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 domingo, 26 de junio de 2005  
Para beber: vinos con equilibrio

Gabriela Gasparini

Portador de un apellido ligado a la vitivinicultura argentina desde hace tres generaciones, Flavio Senetiner se lanzó al ruedo con los vinos Terza Volta de Bodega Sedna. En diálogo con Mujer, habló de este nuevo proyecto.

-El nombre Terza Volta se debe a que es tu tercera experiencia, empezaste en Nieto Senetiner, seguiste en Viniterra y ahora encarás solo este desafío.

-Sí, por una cuestión lógica. Pero además, porque me devané los sesos durante quince días para ver cómo les ponía, y esto me pareció atinado por varias razones. Una porque tengo tres hijos, la segunda porque soy tercera generación de los Senetiner en Argentina, y también porque es el tercer proyecto en el que estoy.

-Cuáles son las características de tus vinos.

-En esta primera etapa tengo un Cabernet Sauvignon y un Malbec, ambos cosecha 2003, y un champagne extra brut. Lo que se ha buscado es que sean vinos con una muy buena maduración en el viñedo para que eso repercuta en buenos sabores, colores y aromas. Utilizamos piletas chiquitas de cemento, de 17.000 litros, recubiertas con epoxi y con roble. Las duelas van alrededor de las piletas y hacemos fermentar directamente allí, así la integración de la madera es desde el nacimiento mismo, no tenés la madera por acá y el vino por allá, sino que se acoplan.

Se los deja dos meses más en contacto, por lo tanto, si bien tienen un toque de madera no es lo que prevalece, sino que es un complemento que resulta en un buen equilibrio entre fruta y roble. Salir con un solo producto tanto al mercado interno como al externo no es fácil, es muy difícil hacer vinos para todo el mundo, la tendencia en el exterior es que no sean excesivamente maderizados. Buscan vinos fáciles de tomar, ni pesados ni gruesos, no quieren esos que sirven para acompañar una comida muy importante o para un momento muy especial.

Por otro lado, pensando en completar un poco la línea, este año estamos sacando un Semillón. La idea era salir un poco de lo convencional.

-Cuando uno habla de Semillón piensa sólo en una o dos bodegas.

-Sí, es cierto, después aparecen semillones pero con cortes, con Sauvignon, con Chardonnay pero puros hay pocos. Vamos a sacar un Semillón y un rosé de Malbec.

-Los rosados están de vuelta, todas las bodegas tienen el suyo.

-Yo creo que hay una pequeña tendencia, y además, si se apunta al exterior, hay un bichito ahí muy importante, básicamente en Inglaterra, donde entrás con el rosado porque es lo que están buscando raro de Argentina y después complementás con algún otro producto. Son vinos para momentos diferentes, y también para entrar en la gente joven, porque no es fácil pasar de la cerveza o las bebidas gaseosas a un Cabernet de 18 meses en madera.

-Tenían Nieto, crearon Viniterra, y ahora emprendés lo tuyo ¿los proyectos tienen un techo?

-Es una actividad de la que es muy difícil despegarse, pasa a ser una parte tuya. Pero no sólo es que se llega a un techo, además hay un tema generacional que es complicado. Las empresas familiares de por sí son complicadas, del rubro que sea. Y cuando generacionalmente tenés conceptos diferentes, estrategias diferentes, optás por dos caminos, o te peleás con tu familia o das un paso al costado y seguís con lo que te gusta.

En el tema del vino hacés tu empresa según tus conceptos, tu análisis, tu experiencia que no son las mismas que tiene tu familia porque con el tiempo han ido cambiando muchas cosas, en mi caso pasa por ahí. Yo di un paso al costado y sigo en la actividad porque es lo que llevo adentro. Estoy fenómeno con mi familia pero cada uno por su lado, y nos seguimos juntando los domingos a comer fideos sin problema.

-¿Qué diferencias percibís entre hombres y mujeres a la hora de degustar un vino más allá de la idoneidad de las profesionales en la materia?

-Por un lado creo que, como decís, las profesionales hoy son cada vez más, están mejor preparadas y sobresalen en su trabajo. Por otro, hay estudios que aparecen de vez en cuando que dicen que las mujeres tienen una mayor percepción en lo que es la degustación, será porque están más acostumbradas tanto a los aromas de la casa como a los de los niños o porque tienen un sexto sentido.

Por mi parte, pienso que es una suerte que se haya superado la época en la que estaba mal visto que a una mujer le gustara el vino, resulta muy sexy ver cuando lo bebe, es parte de la sexualidad. Es muy sensual verlas moviendo la copa en fiestas, reuniones, cócteles, pero es una apreciación muy personal. Y gracias a las mujeres yo aprendí a no catalogar. Una vez en la otra bodega habíamos sacado el Malbec espumante, y yo cuando lo presentaba decía que estaba pensado básicamente para jóvenes y mujeres, entonces un hombre me dijo: "Yo debo ser gay y raro, porque soy viejo y hombre y me encanta este producto".

Eso pasó hace cuatro o cinco años, y aprendí que en el vino no tenés que encasillar a nadie. El vino que te gusta tomalo, disfrutalo y, en lo posible, compartilo, pero sin encasillar.

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