| domingo, 03 de octubre de 2004 | | [email protected]
-Concepción Arenal, una abogada y periodista española que trabajó mucho en la ayuda hospitalaria, decía que "El bello ideal de la caridad es que no haya dolor; el de la beneficencia es que no se vea". Con esta frase comienzo la charla de hoy que si debiera tener un título sería: Ideal y sociedad. En los últimos días he escuchado decir a varias personas -entre ellas eruditas y talentosas- que "el ideal no existe y la persecución de tal meta frustra y trauma al ser humano". Si se toma como concepto de ideal lo perfecto, desde luego debemos aceptar que el ideal no existe, pero si como ideal se entiende (y debe entenderse así) a aquello que nos conduce a una vida aceptablemente sosegada, pues el ideal no sólo que existe, sino que además es un derecho a alcanzar. El ideal como perfección es una utopía, pero el ideal como realización de una existencia dignificada por la paz es un pensamiento que debe necesariamente condensarse. Y esta condensación de la idea debe robustecerse cuando se gesta una sociedad. Y como expresaba Emerson: "Una sociedad comienza cuando un ser humano encuentra a su pareja".
-Usted me está diciendo que sostener que el ideal no existe lleva a la sociedad, en ocasiones, a vivir experiencias amargas.
-En efecto, lo considero así. Estas palabras ("el ideal no existe") que suelen ser utilizadas para consolar a aquel que se siente abrumado en una sociedad donde no tiene paz, deben ser consideradas como un acto de beneficencia, pero no de caridad. Mire, si se abstrae y considera al hombre como ser individual le diré que existen tantos ideales como criaturas hay. Ahora bien, esto llevaría a sostener que cuando se forma la sociedad base, es decir la pareja, se está ante un dilema: ¿Qué ideal se adopta para que esta sociedad funcione? Yo creo que un ideal de esta característica se moldea a partir de aportes que cada individuo hace en el marco de un pacto que contemple, sino la felicidad, al menos la paz de cada uno y la trascendencia como pareja. Y moldear este ideal demanda vivir no sólo de acuerdo con las reglas del enamoramiento, sino (sin abandonarlas) trascender y aplicar las reglas del amor. El fracaso de la sociedad conyugal muchas veces es consecuencia de no haber comprendido que cosa es el amor.
-De manera que para usted el ideal, en una sociedad, ni se busca ni se encuentra fuera de esa sociedad, se construye en el seno de la misma.
-Sí, porque es muy difícil encontrar a aquella persona que por sus características satisfagan todas aquellas necesidades que consideramos relevantes para la paz de nuestra existencia y porque aun si se encuentra el tiempo y las circunstancias provocarán un desgaste que erosionará esa paz. De manera tal que el ideal en una pareja debe ser moldeado y lo que no es menos importante: mantenido.
-De la misma forma, entonces, debe considerarse este pensamiento para la sociedad más extendida que es la familia y para lo que podríamos llamar la macro-sociedad.
-Eso creo. Hay una tendencia exacerbada a sostener por estos días que "el hombre es falible" lo que conlleva a aceptar a un ser humano y una sociedad desordenados. Disiento con este razonamiento que es bastante simplista y amenazador, que encuentra la solución para la paz interior del ser humano en el aceptar las cosas como están: desacomodadas en muchos aspectos. ¿Cuál es más tarde o más temprano el resultado de la aplicación de esta teoría de la resignación? La disgregación o el desarraigo, porque el hombre, que al fin no se resigna, huye de esa sociedad (sea pareja, familia o macro-sociedad) en búsqueda de "su" ideal. Lo busca en otras partes, de manera traumática, cuando hubiera podido construirlo en su propio entorno. Esto lo vemos a diario en tantas separaciones, tantas dificultades familiares y tanta emigración. A mí me parece que hay que desterrar esto de que "el ideal no existe", que confunde, e implantar una nueva frase en la pareja, la familia y la macro-sociedad: "Es cierto que lo perfecto no existe, pero sí es cierto que existe nuestro ideal en el que nos desarrollaremos como personas y como sociedad en un marco de sosiego". Ese ideal no se busca, ni se encuentra (eso sí es una utopía), se construye y se mantiene con trabajo, sin egoísmos, sin razonamientos parciales y aceptando que jamás es tarde. El escocés Carlyle decía: "El ideal está en ti; el obstáculo para su cumplimiento también".
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