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 domingo, 26 de junio de 2005  
Editorial
La EPE y un golpe a la reactivación

El programa de racionalización energética que en pocos días se pondrá en práctica en la provincia en un momento de plena expansión económica debe ser visto como lamentable, ya que carga sobre las espaldas del pueblo —fundamentalmente de los sectores productivos— el costo de una crisis provocada por la imprevisión.

En múltiples aspectos de la vida, los descuidos se pagan caro. Los errores e imprevisiones cometidos por el gobierno de la Nación en el crucial rubro energético, así como las naturales dificultades inherentes al cambio de modelo económico, han provocado una crisis que golpea al país y a su gente justo cuando más se necesita impulso para consolidar la auspiciosa reactivación en marcha. No se trata de una catástrofe, pero sí de un golpe que crea desaliento y mal humor en un momento inoportuno y que también afectará a los santafesinos, a partir del Programa de Uso Racional de Energía Eléctrica -cuya sigla, Puree, ya ha despertado comprensibles ironías populares-. Este será implementado por la EPE en un lapso de cinco días y se extenderá hasta que sea habilitada una nueva central generadora, lo cual en el mejor de los casos demandará un plazo de dos años.

El manifiesto objetivo del programa es bajar el consumo respecto del año pasado por lo menos en un diez por ciento. A partir de allí, se castigará a los usuarios residenciales que utilicen más de seiscientos kilovatios: el excedente al noventa por ciento de lo consumido en 2004 se facturará con un pesado recargo del ciento por ciento. Curiosa y equivocadamente, no existe contrapartida a la sanción: ninguna bonificación se ha fijado para aquellos que logren consumir menos.

El sector productivo -clave en la presente coyuntura, por lo que incide en la generación de mano de obra- también sufrirá en carne propia las consecuencias del desaguisado: los recargos se cobrarán en este caso a los incrementos que se registren en el horario pico de demanda eléctrica, entre las 18 y las 23. La misma Empresa Provincial de la Energía -cuya tarifa, según se sabe bien, se ubica entre las más onerosas del país- ha calculado que la medida afectará al 31 por ciento de los comercios y el 38 por ciento de las pequeñas y medianas empresas (pymes) santafesinas. El presidente de la Asociación Empresaria de Rosario, Elías Soso, después de comentar que la entidad recomendará apagar vidrieras y cartelería luminosa en el horario mencionado, aplicó puro sentido común al calificar de "inapropiado" el programa de racionalizacion en un momento de expansión económica y clamar por una recomposición tarifaria.

Ello no quiere decir que ante la situación que se vive no deba instarse a evitar el mero desperdicio, comprobable en aquellos que tienen el pésimo hábito de dejar luces encendidas en ambientes vacíos. Sin embargo, no es por espanto que se logrará crear conciencia. Mientras tanto -y como lamentablemente suele ocurrir con frecuencia en la Argentina-, quienes más se verán afectados por la racionalización "manu militari" son aquellos que trabajan y hacen trabajar. Una verdadera pena.
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