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 domingo, 26 de junio de 2005  
Chile al sur: nieve y calor en un spa de nivel
El complejo Termas del Chillán complementa deportes de invierno con tratamientos de aguas volcánicas

Carlos Colombo / La Capital

Mucha nieve, excelentes pistas de esquí, aguas termales y un spa de primer nivel es una combinación perfecta para pasar unos días inolvidables. Si a eso se le suma una gastronomía internacional y una bodega con más de 250 etiquetas dentro de un confortable resort con 120 habitaciones y una atención personalizada, la opción pasa a ser imperdible. Estamos hablando de Termas de Chillán, en plena Cordillera de los Andes, al sur de Chile.

El paisaje es inigualable. Enclavado en la base del volcán Chillán (que le da nombre al complejo hotelero y a la ciudad que está a 80 kilómetros) se puede disfrutar de montañas nevadas en medio de bosques naturales, donde se encuentra una pista de esquí de 14 kilómetros de extensión.

Se puede decir que Termas de Chillán está a la altura de los centros vacacionales más importantes del mundo. Turistas de toda Latinoamérica, Europa y Estados Unidos lo certifican cada año disfrutando de este pedazo del mundo a 400 kilómetros al sur de Santiago, la capital de Chile.

Llegar a Chillán es de por sí interesante. Se puede ir por aire - Lan sale desde Rosario- a Santiago de Chile, donde se hace una combinación hasta la ciudad de Concepción, el segundo puerto de importancia del país trasandino. En ese aeropuerto esperan 4x4 o minibuses del hotel para depositarlo en un lugar de ensueño.

Claro que también hay otra opción "harto interesante", como dicen los chilenos. Desde la Estación Ferroviaria Central de Santiago se puede tomar un tren de alta velocidad que en cuatro horas, cruzando valles y montañas, lo dejará en la ciudad de Chillán.

La base del resort está ubicada a 1.600 metros sobre el nivel del mar, donde se encuentra el Gran Hotel Termas de Chillán, un cinco estrellas con la característica arquitectura de montaña; el hotel Pirigallo, de tres estrellas, y seis edificios de condominios alpinos de departamentos para cuatro, cinco o seis personas con servicio de camareras. La otra opción para alojarse es el recientemente inaugurado hotel Pirimahuida (tres estrellas), emplazado en la bellísima Las Trancas, un típico pueblo de montaña a sólo 7 kilómetros de las pistas de esquí.

Para los amantes del esquí, Chillán es una opción perfecta. Así lo demuestran los 24.000 paquetes turísticos vendidos el año pasado o los más de 60.000 desplazamientos a las pistas de esquiadores en la temporada anterior.

Pero si no sabe esquiar no descarte visitar Chillán y volver hecho todo un esquiador. Lo único que necesita son ganas de aprender. El complejo hotelero ofrece la renta de equipos, ropa adecuada y un grupo de instructores que harán del novato, adulto o niño, casi un profesional.

La atención y dedicación de los instructores es infinita y luego de algunas caídas se sorprenderá bajando las pistas como si hubiera nacido con los esquíes puestos. Tanto el Gran Hotel, como el Pirigallo y los condominios permiten salir y llegar a los alojamientos con los esquíes puestos. Una ventaja muy apreciada por los esquiadores avezados y poco frecuente.

La vista no alcanza para apreciar las 10.000 hectáreas que suman el complejo esquiable del resort, con un nivel vertical de 1.100 metros. La fama de la calidad de la nieve y de las pistas hace tiempo que traspasaron las fronteras de Chile y son apreciadas en todo el mundo. Todos los años, varios equipos europeos eligen las pistas de Chillán como centro deportivo de entrenamiento durante el verano del viejo continente. El complejo cuenta con 29 pistas (una de ellas de 14 kilómetros) con 9 andariveles.


Elija su pista
Claro que si es un avezado esquiador y amante del vértigo no puede perderse la variante Heliski, que lo llevará hasta la cima del volcán Chillán, a 3.200 metros de altura, para descender desde allí marcando su propia pista sobre un inmenso colchón de nieve virgen y terminar entre bosques milenarios.

La temporada invernal de Termas de Chillán termina con el Campeonato Internacional de Polo sobre Nieve, que cada año convoca a un número mayor de deportistas.

A esto hay que sumarle la posibilidad de disfrutar un viaje en trineo tirado por corpulentos perros Alaskan Malamute y sentirse, aunque sea por un momento, casi Papá Noel. Si prefiere el ruido de los motores podrá desplazarse por esos inmensos campos blancos montado a bordo de una moto de nieve.


Spa y vida saludable
No todo es nieve y esquí. Termas de Chillán cuenta con un servicio de spa para el cuidado de la salud, la relajación, el embellecimiento personal y el descanso, para olvidarse del estrés y la rutina.

Allí, como en todos los demás servicios, lo que le da un plus adicional es la calidad y la calidez de la atención de todos los profesionales. El equilibrio entre el cuerpo y la mente se logra con creces.

Para una gran cantidad de pasajeros los spa forman parte importante de su estadía. El agua termal sulfatada, alcalina, bicarbonatada y sulfúrica y el fango vegetomineral llegan directamente desde el volcán Chillán.

Además de los baños termales, con clases diarias de gimnasia en las piletas, el servicio de spa ofrece múltiples tratamientos terapéuticos como los masajes descontracturantes, fangoterapia, aromaterapia, masoterapia, reiki, sauna, baños de vapor y azufre, hidromasajes, limpieza de cutis hidratante o drenaje linfático.

