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sábado,
09 de
julio de
2005 |
Terror en Londres. La capital inglesa, uno de los corazones financieros del mundo, recobró parte de su ritmo habitual. Sorprendentes relatos de testigos
Los londinenses intentan recobrar la calma tras los sangrientos atentados
Ansiosos y en silencio, volvieron a sus trabajos. Ya fue restablecida la mayor parte del servicio de transporte público, salvo en dos líneas de subterráneo
Londres. - El ritmo de Londres volvió ayer a una normalidad aparente y la red de transportes funcionaba sin grandes inconvenientes, salvo en dos líneas de subte, un día después de los feroces atentados que dejaron más de 50 muertos. La plataforma vacía de la estación King's Cross en la hora de mayor tráfico era ayer un recordatorio del horror vivido allí 24 horas antes.
Tras el retorno de cientos de miles de personas conmovidas y silenciosas a sus actividades, la ciudad fue cobrando durante la jornada el ritmo habitual, propio de uno de los corazones financieros del mundo. Con expresiones pétreas en sus rostros, los trabajadores echaban un vistazo a las fotos de londinenses salpicados con sangre, víctimas de las explosiones del jueves en tres trenes subterráneos y un autobús, que mataron a más de 50 personas.
En un túnel cercano a King's Cross, los equipos de rescate luchaban por recuperar cuerpos de los restos del destruido vagón que fue volado en los ataques, que también dejaron 700 heridos. "Es un poco espeluznante verla vacía", dijo Catherine Agnew, una trabajadora universitaria de 25 años, mientras su tren dejaba King's Cross hacia el centro de Londres. "Normalmente tiene cientos de personas pujando para entrar".
Agnew, con un periódico que tenía en su portada el titular "Día de horror en Londres", señaló que su tren subterráneo no se había detenido en King's Cross hace 24 horas porque la bomba justo había explotado. Los pasajeros hablaban de una mezcla de temor y desafío mientras subían y bajaban ayer de la red de subterráneos. Pero para las reducidas masas, las estaciones cerradas y los servicios semiinterrumpidos, era sólo un viaje más al trabajo.
Los emblemáticos colectivos de dos pisos de Londres, siempre repletos, circulaban con muchos menos pasajeros que lo normal y con desvíos obligados en las zonas todavía acordonadas del centro de la ciudad donde ocurrieron los ataques. En cuanto a los trenes, todos los servicios se prestaban con normalidad, a excepción de las líneas que terminaban en King's Cross, procedentes del norte de Londres. También funcionaba la línea de Eurostar, entre Londres y París, aunque registraba una baja en los pasajeros que arribaban a la capital británica.
Miradas atentas
Un hombre con auriculares iba dormitando con la cabeza apoyada contra la ventana de un vagón. Otro mantenía la mirada fija en avisos comerciales, mientras algunos observaban nerviosamente las mochilas y bolsos de los pasajeros. Muchos habían logrado escapar del desastre por minutos. "Hay alguien cuidándome", se rió Aisling O'Hara, una controladora de crédito de 24 años mientras salía del subterráneo en Oxford Circus. "Diez minutos después de salir el jueves de la estación de Russell Square la bomba explotó".
Por ninguna razón en particular ella había salido diez minutos antes de su rutina normal. Aunque ha sido evacuada de un tren el jueves, una elegantemente vestida Fiona Macleod, de 41 años, estaba allí de vuelta. "Todos están pensando en esto, pero es casi como si fuera normal", dijo Macleod, una administradora de arte.
Su tren subterráneo fue retenido en King's Cross después de que la bomba estalló en un túnel más adelante. Entonces ella llegó a su trabajo caminando y escuchó otra explosión en las calles. Ese fue el momento en el que la bomba voló el techo de un autobús rojo de dos pisos en una elegante plaza y mató a 13 personas.
Shana Glick, de 23 años, de Los Angeles, caminó ayer cerca de una hora para evitar el transporte público. "Realmente no quiero estar aquí. Traté de caminar pero me rendí", dijo la joven, ansiosa mientras descansaba en un banco en la plataforma de la estación de Oxford Circus. "Me hace sentir vulnerable. En los últimos meses pasé por todos los lugares que fueron atacados. Tengo este pensamiento recurrente: «¿Qué hubiera pasado si yo hubiera estado ahí?»".
Algunos pasajeros comentaban lo que parecía ser una leve presencia de agentes de policía en algunas estaciones de subterráneos. "Todos están muy silenciosos, todos están algo ansiosos", dijo Anil Patel, banquero de 40 años. "Una presencia policial obviamente calmaría los nervios de uno".
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Fotos
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La mayoría de los subtes fue normalizado, pero casi no hubo pasajeros.
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