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 miércoles, 29 de junio de 2005  
Aniversario sangriento. Ayer se cumplió un año del traspaso del poder en el país árabe
Bush sale a arengar a EEUU ante la caída de apoyo a la guerra en Irak
Los sondeos muestran por primera vez que una amplia mayoría rechaza la intervención en el Golfo

Washington/Bagdad. - El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, hizo anoche un discurso a la nación, en un intento de remontar la caída del apoyo de los norteamericanos a la ocupación militar de Irak. Los sondeos de esta semana mostraron por primera vez que la mayoría de los estadounidenses cree que el gobierno engañó al público sobre Irak y que sólo una minoría confía en que la Casa Blanca tenga un buen plan para solucionar el conflicto iraquí. EEUU ha perdido hasta ahora 1.742 soldados en Irak. En el país del Golfo se conmemoró ayer un año del traspaso del poder de norteamericanos a iraquíes con otra jornada de violencia, que costó la vida, entre otros, a un diputado, ex presidente del Parlamento.

La ocupación de Irak y su desgastante costo en vidas humanas estadounidenses está teniendo un fuerte impacto en la imagen del gobierno de George W. Bush. La mayoría de los estadounidenses desaprueba la manera en que el presidente republicano está manejando la guerra en Irak, pero está lejos de pedir el retiro inmediato de las tropas, de acuerdo a una encuesta de ABC News y el diario Washington Post. Por primera vez una mayoría respondió que el gobierno engañó intencionalmente al público al ir a la guerra y casi el 75% dijo que subestimó los desafíos que esto conllevaba.

Sobre Irak específicamente, el 56% expresó que desaprobaba el trabajo de Bush y el 62% que Estados Unidos había quedado empantanado en el país árabe. La mayoría rechazó también los dichos del vicepresidente Dick Cheney, quien afirmó que la insurgencia iraquí estaba "agonizando". El 53% piensa que la insurgencia está firme, y el 24% opinó que se estaba fortaleciendo. Sin embargo, casi el 60% de los encuestados dijo que pensaba que las tropas estadounidenses deberían permanecer en Irak hasta que sea reestablecido el orden civil. Asimismo, el 55% opinó que la guerra ha contribuido a la seguridad a largo plazo de Estados Unidos, 5 puntos más que a principios de junio.

Por otra parte, la última encuesta de CNN/Gallup conocida ayer mostró que sólo 37% cree que Bush tiene un plan consistente para terminar con los dos años de guerra en Irak. Un 45% opina que EEUU nunca podrá imponer un gobierno estable en Irak y 53% cree que la guerra en sí es un error.

Ante este cuadro de pérdida de consenso y cansancio de la opinión pública, Bush creyó oportuno lanzar una arenga a sus conciudadanos. Enmarcado por centenares de militares en una base del ejército en Carolina del Norte, pidió "paciencia" ante un trabajo "complejo y peligroso" en Irak. Entre las tropas de Fort Bragg, una base de la que han partido casi 10 mil hombres hacia Irak, el presidente reconoció las consecuencias negativas de la invasión del país árabe lanzada en marzo de 2003. "Como la mayoría de los estadounidenses, veo las imágenes de violencia y derramamiento de sangre. Cada imagen es horrible y el sufrimiento es real", admitió Bush, quien sin embargo agregó: "Pero esto vale la pena". Bush recalcó que "los terroristas pueden matar a los inocentes, pero no pueden detener el avance de la libertad", en referencia a la prosecución del calendario político iraquí. El presidente habló ante unos 750 efectivos del ejército y la fuerza aérea luego de entrevistarse con familiares de 27 soldados caídos en Irak y Afganistán.

Bush rechazó los crecientes pedidos para fijar un cronograma de retirada de los 135.000 efectivos estadounidenses en Irak. En vez de ello, consideró que debe mantenerse la estrategia actual: equipar a las fuerzas iraquíes de seguridad para que asuman la lucha contra los insurgentes y ayudar a los líderes políticos iraquíes en la transición hacia un gobierno democrático permanente. "Tenemos más trabajo por hacer y habrá momentos duros que pondrán a prueba la determinación estadounidense", sostuvo el presidente republicano.

En Bagdad, el día del aniversario del traspaso del poder del administrador norteamericano Paul Bremer al gobierno interino que luego convocó a las elecciones de enero pasado, fue, como se esperaba, una jornada especialmente sangrienta. En un ataque fue asesinado uno de los pocos diputados del nuevo Parlamento representante de la minoría árabe sunita. Dhari Ali al-Fayadh, quien formaba parte de la alianza de gobierno dominada por los shiítas, murió con su hijo y tres guardaespaldas al estallar un coche bomba suicida que impactó contra su auto en las afueras de Bagdad. Era el miembro más antiguo del Parlamento, y había actuado como presidente del cuerpo en su primer día de funcionamiento después de las elecciones de enero. Fayadh era uno de los 17 árabes sunitas de la asamblea de 275 representantes, y es el segundo parlamentario que es asesinado desde que entró en funciones el gobierno, en abril.
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En Bagdad fue asesinado un diputado que había presidido el Parlamento.

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