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sábado,
14 de
mayo de
2005 |
Autocríticas y búsqueda de consensos
-Tras la crisis de diciembre de 2001, el rector de la UBA Guillermo Jaim Echeverry llamó a las universidades a hacerse una autocrítica porque entendía que, en cierta medida, habían formado a la mayoría de la dirigencia política y económica que había conducido al país a esa situación. ¿Coincide con el planteo?
-Totalmente. La autocrítica rigurosa siempre es un hecho necesario, en toda la dirigencia política. Ahora, creo que el debate de fondo es más amplio, y tiene que ver con cuál es la responsabilidad social de la universidad. La universidad tiene tres funciones esenciales: la enseñanza, es decir, la función formar un profesional que sea técnicamente capaz; la investigación, que es esencial porque la actitud científica de la universidad hace que se renueve académicamente y vaya adquiriendo planos superiores de calidad; y la extensión, que es la que habla de la responsabilidad social del profesional. Entonces, la síntesis de estas tres misiones fundamentales de la universidad, hablan que tiene que ser un profesional altamente calificado desde el punto de vista técnico, con un espíritu científico, y con responsabilidad social. Esta es la misión central de la universidad argentina. Y de allí que deben salir de esa síntesis profesionales aptos.
-Tanto para el Congreso de la Lengua Española como para el lanzamiento del Polo Tecnológico en Rosario, se habló de un fuerte "lobby" en donde, más allá de sus diferencias, tanto empresarios como políticos y representantes académicos decidieron aunar esfuerzos en pos de estos proyectos concretos. ¿Se podría esperar en una actitud similar y que se cierren filas sobre los cambios que pide la universidad?
-Espero que sí, porque si no tenemos un futuro incierto como nación. Cuando uno ve hoy que la Comunidad Europea cifra sus máximos objetivos en el plano de la investigación y del desarrollo científico, mirando la ventaja que le lleva Estados Unidos, y viendo cómo achican esa brecha, está marcando qué es lo que se discute. Por eso insisto en que hay que destinar más fondos a la investigación y la enseñanza, y tener en claro que el conocimiento es la principal variable en la aldea globalizada. Y esto es responsabilidad fundamental de la dirigencia política. Si la dirigencia política no tiene claro esto, es muy difícil que podamos tener un futuro cierto.
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