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miércoles,
29 de
junio de
2005 |
A nosotros
también nos pasó
Les agradezco haber publicado la experiencia terrible que da cuenta la carta del 26 de junio de este año, coincidiendo con lo relatado por ustedes el 6 de junio, sobre Adriana Casalotti. Somos muchos los que padecimos lo mismo y peor todavía... ¿Será posible criticar a un supermercado y denunciar sus maltratos o abusos? Mi familia fue en estos días víctima de un suceso irresponsable e injusto, cometido por un "error" del que todavía nadie pidió disculpas, ni reparó. Para atenuar la bronca y la angustia, lo "comentamos" y detectamos que muchos transitaron experiencias parecidas, en escenarios de "supermercados" y otros territorios... Lo más terrible es que lo viven casi a diario, los "negritos de la villa", portadores de fenotipos sospechosos, como en la época de Lombroso. Muchos de ellos no "salen" y son parte de los 62.000 seres encarcelados en el país, que según el Colegio de Abogados de Buenos Aires le cuestan a la Nación 3.000 pesos mensuales por detenido... Cálculos aparte, prefiero recordar a don Cipriano, el almacenero de mi infancia, a quien jamás se le hubiera ocurrido sospechar de algún cliente por su "fenotipo", o su "parecido", a pesar de vivir y trabajar en Cochabamba y Esmeralda, que en esos años era una esquina de "villa". Si el supermercado de la zona sur tiene ubicaciones que considera "riesgosas", seguramente le conviene y no justifica que maltrate y estafen a sus concurrentes, (según relatos tomados) y, menos todavía, que utilicen a la policía para llevar a cabo sus injusticias. Los medios de comunicación podrían invitar a compartir relatos que asombrarían a muchos de los que todavía asisten a estos "súper" comercios.
Mirta Guelman
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