la vendieron a estos tipos", comentó. "Estos tipos" como los definen los vecinos serían dealers (vendedores de droga) que operaban en el barrio. "Esto era un desfile de gente con autos toda la semana. Aflojaba un poco los lunes, pero después venían hasta con chicos a comprar. Siempre andaba por la zona un Sierra (Ford) gris", comentó otro vecino.


La bici del comprador
A metros de la casa, entre el frente y la zanja, quedó tirada una bicicleta color naranja del supuesto comprador. Mientras puertas adentro los detenidos cumplían con el ritual de la detención, afuera los vecinos espiaban desde la esquina. Algunos hasta desafiaron la mirada policial al sentarse frente a la casa a tomar un porrón. Sobre el pavimento varios autos pasaron "como si nada" mirando la inusual custodia en la casa. Y algunos muchachos caminaban la cuadra, con la manos en los bolsillos y cara de póker, mirando el accionar de los uniformados.

"Aparentemente las pibas trabajaban (prostituyéndose) en la casa y también vendían droga", explicó un investigador policial. "A una de ellas le encontramos droga entre sus ropas y más de mil pesos encima", confió la fuente al referirse a la menor de las pibas.

Ahora el juez de menores 1ª trata de dilucidar qué hacían las menores en este "aguantadero" con un certificado movimiento de gente "en su mayoría hombres", como lo definió un vecino.

Mientras los vigilantes se llevaban a los detenidos, la droga y el calibre 22, uno de los pibes del barrio preguntó como al pasar: "¿Che, agarraron mucha (droga) en la casa?". A pocos metros del lugar, el allanamiento se palpitaba de diferentes maneras. Los vecinos más viejos, algo aliviados, se formaban en grupitos para conseguir noticias sobre el operativo policial. Y bajo la luz de la calle, casi en la bocacalle, varios muchachos en bicicletas miraban desafiantes a los uniformados que cerraban, al menos por el momento, uno de los quioscos que hay en al oeste de la ciudad.

La bici de un presunto cliente quedó en la vereda.