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lunes,
20 de
junio de
2005 |
Que el tiempo no se devore al plan
Alejandro Cachari / Ovación
Si miran hacia uno de los costados está Arsenio Ribeca, deshojando la margarita mientras espera el final del Clausura. De tanto en tanto, más bien tarde que temprano, Pomelo da alguna que otra orden para hacerle honor al lugar en el que se encuentra.
Si miran hacia el otro, el vidrio oscuro no les permite divisar figura alguna, pero saben que allí está el nuevo dueño de la pelota, el que decidirá quiénes juegan y quiénes no. El que determinará el futuro de varios. El que ratificará como titulares a otros.
Separados por poco más de 100 metros, Ribeca y Olmos marcan los extremos de un plantel que no sabe muy bien cuál es el límite de una transición incómoda por donde se la mire. El marco es bastante patético. Por eso, la casi segura llegada de Newell’s a la Copa Sudamericana se parece más a un milagro que a un proyecto de trabajo. El invicto de los rojinegros en el Parque lo mismo.
Sólo dos semanas separan a los rojinegros del comienzo de un nuevo ciclo. Allí las cosas serán mucho más claras. Las primeras conclusiones estarán vinculados a los coletazos de la transición. Que no será gratuita. Seguramente.
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