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miércoles,
29 de
junio de
2005 |
Los comicios gallegos resultaron otro golpe para los conservadores españoles
Galicia enfrenta el fin de una era política
El ajustado triunfo de los socialistas revalida la gestión de Zapatero pero complica el panorama de gobierno
Santiago de Compostela. -El resultado de las elecciones en Galicia no sólo supone el final de la era de Manuel Fraga, que tras casi 16 años en el poder deberá ceder el gobierno a la oposición socialista. También es un duro golpe para el Partido Popular (PP), que después de perder su bastión gallego ya sólo gobierna en siete de las 17 autonomías que conforman el Estado español, y encima debe asumir este triunfo del PSOE, con Emilio Pérez Touriño a la cabeza, como una validación a la política del presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Si bien todo apunta a que Fraga no abandonará por el momento el escenario político, ya que su intención es encabezar la oposición, el desenlace electoral es amargo para este veterano político de 82 años, que fundó el PP y tendrá que dejar el poder pese a haber logrado la quinta victoria consecutiva para su partido.
De hecho, para continuar como presidente de la Xunta de Galicia le faltó ganar sólo una banca, la que finalmente permitirá gobernar a Pérez Touriño en coalición con el izquierdista Bloque Nacionalista Galego (BNG).
Así las cosas, "Don Manuel", el decano de los políticos españoles y último superviviente en actividad de la dictadura franquista (1939-1975), en la que se desempeñó como ministro de Información y Turismo, vive su particular "otoño del patriarca", como lo definen sus detractores en alusión a uno de los títulos de Gabriel García Márquez.
De todas formas, Fraga no es el único que está tratando de digerir la derrota. La pérdida de la mayoría absoluta en Galicia también puede poner en aprietos al líder del PP, Mariano Rajoy, que además es gallego de nacimiento. Oriundo precisamente de la provincia de Pontevedra, donde el voto emigrante finalmente no bastó para dar vuelta el resultado, Rajoy acumula ya cuatro reveses electorales seguidos: las derrotas en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004 -marcadas, eso sí, por los atentados islamistas en Madrid tres días antes-, y en las europeas de ese mismo año, el retroceso en los comicios vascos de abril pasado y ahora la pérdida del feudo gallego.
El panorama tampoco se le presenta fácil al PSOE. Los socialistas, pese a una fuerte subida de votos, accederán al gobierno gallego por la mínima, y lo harán gracias a una coalición con el BNG, lo cual condiciona su margen de maniobra. Además, tendrán enfrente a una oposición que se perfila muy dura. El PP tratará de demostrar que el binomio de socialistas y nacionalistas no sólo es una amenaza para Galicia sino para la unidad de España, y que la coalición es fruto del afán de los primeros de gobernar a cualquier precio.
"Un cambio tranquilo"
Sin embargo, el futuro presidente del gobierno de Galicia, Emilio Pérez Touriño, es un político del diálogo y el consenso, que propone "no mirar atrás con ira". Frecuentemente comparado con Zapatero por su estilo político, el socialista prometió no "hacer leña del árbol caído" con respecto a la derrota del PP.
Nacido en La Coruña pero enamorado de Pontevedra, Pérez Touriño, de 56 años, anticipó en la campaña un "cambio tranquilo", al igual que lo hizo Zapatero antes de llegar a la presidencia del gobierno central en 2004.
Considerado un hombre pragmático por excelencia -hay quienes dicen que es mejor gestor que político-, la vida profesional de Pérez Touriño está ligada a la Universidad de Santiago de Compostela, donde se doctoró en Ciencias Económicas y fue profesor durante 12 años. Allí también comenzó su carrera política, ya que en los años 60, en plena dictadura franquista, fue como estudiante un destacado militante del Partido Comunista, que desde la ilegalidad luchaba contra el régimen.
En 1985, y desde posturas ya más moderadas, incursionó en la política nacional de la mano del PSOE. Entre 1985 y 1994, en la etapa de Felipe González, fue subsecretario de Estado del Ministerio de Transportes y ocupó la secretaría general de Infraestructuras del Ministerio de Obras Públicas.
Después de la debacle de los socialistas gallegos en las elecciones regionales de 1997, cuando los nacionalistas del BNG los desplazaron del segundo al tercer lugar, Pérez Touriño fue elegido secretario general de la formación.
Casado desde hace 33 años con la que fue su primera novia, María Esther Cid Cadavid, el político socialista es padre de dos hijos y desde hace poco abuelo. Sus aficiones son el jazz, la música clásica y los deportes al aire libre. Autor de varios libros y estudios sobre asuntos de desarrollo regional y economía, Pérez Touriño sabe que no es un político que arrastre a las masas. "Es probable que el carisma no forme parte de mis virtudes", reconoció.
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