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 sábado, 09 de julio de 2005  
A tres años. Bases de la sentencia contra tres uniformados por abusar de una adolescente en la comisaría de barrio Martin
Triple violación: qué valoró el juez para condenar a los policías
Fue clave la precisión de la chica al reconocer a los agresores y su descripción del lugar del ataque. También la pericia sobre el trauma que le dejó la experiencia. Y lo señaló la mujer que recibió su llamado desde la seccional

María Laura Cicerchia / La Capital

La adolescente de 16 años que en 2002 denunció haber sido violada por tres policías en la seccional 1ª hizo una descripción minuciosa de los recovecos de la comisaría de barrio Martin. Pero de atenerse a los registros oficiales ella nunca estuvo allí: su nombre no figura en el parte de guardia de esa noche. Sin embargo, se demostró que hizo una llamada telefónica desde la comisaría, que identificó en el acto a tres uniformados como quienes la sometieron en el lapso de una hora, que sufrió por ello un profundo trauma acreditado en pericias psicológicas. Estas son las razones por las que, el jueves, un juez condenó a tres efectivos por violar a la chica mientras estaban armados, en una repartición pública, en ejercicio de sus funciones policiales.

El fallo del juez de Sentencia Antonio Ramos absuelve además a cinco policías que no estaban imputados del ataque sexual pero sí de irregularidades en la detención de la joven y de un chico que la acompañaba. En algunos casos los favoreció la duda y en otros un error procesal: estaban procesados por delitos que no les habían reprochado de modo manifiesto al momento de ser indagados.

La sentencia que cierra la causa por la triple violación policial que provocó un escándalo institucional en septiembre de 2002 fue dictada el jueves contra el cabo Ariel Canelo, el oficial ayudante Juan Manuel Morales y el oficial subayudante Fabián Patricio Ibarra. Los dos primeros fueron condenados a 14 años de prisión por los abusos sexuales con acceso carnal, la privación de la libertad de la joven y un intento de extorsión. Esto último no le fue achacado a Ibarra, quien por ese motivo obtuvo dos años menos de pena. El fallo, no obstante, no está firme aún porque fue apelado. Será revisado por la Sala III de la Cámara Penal.

Hubo varios elementos que, según se lee en la sentencia, tuvo en cuenta el juez Ramos para condenarlos por violar a la chica el 26 de julio de 2002. Esa madrugada, la joven de 16 años había salido a bailar a un boliche del centro con el novio de una amiga. Según denunció, el muchacho en un momento se alejó para "rescatar" algo de dinero y reapareció cuando ella esperaba un colectivo. El se ofreció a llevarla en taxi. En el trayecto, un hombre vestido de civil, en un auto particular, los detuvo. Le sacó 200 pesos y un revólver al menor y luego llamó por handy a los policías de la 1ª, que se llevaron al muchacho y a la chica.

Allí tuvo lugar otra secuencia irregular: la joven fue usada como intermediaria para chantajear a la madre del detenido. En un llamado desde un teléfono público y en otro desde la seccional, le transmitió a esta mujer el pedido de los policías: 200 pesos a cambio de la liberación del joven sin manchas en su prontuario. Pero la madre del chico no accedió.

Acto seguido, de acuerdo a la joven, la llevaron a una habitación mientras una empleada policial permanecía en la guardia y su compañero preso. Cerca de las cinco de la madrugada, tres efectivos la violaron sucesivamente y luego la amenazaron para que no hiciera la denuncia. La joven silenció el episodio 40 días. Hasta que se reencontró con ellos en la calle y la insultaron. Conmovida por ese incidente, habló con su madre y decidió acusarlos.

En el parte de guardia no quedó registro del paso de la chica por el lugar. Pero la solidez de su relato, sumada a otras evidencias, hizo que el juez considerada probado que estuvo en la seccional y que los abusos existieron. En primer lugar, porque las dos llamadas telefónicas a la casa del joven preso quedaron registradas en un informe de Telecom. "Esta chica me llamó a la noche. Me dijo: «Señora, venga a buscarme, estoy con su hijo»", relató la mujer.

Además, la chica describió con detalles la repartición de Juan Manuel de Rosas 1350, la cantidad de policías que la apresaron y los rasgos físicos de los mismos. Luego, en una rueda de reconocimiento, señaló a Ibarra, Canelo y Morales como quienes la habían ultrajado y además sindicó a otros tres que había visto aquella noche. Quienes, en efecto, habían estado trabajando.

Ningún informe médico, por el paso del tiempo, pudo probar si la chica había sido o no violada. Pero el resultado de la pericia psicológica fue revelador: detectó que la chica sufría estrés postraumático, que la asaltaban alteraciones en el sueño y temores, que con frecuencia sentía revivir los ataques sexuales.

El estudio destacó que ella tardó en realizar la denuncia por miedo a que no dieran crédito a su relato. Describió a la chica como una joven con actividades limitadas a su casa y su barrio, impulsiva, con baja autoestima y escasos recursos subjetivos que, por su personalidad, era poco probable que inventara esta historia.

Que no se haya asentado en el parte diario su paso por la seccional fue clave para la condena: fue tomado como una evidencia que refuerza el relato de la víctima. Por esta omisión fue condenada la agente Adriana Scaravilli. Ella admitió que estuvo a cargo del libro de guardia y que requisó a la chica esa noche. Le impusieron una pena de 2 años y tres meses de prisión condicional. Tanto ella como los otros condenados y el estado santafesino deberán resarcir a la víctima con 200 mil pesos.
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La comisaría de Juan Manuel de Rosas 1350.

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