| domingo, 19 de diciembre de 2004 | Un equipo que nunca se apartó de su libreto Tiro fue fiel a sus convicciones Allá va el Negro Ramírez corriendo las pelotas que llegan sobre el área rival, peleando contra todas las defensas y una docena de festejos que serán inolvidables para el pibe que surgió de las inferiores de Colón pero que tuvo que mudarse a Ludueña para convertirse en titular y empezar a demostrar a propios y extraños que su misión es hacer que lo que los hinchas más disfrutan: el gol.
Allá van por la mitad de cancha Iuvalé y su trajín interminable. El ex charrúa recaló en Tiro después de pasar por Quilmes y Antoniana y prácticamente desde su arribo fue el pulmón que los del Chaucha Bianco necesitaban, pero mientras Silvio los corría a todos, Romano, García, Bezombe o el Mono Gordillo arrancaban el tiqui-tiqui, ese que volvió loco a muchos rivales, y que levantaba el ole de los hinchas.
Allá quedaban ellos, los encargados de frenar a los rivales. Una línea de cuatro ordenadita, prolija, que nunca tuvo pudor cuando había que tirarla lejos y con dos laterales que sorprendían cuando las circunstancias así lo indicaban.
Allá, solo bajo los tres palos, Del Vecchio. Pablo alternó buenas y malas, pero igual le alcanzó para ser uno de los arqueros menos vencido del torneo.
Allá, en el banco, el Chaucha y su inseparable chupetín, para liderar desde afuera a un equipo que quería llegar a lo más alto y que le dio el primer título en su carrera como entrenador.
En las tribunas, los hinchas deliran. En los vestuarios, ellos también. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Rubén Ramírez marcó dos goles frente a los mendocinos. | | |