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 miércoles, 13 de abril de 2005  
Asonada. El crimen de un agente en el robo a un súper relanzó viejos reclamos
Gendarmería patrulla las calles por el acuartelamiento de la policía
Un numeroso grupo de uniformados y sus familiares clausuraron los accesos a la Jefatura. Demandan mejores condiciones de trabajo y elementos eficaces para combatir el delito. Críticas a los jefes y al gobierno

Ariel Etcheverry / La Capital

El asesinato del agente Diego Navarro, ocurrido la madrugada de ayer tras ser baleado en el asalto a un supermercado de La Florida, disparó ayer el acuartelamiento de la policía rosarina. La protesta se visualizó en la concentración de unos 200 efectivos en la Jefatura de la Unidad Regional II, lugar donde durante varias horas impidieron la entrada y salida tanto de vehículos como de personas. Como correlato de ello, la ciudad vio resentida notablemente la seguridad en sus calles, que ya en las primeras horas de la noche empezaron a ser patrulladas por efectivos del Destacamento Móvil 2 de la Gendarmería Nacional mientras se esperaban otros 100 hombres de esa fuerza provenientes de Córdoba. A ellos se sumaron algunas unidades de Orden Público y la Tropa de Operaciones Especiales.

Anoche, la protesta policial continuaba con un nutrido grupo de efectivos y familiares reunidos en la puerta de Jefatura a la espera de una respuesta oficial al petitorio formulado por los manifestantes a la cúpula de la URII. En el pedido se solicitaba el cumplimiento de la semana laboral de 30 horas, la provisión de elementos para combatir el delito, y un aumento salarial a través del blanqueo de los rubros en negro.

A lo largo del día, la situación vivida en la Jefatura tuvo varios momentos de tensión. Uno de ellos cuando una decena de efectivos de la Brigada Motorizada intentó salir a cumplir los patrullajes y el piquete montado sobre el portón de Ovidio Lagos al 5200 se los impidió. En medio de gritos e insultos, los policías se replegaron.

Otro instante de nerviosismo se vivió en horas de la mañana cuando el propio jefe de la URII, comisario general José Maldonado, "bajó" desde su despacho y enfrentó a los manifestantes para que desistieran de la medida, cosa que no logró y por la cual tuvo que regresar a su oficina prácticamente abucheado (ver página 33).

En general los principales jefes policiales recibieron gruesos cuestionamientos por parte de la tropa sublevada, pero también tuvieron que asimilar la mayor carga de insultos el gobernador Jorge Obeid; el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, y la jefa de la policía provincial, Leyla Perazzo, a quienes los rebelados responsabilizaron en forma directa por la precariedad de medios con las que deben desempeñar su tarea los casi 5 mil policías de Rosario.


Portones "clausurados"
El acuartelamiento fue toda una demostración del consenso que adquirió la Asociación Profesional Policial (Apropol) en los últimos tiempos dentro de la Unidad Regional II. Los dos accesos que tiene la Jefatura local, uno sobre Ovidio Lagos y otro sobre Francia, estuvieron cerrados durante 12 horas y ningún móvil oficial pudo entrar ni salir. Concretamente, frente el portón de Francia al menos 60 patrulleros y camionetas aguardaban con sus motores apagados, listos y dispuestos para salir. Pero no pudieron mientras duró la protesta.

Todo se inició entre las 6 y las 8 de ayer, horario en que debía realizarse el recambio de guardia. Las secciones que adhirieron a la medida en principio fueron las denominadas "de choque" o "de calle" como el Comando Radioeléctrico, la Patrulla Urbana y la Guardia de Infantería, todas pertenecientes a la Agrupación Cuerpos. Pero con el correr de las horas, la "convocatoria" se extendió a otras divisiones.

En el momento de mayor acatamiento de la medida, los voceros de Apropol aseguraron a La Capital que habían adherido el 80% del personal del Comando Radioeléctrico (Norte y Sur) y que los efectivos de la Guardia de Infantería, Patrulla Urbana y Guardia de Orden Urbano tampoco habían salido a las calles. En tanto, las fuentes manifestaron que el personal administrativo de la URII también se plegó al reclamo y que 300 uniformados, junto a familiares y vecinos, se mantenían apostados en el ingreso de la Jefatura.

Alberto Martínez (secretario adjunto de Apropol) dijo que "unas ocho o nueve comisarías trabajaron a puertas cerradas" y que "sus jefes y altos oficiales fueron obligados a salir a la calle, aunque se negaron". Por su parte, voceros del Comando Radioeléctrico Norte salieron a desmentir, a través de los medios de comunicación, el levantamiento de la protesta, como horas antes había asegurado el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa.

