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 domingo, 26 de junio de 2005  
[Lecturas] - La saga de Kurt Wallander
Un detective en la era de la globalización
El escritor sueco Henning Mankell reflexiona sobre democracia y sociedad en sus textos policiales

Carlos Roberto Morán

La saga que tiene como protagonista al policía sueco Kurt Wallander prácticamente se ha completado con la publicación de "Cortafuegos", novela de 1997 vertida el año pasado a nuestro idioma y recién distribuida en el país. Las historias policiales urdidas por el nórdico Henning Mankell (Estocolmo, 1948) con Wallander como protagonista, se completan con "Pirámide", libro aún no distribuido entre nosotros e integrado por cinco relatos en los que se recuperan los primeros años de servicio del inspector, y con "Antes de la helada", publicado originalmente en 2002, el primero que desplaza al detective a un segundo plano porque quien se encarga de la investigación es su hija Linda, incorporada a la policía. Ese libro, hasta ahora último de la serie, se conocería en nuestro idioma el año próximo.

Mankell casi ha sido "deglutido" por su criatura literaria. Tanto es así que a pesar de haber escrito una veintena de novelas y obras de teatro, además de ser actor y director teatral, se lo conoce masivamente por la saga de Wallander, traducida a una treintena de idiomas, de las que se han vendido cerca de 20 millones de ejemplares en el mundo y ha llegado al cine y la televisión. Aunque el autor afirma que poco o nada lo une con el inspector de policía, lo cierto es que ambos tienen, respecto de su país y del estado del mundo actual, una coincidente visión desesperanzada.

Las historias de Wallander cubren centralmente la histórica década del 90 del siglo pasado, cuando caen el Muro de Berlín y los llamados grandes relatos de la historia. Se consolida la globalización, el neoliberalismo arrasa con los pueblos y las economías y la marginación se vuelve moneda de cambio universal. El escepticismo cunde y llega a las orillas mismas de la hasta esos años contenida Suecia, territorio por excelencia del Estado de Bienestar.

"¿No tendrá la democracia sueca un precio que pueda llegar a parecernos demasiado alto y deje de merecer la pena pagar?", se pregunta Wallander (Mankell). Nuevamente hay algo podrido en el reino de Dinamarca y las marcas de esa percepción son los crímenes que debe investigar el inspector, muchas veces a riesgo de su vida, producidos en la región de Escania, ubicada al sur de Suecia y en la frontera con Dinamarca.

Como dato particular y anecdótico, las historias que narra están datadas y en no pocas oportunidades han sido recreaciones de hechos reales. En "Asesinos sin rostro" (1991; la historia transcurre un año antes), Wallander, que se ve envuelto en el doble y atroz crimen de dos viejos campesinos, tiene cuarenta años, una hija que ha dejado la adolescencia y también el hogar familiar. Wallander es además abandonado por su mujer y entonces busca refugio en la música de ópera mientras intenta restablecer un difícil diálogo con su padre, pintor de pintura adocenada.

En la siguiente historia, "Los perros de Riga" (1992) son dos letones -Letonia se encuentra muy próxima a Suecia- los que aparecen muertos en un bote a la deriva. Este relato, que transcurre en 1991, le permite a Mankell incursionar en la política internacional y en los cambios que estaban produciéndose en el entonces campo soviético. Una historia que se imbrica en la lucha por el poder y el tráfico de estupefacientes le posibilita a Wallander conocer a Baiba Liepa, mujer de la que se enamorará y que tendrá mucha significación en su vida.

"La leona blanca" (1993) tiene un prólogo ubicado en la Sudáfrica racista en 1918 y prosigue en la más democrática Suecia, en 1992. El racismo, la presencia del inmigrante, la creciente xenofobia que advierte en su país, serán las marcas de la saga de Mankell. En la novela, una agente inmobiliaria es brutalmente asesinada en una apartada granja de Escania. Al parecer, vio algo que no debía ver y el desenlace de la historia hablará de los seres siniestros que parecen querer revivir, de una manera u otra, el loco proyecto milenario del Tercer Reich.

En "El hombre sonriente" (1994), Wallander debe descifrar la muerte de un abogado registrada en una solitaria carretera en el otoño boreal de 1993. Eso lo llevará a relacionarse con las llamadas "altas esferas" del poder. Lo mismo ocurrirá con la historia siguiente, "La falsa pista" (1995), que transcurre entre junio y septiembre de 1994 y en la que aparece un asesino serial.

"La quinta mujer" (1996), aunque se trataba de la sexta historia de la serie resultó el primer libro de Mankell publicado en castellano, en el año 2000. En esta historia el escritor se permite dar una nueva vuelta de tuerca a cuestiones relacionadas con el racismo y la inmigración.

"Pisando los talones" (1997) habla de un Wallander que, además de haber perdido a su padre inmediatamente después de un viaje de reconciliación, se descubre afectado por la diabetes, aunque es el sentimiento de soledad, de pérdida de su relación con el entorno, lo que de verdad lo desacomoda. En esta novela -que transcurre en 1996- el policía debe desentrañar el misterio que se esconde detrás de la desaparición de varios jóvenes.

La serie se cierra provisoriamente con "Cortafuegos" (1998). El título refiere al programa informático que impide la incursión de "espías" en una PC. Es la informática, pero también la presencia -en este caso mundial- de la extrema derecha tratando de hacer un daño mortal al sistema capitalista para imponer sus condiciones, el centro de la historia.

La adhesión excesiva a las formas tradicionales del relato, la linealidad de las tramas y la innecesaria extensión de las últimas novelas (además de las desdichadas traducciones "a la española") resultan los déficits más notorios de estas historias que, como contrapartida, se sostienen por la tensión que sabe imprimirle, los buenos retratos de un mundo desasosegante y en decadencia y, especialmente, los estados de ánimo de Wallander, el quijote nórdico que lucha también contra los molinos de viento.
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El autor. Henning Mankell casi ha sido deglutido por su criatura literaria.

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