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 lunes, 04 de octubre de 2004

III Congreso Internacional de la Lengua Española
Ivonne Bordelois: "Hay una riqueza en la lengua que se nos escapa"

Osvaldo Aguirre / La Capital

La poeta y ensayista Ivonne Bordelois será una de las participantes en el Congreso Internacional de la Lengua. Doctorada en lingüística con Noam Chomsky, ha publicado varios libros, entre ellos "La palabra amenazada", en el que propone "una estrategia para el rescate de la palabra en el mundo contemporáneo". La etimología, el diálogo de las lenguas, el reencuentro con la poesía y con el lenguaje del humor y la infancia son, dice, las claves de acceso para un redescubrimiento tanto más urgente cuanto más pobre se vuelve el lenguaje corriente.

Bordelois reside en Buenos Aires y en noviembre próximo llegará a Rosario para integrar el panel "Tradición cultural e identidad lingüística", en la sección "Aspectos ideológicos y sociales de la identidad lingüística", uno de los ejes de reflexión del Congreso de la Lengua.

-En "La palabra amenazada" advierte sobre la manipulación del lenguaje por parte del poder. ¿Es un fenómeno de la coyuntura o histórico?

-En general el poder ha advertido las potencialidades del lenguaje pero en esta época se ha multiplicado debido a la expansión mediática. Los alcances son más fuertes, más devastadores.

-Pone énfasis en el rol de los medios. ¿Son tan decisivos?

-Sí, porque los medios tienen, por un lado, la función de proponer el consumo, y eso se hace mediante una propaganda que se basa en ciertos clishés del lenguaje, en ciertas repeticiones muy empobrecedoras, en frases en las cuales como estrellas brillan los nombres de los productos perfectamente triviales y superfluos que se anuncian. Eso conforma una especie de bambolla de lo inútil, basura verbal que se infiltra en la mente cotidiana, sobre todo de los adolescentes, y eso es devastador. Otro aspecto es el entretenimiento fácil, y ahí vienen las tiras y los programas sobre chismes, donde también hay una insistencia en clishés que, en vez de estimular la creatividad en el lenguaje, la empequeñecen, la achatan, la ensordecen.

-¿La degradación del lenguaje es un correlato de la crisis argentina?

-Es parte de algo más amplio. Naturalmente la crisis acentuó algunos de estos aspectos. Pero es un problema global: lo que ocurre con la televisión es un hecho general en el mundo. Puede ser que en la Argentina, porque se dio mucho espacio a lo que se llama televisión basura, el fenómeno sea más visible, más evidente.

-Con todas las prevenciones, ¿esos fenómenos no son, sin embargo, partes del mismo proceso de la lengua?

-Pero en ese caso serían fenómenos de involución y no de evolución. Hay como una especie de regresión a lo infantil, a lo repetitivo. En la infancia hay mucha más creatividad que la que se encuentra a veces en los anuncios de radio y de televisión, o en los diarios. Hay momentos en que el lenguaje se expande, y se expande para adelante, con grandes fuerzas de innovación, y después hay momentos en que el lenguaje está usado como un corsé, donde lo que importa es la repetición, la redundancia, el martilleo sobre ciertos objetivos que se quieren conseguir de la gente, y esto es lo que en estos momentos está predominando.

-¿Los momentos de expansión están vinculados con la literatura?

-Sí, pero también hay momentos en que la lengua popular avanza o mantiene ciertos valores del lenguaje con una gran frescura y eso es cuando no está implantado un aparato cultural demasiado fuerte. Ahí también se desarrollan espontáneamente muy hermosas posibilidades de la lengua. En el interior del país uno encuentra que la gente no sólo habla con mucha más "corrección" -entre comillas- sino que encuentra de un modo espontáneo imágenes o giros hermosos, o recuerda refranes o coplas, y todo eso está mantenido porque los medios no tienen un papel tan asfixiante, tan invasor. Entonces la gente mantiene una tradición propia que en sí misma se va recreando, a través de los poetas, de la juventud, y eso es lo que se nos pierde un poco en Buenos Aires.

-¿Cómo se plantea usted el concepto de identidad lingüística, uno de sus temas en el Congreso?

-Los problemas de identidad a mí me impacientan un poco. Preguntarse quién es el español en un momento en que 400 millones de personas hablan el español me parece un poco superfluo. Es obvio que el español es una lengua donde no se pone el sol, nos entendemos con gente que habla en Filipinas o en Puerto Rico, es una gran bendición para nosotros tener una extensión y una identidad a lo largo del planeta que es indiscutible. Para mí, entonces, esa pregunta no tiene mucho sentido. Hace algunos años, en los congresos de lengua, la pregunta era si debido a las diversidades dialectales -que naturalmente existen- no íbamos a una fragmentación del español. Esa pregunta quedó después, por suerte, soslayada, porque el español tiene suficiente fuerza. Ahora la pregunta es otra: si no vamos a sucumbir frente al embate del inglés. La sustancia de una lengua que tiene a Cervantes, a García Márquez, a Borges, a 400 millones de hablantes, no va a ser tergiversada o trastornada porque le entren tres mil o cuatro mil palabras del mundo anglosajón. Lo mismo pasó con el inglés, que tuvo que adoptar enorme cantidad de términos cuando los anglosajones enfrentaron al Imperio Romano. Eso de ninguna manera bastardeó la naturaleza del inglés, al contrario, lo enriqueció. Entonces, esos son como temores espurios, que se agitan como cortinas de humo ante el verdadero peligro que corre el lenguaje, no sólo el español sino la humanidad en general: el aplastamiento que ocurre en todas partes debido a esta maquinaria que nos quiere hacer comprar cosas, trabajar de cierta manera, informar de cierta manera. Para eso se usa un lenguaje básico de dos o tres mil términos y se nos lava la cabeza constantemente.

-En ese marco es que dice que hay que escuchar lo que está dicho en el lenguaje y pasa inadvertido.

-Exactamente. Hay una riqueza en la lengua que hasta que no nos sentamos a meditarla y disfrutarla se nos escapa. Es una tarea de los siglos que vienen ponerse a escuchar nuestra propia lengua, lo que estamos realmente diciendo, de dónde vienen las palabras cuando sabemos un poco de etimología. Y también hay que escuchar otras lenguas. Una cosa muy interesante que tenemos los hispanohablantes a nuestro favor es que nosotros, la mayor parte del pueblo culto, conoce el inglés. Es decir que hablamos el español y escuchamos el inglés, somos bilingües de alguna manera. Eso no ocurre para los anglohablantes que se instalan en su lengua y no aprenden otros idiomas. Eso, me parece, es una pobreza que tienen ahora los anglohablantes. porque en cualquier lugar donde uno va alguien habla inglés. Nosotros, al hablar una lengua y escuchar otra, estamos adquiriendo una conciencia mucho más rica, mucho más compleja.

-¿Qué expectativa tiene del Congreso? ¿Puede ser un ámbito de discusión?

-No lo sé, porque ha tenido dificultades de organización y no llego a representarme el encuentro con participantes de diferentes orientaciones. Lo que me parece interesante de este Congreso es que hay muchos escritores. Y los escritores que han elegido, en general, es gente interesante que ha tenido propuestas muy válidas con respecto a la transformación del lenguaje a través de la literatura. Será un placer escucharla.

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"Los problemas de identidad me impacientan un poco".

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