Los efectivos se presentaron sobre el portón de Ovidio Lagos al 5200 y desde el arranque impidieron el ingreso y egreso de vehículos como medida de protesta por el crimen de Navarro y la falta de respuesta del gobierno y las autoridades policiales a los reclamos de mejoras laborales y la falta de instrumentos adecuados para combatir el delito. A las pocas horas, ya había unos 80 uniformados que mantenían clausurada la reja e impedían la salida de cualquier móvil policial. A medida que pasaban las horas, el clima se enrareció y los policías involucrados en la medida comenzaron a denunciar "aprietes" de sus superiores para que levantaran la protesta.

Los únicos vehículos que pudieron salir fueron un par de camionetas de la sección Economato, que tenían la misión de repartir alimentos a presos y personal de comisarías. Otros a los que se les "levantó la barrera" fue a la comisión de Unidades Especiales, que a bordo de cuatro autos, salió para realizar allanamientos vinculados al crimen de Navarro.

Alberto Martínez, de Apropol, centralizó las demandas de los sublevados en tres puntos concretos: "Queremos una jornada limitada de trabajo consistente en 30 horas semanales en forma taxativa y que desaparezcan los recargos de servicios, que extenúan al personal en jornadas ilimitadas y vejatorias. Queremos que se produzca un aumento de salarios por vía del blanqueo de sumas en negro para que esto alcance a nuestros retirados y pensionados. Y solicitamos que se dé inmediata respuesta a la provisión de uniformes, equipos y armamentos que reemplacen el material obsoleto con el que contamos actualmente".

Martínez, de campera de cuerina marrón claro, remarcó que Navarro "estaba pasado de sueño", su arma "se trabó al tercer disparo" y "no tenía chaleco antibalas". Según el dirigente, la protesta tuvo un acatamiento del 90 por ciento en Jefatura, incluyendo al personal administrativo.


"No nos dan soluciones"
El clima que se respiraba por la mañana en los jardines de la Jefatura era de tensión. Conforme crecía el nivel de acatamiento a la medida, los policías involucrados se quejaban a viva voz de los aprietes que sufrían de parte de sus superiores. "Dicen que nos van a abrir sumarios, que nos van a trasladar y que un juez nos puede acusar de desobediencia. Nos quieren meter miedo. Pero no vamos a aflojar, porque no somos corruptos como ellos. Pongamos huevos y que nadie salga a la calle", manifestó con bronca un integrante del Comando. "Todo jefe tiene que cuidar su silla. Por eso nos quieren asustar", agregó otro a su lado.

"Estos jefes no dan soluciones. Terminamos poniendo el pecho a las balas y nos vienen a apretar", gritó otro hombre de azul, poco preocupado por la presencia de periodistas sobre la entrada de Ovidio Lagos. Mientras tanto, en la parte trasera de la Jefatura, donde un grupo de obreros trabajaban en la futura alcaidía, un hilera interminable de patrulleros hacían cola para salir a la calle. En ese lugar, otro grupo de Apropol les impedía el paso frente el portón que desemboca sobre avenida Francia.

"Hacemos esto para que no le pase a nadie más lo que le ocurrió a Navarro. No sólo a un compañero nuestro sino a toda la comunidad. Nosotros creemos en la seguridad pública. Lo que pasa es que esta cúpula está siempre del lado del gobierno corrupto", decía uno de los protestantes. Muy cerca de él, el jefe de la Agrupación Cuerpos, comisario Miguel Angel Rodríguez, fue categórico ante La Capital: "Tenemos órdenes de salir a patrullar. Eso queremos hacer, pero un grupo minoritario nos obstruye la salida". Fuentes de Apropol dijeron ayer que muchos oficiales y suboficiales fueron presionados por sus jefes para que se subieran a los coches, pero que igualmente no los dejarían salir.

Al entrar la noche, el gremio oficializó su propuesta y la presentó por escrito a los jefes de la URII. Estos quedaron en elevarla a la vicegobernadora María Eugenia Bielsa, que reemplaza a Jorge Obeid de viaje por China, y al ministro de Gobierno, Roberto Rosúa. Mientras tanto, unas 300 personas seguían bloqueando el ingreso y estaban dispuestas a armar una olla popular y quedarse allí hasta que el Gobierno les dé una respuesta.
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Los móviles cercaron los dos accesos a la Jefatura de la UR II.

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