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 sábado, 09 de julio de 2005  
"Los maestros argentinos son tan desiguales como lo son los argentinos"

Emilio Tenti Fanfani es investigador independiente del Conicet, también profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires y consultor del Iipe, entre un largo currículum que acredita su trabajo en el campo educativo.

Asegura que de la investigación encarada sobre la condición docente, y luego volcada al libro homónimo, lo sorprendió el grado de desigualdades económicas y culturales de los educadores. Considera que para salvarlas es decisivo un pacto político con los gobernadores.

En diálogo con La Capital, se explayó también sobre los cambios que cree deben darse en la regulación del trabajo docente.

-¿Qué resultado de la investigación lo sorprendió más?

-En primer lugar, las desigualdades. Ya no se puede hablar de un solo docente, sino de los docentes argentinos que son tan desiguales como lo son los argentinos. Un importante número vive por debajo de la línea de pobreza, y otro (menor) pertenece al quintil más rico de la población. Pero también hay desigualdades regionales, por ejemplo en el Noroeste argentino, uno de cada tres docentes tiene un ingreso que no satisface sus necesidades básicas. Es decir, hay desigualdades económicas, territoriales, materiales que se van a reproducir en otros planos. También entran en estas diferencias las vinculadas con los valores, el acceso a la cultura, que reflejan posiciones que tienen que ver con lo que pasa en el resto de la sociedad. Por ejemplo, de la investigación surge que no leen el diario todos los días o bien que no son frecuentes las lecturas de libros (de ficción). Los docentes no son los únicos, pero el dato se vuelve preocupante porque se sabe que son quienes tienen que transmitir cultura.

-¿Estas desigualdades no marcan entonces la necesidad de pensar en una política más integral hacia los docentes?

-Sí. Si queremos vivir en una sociedad donde exista la idea de nación, equilibrada en su desarrollo y armónica en el territorio, tendrá que darse una intervención muy fuerte para corregir esas desigualdades. Hacen falta rediscutir políticas que atiendan a la distribución del conocimiento. Y, en el sistema educativo considero que el factor humano es determinante. Lo digo porque, a pesar de las carencias evidentes (falta de edificios adecuados, aulas acondicionadas, etc.), en el país se ha invertido más en infraestructura que en competencia de los docentes.

-Y las desigualdades persisten más allá de las decisiones que se anuncian con la idea de igualar. Un ejemplo es el anuncio hecho por el presidente Kirchner de un piso de 700 pesos para todos los docentes del país, pero que en los hechos no se cumple. ¿Qué se debería ajustar para que esas políticas nacionales se concreten en las provincias?

-Esto no es sólo un problema de los ministros de Educación, son los gobernadores los que toman las decisiones estratégicas. Entonces hay que pensar en un pacto político con los gobernadores. Es decir, primero debe definirse la voluntad política y luego buscar los instrumentos que digan cuánto participa la Nación y cuánto las provincias. De todas maneras, considero que la educación merece un trato aparte, como un capítulo de las políticas de desarrollo político, económico y social del país.

-Ante la complejidad que plantea el plano educativo, ¿qué docente requiere hoy el sistema?

-En las escuelas no debe haber sólo docentes, sino que también debe haber nuevas figuras. Si uno mira lo que pasa en otros países más desarrollados, dado la complejidad de la realidades, la tarea de transmitir conocimientos de una generación a la otra ya no es sólo competencia de un especialista en pedagogía. En Francia, por ejemplo, se han creado nuevas figuras escolares: el psicopedagogo, el mediador, el animador cultural, el nutricionista, entre otras. En las instituciones educativas ya no hay sólo docentes en el sentido tradicional de la palabra, sino equipo de profesionales que lo auxilian para resolver los nuevos problemas y desafíos que plantean las nuevas generaciones. Es preciso diversificar la figura profesional de la enseñanza. Además, porque a los docentes, los nuevos desafíos (que plantean las realidades cada vez más complejas) les provocan serios cuestionamientos a su identidad profesional: se ven haciendo cosas para las cuales no tienen recursos y sobre todo en condiciones (socialmente) muy complejas. Allí tienen que estar estos profesionales, el maestro no puede convertirse en maestro psicólogo, maestro antropólogo o maestro mediador. Es imposible. Solo no puede, requiere un trabajo de equipo.

-Si se piensan en políticas integrales hacia los docentes, no cree que las mismas deben ir junto a leyes que acompañen criteriosamente estos cambios. Por ejemplo, ¿no merece al menos un debate entre los maestros las variables que se usan para determinar las diferencias salariales entre un docente y otro?

-No creo que haya reformas o modernizaciones sin atender a este debate. Es un tema que hay que hablar y negociar los con los sindicatos docentes, porque aquí tienen mucho que ganar los educadores, y esto repercute favorablemente en el sistema educativo. Se trata de una ganancia en el camino de su profesionalización. Hay que redefinir las condiciones de trabajo, y esto implica también mirar los criterios de ingreso, de ascenso, de evaluación del trabajo de enseñar. Si se quiere modernizar el sistema no se pueden tener regulaciones que respondieron a una lógica de hace 60 0 70 años.

-¿Estos cambios servirían para corregir esas desigualdades que destacó antes?

-Lo mejor es tener una regulación moderna, donde el interés corporativo de los docentes coincida con el interés de todos: de alumnos, padres. En estos cambios hay condiciones para que ganen todos. Ocurre que a veces el temor es a perder las fuentes de trabajo; pero entiende que los sindicatos docentes no se pueden poner en la perspectiva de los bancarios o los metalúrgicos, que padecen los problemas de la tecnología, de las transferencias y si encuentran mejores condiciones en China que en Rosario la empresa se va. La escuela no se puede ir y cuanto más se desarrolle su fuente de trabajo más se desarrollará el sistema educativo, será más inclusivo y su trabajo más calificado. Se trata entonces de enriquecer el trabajo de los docentes. Y esto se hace con el diálogo.

-Claro que primero es preciso cambiar las condiciones de trabajo: mejores salarios, sin pagos en negro, en buenas escuelas...

-Por supuesto. Es lo primero. Porque si ni siquiera se cumple con el pago salarial, no hay negociación posible, nadie se puede sentar a dialogar. Entonces se trata de ligar el debate salarial y las condiciones de trabajo, con el contenido del trabajo y las regulaciones acordes. Verlo en conjunto, como una totalidad.
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