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 lunes, 20 de septiembre de 2004

A Tribunales. Preocupación de un vecino de barrio Ludueña que ya pidió protección a la Defensoría del Pueblo
Nueva denuncia del comerciante que reveló el robo de nafta de patrulleros
En julio reportó cómo varios móviles descargaban combustible en un lavadero. Ahora recibió una nueva amenaza

Un comerciante que el viernes pasado denunció que padece una secuencia de provocaciones, tras reportar a la Justicia que en un lavadero de autos se le extraía combustible a patrullas policiales para su presunta reventa, se presentará hoy por la mañana en Tribunales para dar cuenta de una nueva intimidación. Asegura que el locatario del local, ubicado en barrio Ludueña, lo encaró el sábado con una carabina para espetarle algo que interpretó como una amenaza de muerte. "Siempre fui cazador y sé esperar la presa", fue el mensaje.

Ramón Vega tiene 50 años y es propietario de un galpón en Formosa al 100 bis. En julio pasado detectó que a media cuadra de su negocio, en Junín y Formosa, llegaban patrulleros del Comando Radioeléctrico a los que se les extraía el combustible. "Yo no puedo decir que la policía lo venda. Lo que veo es que los patrulleros llegan, paran sobre las fosas, les meten una manguera en el tanque y cargan la nafta en tambores de 200 litros", aseguró. El caso fue planteado en el juzgado de Instrucción Nº 7, a cargo de Eduardo Suárez Romero, y también trabaja en la causa la fiscal María Eugenia Iribarren.

Tras la presentación, Vega sufrió una seguidilla de ofensas que denunció el viernes en la Defensoría del Pueblo: un allanamiento irregular en el que jura que le plantaron un arma para incriminarlo, la colocación de una bala en el umbral de su casa y un sugestivo corte de luz. El sábado, cuando esta cuestión acababa de tener estado público, fue amenazado por el responsable del lavadero.

"No tengo empacho en decir que quien me molesta es un policía que se llama Enrique de la comisaría 12ª", afirmó ayer Vega a este diario. El que lo amenazó el sábado, dice, es un hombre llamado Fabián. "Alquila el lavadero. Es un hombre robusto, de un metro ochenta, de lentes, que le gusta cazar. Hoy (por ayer) vinieron dos policías a buscarlo y pusieron dos carabinas en un Peugeot 505 borravino en el que se fueron", agregó.

El mismo sábado el fiscal de Cámaras José María Peña ordenó que se investigara la secuencia de amenazas a Vega como una causa colateral al expediente abierto por el presunto fraude con el combustible de la patrullas. En aquella denuncia Vega presentaba el número de los móviles que descargaban el combustible. Ayer se aseguró que entre ellos está el 2154 (solía hacerlo a las 3 de la mañana) y el 2194 (a las 22).

Peña señaló que el esclarecimiento de este delito presunto, el de robo de combustible, será considerado una prioridad en virtud de la Instrucción Nº 70, con la cual la Procuraduría de la Corte Suprema encomendó a los fiscales que imprimieran mayor celeridad a los casos de mayor gravedad o resonancia pública.

La Justicia de Rosario probó, en una oportunidad, que el comerciante José Vega no mentía cuando denunció a un grupo de policías de barrio Ludueña por chantajes, robos y amenazas. Fue en el año 2000. Cuatro de ellos terminaron procesados en abril de 2001, con confirmación de la Cámara de Apelaciones, por los delitos de amenazas, chantaje, exacciones ilegales, falsificación de documentos públicos y privación ilegítima de la libertad. Otros cinco vecinos de Vega dieron cuenta de que sufrían la misma agresión de los mismos policías, que eran de las seccionales 12ª y 17ª. Los procesados fueron el subcomisario Eduardo Ojeda, los oficiales Horacio Prado y Ramón Higinio Arce y el suboficial Alberto Nieto.

Las denuncias y murmuraciones sobre acciones ilícitas con combustible o vales destinado a las patrullas policiales son recurrentes. En el año 2000 hubo remociones en el Comando Radioeléctrico de Funes por acusaciones, contra los entonces jefe y subjefe de esa sección, por utilizar combustible en sus autos particulares y facturarlo a la cooperadora policial. Durante el trámite judicial, en el que ambos oficiales fueron acusados de defraudación, desfilaron testigos (entre ellos encargados de distintas estaciones de servicio) que ratificaron que varias veces los policías habían cargado nafta en un Ford Falcon y un Fiat Duna.

Los policías admitieron que estos eran sus autos y que cargaban gasolina imputandola a la cooperadora policial. Pero se defendieron diciendo que debido a la escasez de móviles debían utilizar sus coches para tareas propias de la fuerza. A los dos los sobreseyeron.

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Ramón Vega denunció que la maniobra con los móviles se hacía en Formosa y Junín.

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