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 lunes, 20 de septiembre de 2004

¿Cómo no sentirme así?

"¿Cómo no sentirme así?", canta Patricio Rey y justo esa frase se me viene a la mente. ¿Cómo no sentirme así? ¿Cómo no sentirme pleno de fútbol? Con vos Marcelo, que me diste el gusto de verte dirigiendo mi selección. Vos que sos fútbol y sos filosofía al mismo tiempo. Vos que sos cordura y locura en la misma fracción de segundo. Vos que sos la representación cabal de lo que es ser "lepra", a pesar de que tenés muy poco de argentino, porque la soberbia no es tu espada, sino la humildad y la perseverancia. Vos que sos táctica futbolística pura, sin oratoria barata e intrascendente. Vos que hacés sentir igual de importantes al pobre notero de una FM del interior como al más pedante de los comentaristas de los oligopolios sombríos de los multimedios capitalinos. Confieso que cuando vi el video homenaje que te hicieron en el acto del Centenario Leproso en el Monumento a la Bandera, se me llenaron los ojo de lágrimas de emoción. Yo que no lloro casi nunca. Yo que me creo más fuerte que los recordados cruces del chocho Llop. Yo que no me conmuevo con nada. ¿Cómo hago yo siendo un pobre, insignificante y anónimo leproso para agradecerte todo lo que nos diste en la selección? ¿Cómo hago para disimular mis enormes deseos de verte otra vez en el banco de NOB? ¿Cómo hago para no patear la pared de bronca al mirar al banco y ver que están Veira, Gallego, Ribolzi o cualquier otro, pero vos, exiliado, no estás. No importa Marcelo, te agradezco el simple hecho de que existas. Te agradezco el simple hecho de que me hayas emocionado al verte flamear al rojinegra al grito de "Ñubel Carajo!" en el 90. Te agradezco el hecho de que hayas hecho a NOB más grande de lo que era. Te agradezco de que hayas hecho ver al mundo, que también existen argentinos honestos. Te gradezco que hayas nacido de NOB. Estoy triste porque te vas de mi selección, pero a la vez contento porque esto abre las puertas para que alguna vez puedas volver a casa, a mi casa, al coloso. Me siento extraño Marcelo, pero, como dice Patricio Rey, con un ser humano de tu magnitud y grandeza: ¿cómo no sentirme así?

Iván M. Dalonso



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