Una de las dos piletas termales es cubierta y, a través de pasadizos se puede acceder a la piscina exterior que ofrece la posibilidad de darse un baño a 39 grados de temperatura rodeado de la nieve hasta los límites mismos del natatorio. Con un poco de suerte podrá disfrutar de su baño en la pileta exterior mientras densos copos de nieve caen sobre su cabeza. Una experiencia inigualable.

Luego de un día de esquí, nada mejor para recuperarse que un baño termal en la pileta exterior, salir a las temperaturas bajo cero, tirarse "de huatita" a la nieve y volver a ingresar al agua para sentir en todo el cuerpo cómo cambian las temperaturas. Y llevarse el aplauso del resto de los bañistas. Si se anima a hacerlo una vez, seguramente volverá a repetirlo.

Todo el complejo cuenta con un total de 4 piletas termales, cuyas temperaturas varían entre los 20 y los 40 grados, construidas en la ladera de la montaña con un inmenso entorno natural.


Cocina para todos los gustos
Luego del vértigo del esquí, la pileta termal, unos excelentes masajes descontracturantes o un baño de vapor, es necesario reponer fuerzas. Para ello nada mejor que el restaurante Shangri-La del Gran Hotel. Ingresar al salón luego de bajar una bellísima escalera de madera y poder admirar la nieve desde sus inmensos ventanales ya predispone a disfrutar de un excelente almuerzo o cena. A esto debe sumársele la personalizada atención de los mozos (por favor, llámelos por su nombre o simplemente "garçon") y la amabilidad de los maitres.

Las opciones de la carta son amplias y contemplan gustos diferentes y sabores internacionales, étnicos y, por supuesto, de todo el Pacífico que baña las costas chilenas. "Yo la defino como cocina de creación", cuenta orgulloso Sergio Calderón, el chef jefe de la cocina del Gran Hotel.

"Acá estamos constantemente buscando productos muy chilenos para realzarlos con otros internacionales, por eso la llamamos cocina de creación", explica Calderón mientras no deja de darles órdenes a los 30 cocineros que tiene a su cargo, encargados del buffet frío, los platos principales, los postres y también la panificación con que se abastece todo el complejo hotelero.

Claro que si uno quiere cuidarse va a encontrar opciones gastronómicas que incluyen comidas saludables, bajas en colesterol, sodio, grasas y en caso de que el huésped necesite una dieta especial, se le preparará a su gusto.

Claro que la mayoría opta por degustar el variadísimo buffet frío que tiene todas las verduras de estación, fiambres inigualables, ceviches de mariscos y pescados del Pacífico (principalmente de Valparaíso, La Serena, Viña del Mar y Puerto Mont) con hongos, entre otras opciones.

A la hora de elegir el plato principal la cosa se complica. Es posible tentarse con un jabalí (criado especialmente con bellotas y avellanas), pero al lado aparece un "mariscal" de navajetas, picorocos, almejas, congrio y verduras y en la otra página el menú ofrece un plato combinando ciervo con cerdo, setas y avellanas en una salsa vinificada con los mejores tintos chilenos.

A no desesperar, siempre estará cerca de su mesa el mozo o el maitre para orientarlo. Hágale caso, jamás se va a equivocar.

En cuanto a los postres ya corre por la gula de cada uno, pero aconsejo dar una vuelta por la larga mesa donde hay desde frutas frescas, confituras, dulces, tartas y tortas (imperdible la selva negra) o simplemente un helado de limón para bajar todo lo anterior.

Sergio Calderón recomienda una entrada suave para no saturar el paladar y poder luego sí entrarle a un plato fuerte. Para ello nada mejor que un buen roulade del salmón de Puerto Mont. Si le gusta la cocina y quiere probarlo antes de ir a Chillán, aquí van algunos datos. Se deben apanar las fetas finas de salmón en cochayuyo (un alga del Pacífico u otra similar), y servirlos sobre un peure de palta con mote (semillas de trigo).

Otra opción es probar el emú (pariente cercano del avestruz criado en los campos de los dueños del complejo) en sus distintas preparaciones. Se trata de una carne fibrosa que suele acompañarse con verduras y timbales de arroz.

No se desespere, estos exquisitos platos no se acompañan con agua mineral, aunque la que viene de Chillán es recomendable después de cualquier actividad. La bodega del hotel cuenta con vinos de alta gama y tiene la mayor carta de vinos de Chile. Y esto no es una exageración. Se hace sumamente difícil optar entre las 275 etiquetas de cepas tintas y blancas, con y sin roble, que duermen esperando que las despierte de la cava.

Si no se anima o elegir entre las 275 etiquetas, la recomendación es la misma, déjese guiar por Sergio, Patricio o Jorge y disfrute de los excelentes vinos chilenos. Un sólo consejo: no deje de degustar el carmenere (la cepa tinta por excelencia) del valle del Itata que rodea Chillán.

Pero antes de ir a cenar es indispensable pasar por el amplísimo y cálido bar del hotel, elegir una buena mesa o si son varios, unos de los cómodos sillones que invitan a mirar el fuego del inmenso hogar o si prefiere una butaca en la barra, y allí Fernando le preparará el mejor pisco-sour de todo Chile y le contará los secretos de los mejores tragos, que luego podrá intentar imitar.

Todos los sábados se realiza la cena volcán, en el restaurante Shangri-La, donde se degustan los mejores platos de la cocina chilena, para terminar con el postre volcán flambeado y luego un baile con la orquesta propia del hotel y todo el equipo de animación.
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El resort está a la altura de los centros vacacionales más importantes del mundo.

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