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 sábado, 07 de agosto de 2004

Distintos especialistas opinan sobre el vínculo entre la formación para el trabajo y el sistema educativo
Cuando conocimientos y oficio se dan en un mismo espacio de aprendizaje
Unos 500 alumnos estudian en la Escuela Técnica Nº 473 Juana Elena Blanco. Alternan el saber disciplinar con horas prácticas de taller

Marcela Isaías / La Capital

Andrés y Brian dejan de lado su timidez para explicar cómo funciona el torno que utilizan en las horas de taller. Afirman que "estas clases sirven para aprender un oficio" y deslizan así la idea de conseguir rápidamente un trabajo cuando terminen sus estudios. Tienen 15 años, están en el polimodal y entienden que la escuela también es un espacio para pensar en un futuro mejor. Sin querer, dan pie al debate que implica una relación tan compleja como lo es la de educación y trabajo.

Estos chicos son alumnos de la Escuela de Enseñanza Técnica Nº 473 Juana Elena Blanco, ubicada en la zona oeste de la ciudad -Gorriti al 2200-. La institución cumplió en marzo pasado 30 años y se muestra para sus 500 estudiantes como una firme promesa donde estudiar y conocer un oficio.

Carlos Martínez es el director actual. Mientras recorre cada dependencia del edificio relata los proyectos que guardan. Así, esta idea se instala tanto en la sala de informática como en el laboratorio de físico-química.

"Todo está hecho con esfuerzo" dice como si hiciera falta advertir que el trabajo del personal docente y no docente, alumnos y comunidad es lo que le permite a su escuela estar de pie en medio de semejante crisis educativa. Pero insiste y recuerda que cobrar una cuota de cooperadora es impensable en un medio donde sus alumnos pasan tantas carencias y el dinero que le envía el Estado para mantenimiento no pasa de los 150 pesos por mes.

Igual la escuela se las "rebusca" -como dicen directivos y profesores-. En ese preciso momento aparece Susana, la regente, con cartones en la mano: "También hacemos esto": el reciclado y la venta de este material es una fuente más de sustento.

La escuela con empeño logró insertarse en la comunidad e interesar a las empresas de la zona. A cada una, cada tanto, le golpean las puertas para pedirle alguna colaboración. Entre ellas está La Virginia, que dona insumos y ayuda constantemente, según destaca el director Carlos Martínez.

Pero todo es un ida y vuelta. La escuela logra interesar a esas mismas empresas para que sus alumnos consigan un puesto laboral. Claro que la demanda no abunda, pero igual se las ingenian para no bajar los brazos y abrirles algún camino a sus alumnos.


Sin diferencias
Natalia, Romina, Gisella y Jésica también tienen 15 años y están en el primer año del polimodal. Entre risas cómplices dicen que "no hay diferencias con los varones" a la hora de aprender a manejar el torno o una que otra máquina. Es más, se muestran contentas de esta oportunidad. "Nos felicitan en el barrio porque seguimos la escuela", agregan reafirmando la importancia que tiene para ellas mantenerse en el sistema educativo y desafiar el peligro de la exclusión.

No están muy seguras sobre qué harán cuando terminen el polimodal. Sí que quieren "hacer algo". Y por algo, aclaran, entienden "trabajar, estudiar, lo que hacen todos".

Los maestros de taller se suman a la charla. No ahorran palabras para explicar el valor que tiene para la formación técnica esas horas que los adolescentes pasan frente a los tornos, en la carpintería, la sala de electricidad y electrónica.

"No perdemos la esperanza de recuperar las horas perdidas", confiesan con cierta nostalgia Salvador Corvino y Luis Albanese, jefe y docente del taller de la técnica, al referirse a las horas que le fueron quitadas para esta tarea con los cambios promovidos con la ley federal de educación.

La Escuela Técnica Nº 473 fue una de las elegidas el año pasado por el País Vasco cuando donó tornos a distintos establecimientos rosarinos. La escuela Juana Elena Blanco recibió dos. "Se utilizan muchísimo, son del año 96 y superan a los que ya teníamos y que son del año 1978, aunque todavía se siguen utilizando", apuntan los docentes.

La donación del País Vasco tenía como meta fortalecer los lazos de amistad entre las naciones, contribuir a la formación técnica de los estudiantes y brindar capacitación a los docentes argentinos. Un plan que echó a rodar el año pasado y enseguida integró a las escuelas de Rosario.


Más planes
La escuela de Gorriti y Felipe Moré recibe alumnos desde el 8º año de la EGB hasta el polimodal, que cuenta con la orientación en producción de bienes y servicios. También desarrolla dos Trayectos Técnicos Profesionales (TTP) con dos salidas: electrónica y electromecánica.

Pero, además, la escuela cumple una función de extensión a la comunidad. "Siempre fue una idea necesaria de implementar, me parece necesaria sobre todo porque no me gusta que haya espacios sin usar", dice el director Martínez para explicar cómo se concreta esta iniciativa.

Se trata de la posibilidad para unos 15 adolescentes, jóvenes y adultos reunidos por Cáritas. Asisten los sábados para aprender electricidad básica, "como una forma de aprender un oficio de rápida salida", agrega Martínez.

La escuela no escapa a la inseguridad generalizada. Hace poco tiempo fue robada. Desde entonces cuenta con custodia policial. Pero esto no implica que la comunidad educativa claudique. Cada uno de sus integrantes tiene algo para contar. Entonces hablan de los planes para ampliar el edificio escolar, inaugurar una sala para dictar cursos y charlas, extender las horas de taller y también levantar en el amplio terreno que rodea a la escuela un polideportivo.

"Esto lo venimos proyectando desde hace más de diez años. Queremos un espacio no sólo para la escuela sino para el barrio, para que todos se integren a disfrutar de un deporte y del esparcimiento", dicen directivos y profesores para luego seguir haciendo crecer el sueño de hacer una escuela todos los días.

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El País Vasco donó a la Técnica Nº 473 dos tornos destinados a fortalecer la práctica.

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