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domingo,
26 de
junio de
2005 |
La agroindustria toma con pinzas el repunte de la soja
Señalan que el movimiento de precios está muy ligado a la evolución del clima en EEUU. El futuro del sector
Marcos Cicchirillo / La Capital
Si la última remontada del precio de la soja se sostendrá en el tiempo, pocos en el sector agroindustrial se animan a afirmarlo. La mayoría de los productores y ejecutivos del sector coincidieron en señalar que todo dependerá de cómo evolucionen las lluvias en las próximas semanas en Estados Unidos, tierras a las que parece no sobrarle ni faltarle humedad en las zonas sojera y maicera.
Además señalan a los fondos de inversión, que operan con fuerza en Chicago, como los que se están mostrando más activos y sensibles a cada mínima variación. Con revisiones constantes en los modelos de simulación para intentar anticiparse a lo que sucederá finalmente en una etapa crítica para los cultivos.
De todas formas, nadie cree que si falta agua se puedan llegar a los 700 pesos de dos temporadas atrás, pero sí estiman que de llover algunos centímetros en un par de semanas, cuando el grano está en la etapa crítica de llenado, lo más probable es que el precio de la oleaginosa retroceda algunos escalones. No faltaron los más pesimistas que llegaron a colocar el valor de la tonelada más cerca de los valores del año pasado, aunque son los menos lo que piensan esto.
La respuesta más homogénea entre productores y directivos del complejo agroindustrial es que el mercado seguirá marcado por el clima estadounidense hasta agosto y que los precios seguirán "sostenidos" en una franja más parecida a las actuales, entre los 480 y 520 pesos.
Entre las variables que consideraron para especular que el precio no tiene posibilidades de volver a los 700 pesos argumentan que este año los stock mundiales son un poco más holgados que el año pasado y que China, a pesar de que volvió a comprar más que en 2004, no está siendo la aspiradora de antaño.
El medio ambiente
Las dos jornadas de disertaciones en el marco del congreso Mundo Soja 2005 dejaron como conclusión que gana cada vez más terreno dentro del sector el dilema entre productividad versus sustentabilidad. Un dato significativo si se tiene en cuenta que la mayoría de los presentes fueron técnicos, académicos y productores, además de varias de las grandes compañías proveedoras de insumos para el campo, y no organizaciones ambientalistas.
Está claro que todos los integrantes de la cadena agroindustrial pretenden ganar productividad y rentabilidad en su negocio, pero cada vez reconocen que la extracción de nutrientes al ritmo actual, a la larga puede terminar por quitarle una de las principales ventajas competitivas que tienen las tierras en la Argentina.
Por lo pronto, los que demostraron más interés en incluir dentro de sus sistemas de producción variables relacionadas con la biodiversidad y medioambientales son los grandes productores y grupos contratistas, algunos de los cuales reconocieron que están analizando estas variables por el impacto directo que tienen sus márgenes en el largo plazo.
En este sentido, Pedro Laterra, de la unidad integrada Balcarce de la Universidad de Mar del Plata, aseguró que "el capital ecológico de la Argentina puede estar agotándose".
"El explosivo aumento de la superficie cultivada con soja en el país, desplazando otros cultivos y sistemas pastoriles, ha dado lugar a un intenso debate entre sectores que interpretan este avance como un factor de progreso, y aquellos que ponen énfasis sobre el eventual impacto social, ambiental y económico de semejante simplificación en el uso de la tierra", aseguró.
Laterra sostuvo que hay que ser conscientes de que "la posibilidad de transformar y sustituir capital natural por manufacturas se encuentra limitada por restricciones tecnológicas que por el momento impiden la reproducción artificial de estructuras y procesos físico-biológicos fundamentales". Agregó que los riesgos se ven aumentados por "la irreversibilidad e impredictibilidad de muchos fenómenos naturales y procesos ecológicos".
En este sentido, el académico señaló que la Argentina es considerada como un posible ejemplo de aquellos países poseedores de un excedente ecológico más pequeño que sus exportaciones netas de capital natural y de capacidad sumidero.
"Paradójicamente, a pesar de que en esos países el consumo de su población requiere menos recursos bio-productivos que los disponibles en su territorio, su capital ecológico se encuentra sujeto a un paulatino agotamiento, frecuentemente mediado por mecanismos en los que suele intervenir una importante deuda externa, devaluación monetaria y un deterioro progresivo de los términos de intercambio comercial", remarcó.
En tanto, Claudio Ghersa, del Ifeva-Conicet, señaló que "la soja no es para siempre" y se mostró preocupado por la pérdida de la regulación de los agrosistemas, en particular de los componentes que acompañan a los cultivos, como los descomponedores e insectos. "Esto es peligroso", ya que explicó que esto puede generar una disminución de los rendimientos.
Para esto expuso algunos casos como el de Australia, donde "la rotación de sistemas de labranza en la que una serie de años de uso de la SD es interrumpida por labores oportunas del suelo o uno o más ciclos con cultivo con sistema laboreo de suelo y siembra convencional, se ve recompensada con mayores rendimientos, por su efecto sobre las malezas y los residuos".
La disertación generó la polémica y el rechazo entre quienes consideran estas posiciones como "seudoambientalistas", como calificó un referente del sector "opositor" que prefirió mantener en reserva su nombre, quien admitió que la preocupación gana espacio dentro del sector.
Lo cierto es que la mayoría de las empresas relacionadas con los insumos necesarios para "alimentar" a la soja prevén una creciente demanda en los próximos años.
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El dilema productividad versus sustentabilidad preocupa a los hombres de campo.
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