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 domingo, 26 de junio de 2005  
Tolerancia y respeto: educación para la paz

Marcela Isaías / La Capital

"Del dicho al hecho" parece ser la clave de las innumerables propuestas, campañas y proyectos que anteponen la tolerancia y el respeto como las bases de una educación para la paz.

No es casual que las escuelas o docentes, de manera voluntaria se reúnan para diseñar estrategias que hagan más convincente la idea de que el aula es un espacio para poner en práctica claras normas de convivencia. Es que, a diario, alumnos, maestros y padres se encuentran cara a cara para intercambiar pensamientos, costumbres y valores diferentes.

Y como la escuela es algo más que un lugar de paso obligatorio, donde se enseña a leer y a escribir, se convierte en el sitio donde se aprende a ser amigo, a entender que no todos piensan de la misma forma ni tienen las mismas preferencias, además de donde se comprende que las posibilidades de cambiar y crecer no llegan solas sino justamente de los lazos solidarios que se aprendan a construir.

En este mismo camino, son muchas las organizaciones que trabajan para que la educación para la paz no sea sólo un eslogan del momento, sino una práctica palpable en niños y adultos que conviven en un mismo mundo escolar.

Entre estas ONGs, la Internacional de la Educación -agrupa a todos los gremios de maestros del mundo- sostiene que "la educación es la clave para una participación efectiva en la economía global del siglo XXI, y debería ayudar a forjar sociedades justas para con todos sus ciudadanos, en las que se respeten los valores universales de la democracia y los derechos humanos, y cuyo desarrollo sea igualitario y sostenible".

Y porque la educación es su meta de trabajo, asegura que debe desempeñar un papel crucial para promover la democracia y construir sociedades tolerantes, para tratar de lograr un mundo en el que todos podamos vivir en paz y armonía y donde se respete la diversidad. También define a la escuela como el lugar "donde todos los niños, sin segregación o discriminación racial, son educados y al mismo tiempo aprenden a respetar y entender a los demás, de forma que contribuyen a la reducción de los prejuicios sociales, raciales y culturales".

Pero además, la organización que reúne a los maestros del mundo, da algunas pistas para tomar nota cuando se piensa en educar para la paz:

u Declara la importancia de reafirmar los valores de la educación en relación con el desarrollo personal y con los derechos y obligaciones de los ciudadanos en las sociedades democráticas.

u Enfatiza el carácter imperativo de los principios de igualdad de sexos y de no discriminación en ningún aspecto, así como de la necesidad de respetar la diversidad de culturas, tradiciones y lenguas.

u Fomenta la educación intercultural, porque entiende que es de crucial importancia respetar la cultura y la lengua materna de los inmigrantes y a la vez facilitarles el acceso a la cultura del idioma que les acoge.

u Pone el acento en la necesaria diversidad en el origen político, social y cultural de los profesores, que ayuda a garantizar el respeto a la libertad de pensamiento y facilita al tiempo que ayuda a los jóvenes a tener una mentalidad abierta y a desarrollar formas de comportamiento democráticas y tolerantes.

Claro está que en esta lista de prioridades, la posibilidad de acceder a la educación pública, gratuita y de calidad que ofrezca a todos los niños y jóvenes las mismas oportunidades de educarse, es la meta más urgente de cumplir para empezar a discutir de qué se habla cuando se propone educar para la paz.
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