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domingo,
24 de
abril de
2005 |
Lecturas
Historias de amor y perdición
Fernando Toloza
"Lo que se escenifica en India Song soy yo. Rigurosamente". La declaración de Marguerite Duras sobre "India Song", su película de 1974, le confiere a la cinta/texto un lugar central en su creación, algo parecido, aunque salvando distancias, al "Madame Bovary soy yo" de Gustave Flaubert. Escrita primero como una obra de teatro por encargo, "India Song" se transformó después en una película que retoma los intereses más caros a Duras y se plantea como centro de su producción cinematográfica, a la vez que escenifica muchas de las estrategias narrativas de la Duras literaria.
La publicación del guión de "India Song" por la editorial argentina El Cuenco de Plata, en una perfecta versión de Silvio Mattoni, recupera uno de los núcleos de la obra de Duras (ya había una edición en castellano publicada hace años en España por editorial La Fontana Literaria), y da a conocer el texto de un filme anterior de la escritora: "La música".
"India Song" emplea personajes de la novela "El vicecónsul", quizá la obra mayor de Duras, a pesar del empalago que en su momento produjo "El amante". Sin embargo, el filme no es una adaptación de la novela. Duras lo dejó en claro en las observaciones generales que preceden al texto del guión: "Los personajes involucrados en esta historia han sido extraídos del libro titulado El vicecónsul y situados en nuevas zonas narrativas. No es posible entonces remitirlos nuevamente al libro ni leer India Song como una adaptación cinematográfica o teatral de El vicecónsul".
La película/guión comienza con dos voces que hablan de una historia. Esa historia nunca se terminará de contar. Después de las voces aparecerán los personajes, en diálogos que, en el filme, se dicen con la boca cerrada, aunque esto no se pueda apreciar en el guión.
El lector-espectador tendrá que reconstruir lo que ha pasado y lo que está pasando. Duras sabe atrapar con los diálogos y desde los comentarios más triviales, en el límite con el chisme, irá mostrando la desesperación de un par de personajes, la medida de lo imposible reflejada por un país insondable, una especie de entrada al infierno, un canto de amor y perdición.
La película se exhibió en el Festival de Cannes en 1975. Hasta ese momento los filmes de Duras habían sido menospreciados por la crítica, con excepción del equipo de Cahiers du Cinema, según cuenta Laure Adler en una de las últimas biografías de Duras. "India Song" les dio a los críticos un modelo para armar que los dejó fascinados y los llevó a proclamar que la película de Duras era lo mejor que se había visto en el festival. La clave, cree Adler, fue que cada uno pudo armar su propia película. Celosa de su obra, Duras escribió un resumen de "India Song" y aclaró, para desacreditar eventuales interpretaciones, que ese resumen era "el único válido para la representación de India Song".
Según el resumen, la película era la historia de un amor en la India de los años 30, en una ciudad a orillas del Ganges y en la época del monzón de verano. Cuatro voces hablan de la historia pero no para ser escuchadas: no tienen conciencia del espectador ni tampoco se precisa su identidad. Junto a la historia de amor hay otra de locura: el hambre y la perdición de un hombre (el vicecónsul de Francia en Lahore) que siente que ha tocado, a través de la ira y el homicidio, el "horror hindú".
Las dos historias se presentan al espectador-lector a partir de una fiesta en la embajada de Francia en la India, en la cual Anne-Marie Stretter, la mujer que ha despertado y vivido las pasiones amorosas del relato, es la esposa del embajador.
Las historias que menciona Duras se adivinan en el texto, no están del todo expresadas porque la autora considera que la reconstrucción de un hecho pasado, especialmente amoroso, es algo imposible. El filme-guión se plantea entonces representar esa imposibilidad como la forma de ser más fiel al recuerdo.
En el filme hay un desfasaje entre la imagen y el sonido, y eso es una nueva fuente de sensaciones, escribió la biógrafa Adler sobre "India Song". El texto genera igual sorpresa y desazón, un desajuste a partir del cual el lector entra en sintonía con esa forma de contar la historia que es mucho más perturbadora que la versión lineal que se puede comprobar en el resumen propuesto por Duras, como advertencia para los críticos, al final del texto del guión.
La relación de Duras con el cine fue estrecha y muchas veces problemática. El texto de "Hiroshima mon amour"; el guión de "Moderato cantabile" dirigida por Peter Brook en una versión que disgustó a la autora y al propio Brook; los problemas con el codirector de "La música" (Paul Seban); la relación con Jules Dassin; el impacto de "India Song" y las anécdotas sobre cómo Gilles Deleuze y Edgard Morin estuvieron a punto de grabar las voces para el filme son algunos aspectos de ese vínculo entre Duras y el cine que la edición en la Argentina de "India Song" permite volver a abordar. Y recordar, para no transformar en idilio lo que fue desgarro una última declaración de Duras: "Odio esta película que nadie verá".
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