| sábado, 17 de julio de 2004 | Destratados Central: Púa ni siquiera saludó a Zapata y Gianfelice Alejandro Cachari / La Capital Ayer, en Central, la noticia era la llegada de los refuerzos. El colombiano Robinson Hernández, proveniente de América de Cali, y Martín Gianfelice, ex Los Andes, con una foja de servicios vinculada con el ascenso y 12 goles en el último torneo como carta de presentación.
Esa era la novedad. Pero hay momentos, situaciones, silencios, actitudes, comportamientos, que hablan por sí solos. El plantel cumplía con los primeros trabajos de entrada en calor en la ciudad deportiva a las órdenes del preparador físico Luis Mena. A un costado observaban el ayudante de campo Carlos Listur, Víctor Púa y un grupo de colaboradores.
En ese preciso instante llegaron las dos flamantes incorporaciones junto con sus representantes y el administrativo canalla Rubén Massei.
Se acercó Listur, se presentó y les ordenó que fueran a comer y después cumplieran con la revisión médica. Giró y regresó hacia el lugar de donde había salido. Víctor Púa ni se tomó la molestia de saludar a Zapata y Gianfelice.
Los jugadores hablaron más con los periodistas, y no fue mucho, que con sus superiores. Prejuicios al margen, la actitud de Púa es todo un síntoma.
Cuanto menos resulta irrespetuosa la postura del entrenador aunque las razones podrían encontrarse en cierta molestia del uruguayo que ya había insinuado apenas un día antes que Robinson Zapata no había sido solicitado por él y que la llegada del colombiano complicaba el cupo de extranjeros (si el lunes se arregla el retorno de Clarence Acuña estará cubierto) ya que obligaba a buscar un delantero en el ámbito local y no en el exterior.
Si hay algo que Púa debe tener bien claro es el trato con sus dirigidos ya que fue entrenador de inferiores durante años.
Entre sorprendidos y preocupados, Zapata y Gianfelice se fueron a cumplir con la rutina que les ordenó Listur. Claro que hubieran preferido otro tipo de presentación.
Algunos arriesgan a suponer que el DT ni se mosqueó porque no estaban cambiados para entrenar y por eso ordenó que cumplieran con todo lo demás.
Lo cierto es que más allá de cualquier suposición no es normal que un entrenador no reciba a los futbolistas que llegan a la institución.
En esos casos, cuando no se está de acuerdo con lo que se decide más allá de la voluntad de quien es el encargado de armar el equipo, los problemas deben arreglarse en escritorios y marcar bien los territorios. Es que los únicos inocentes de esta parodia son Zapata y Gianfelice. Y fueron destratados por Púa. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Púa no se interesó por conocer a los nuevos jugadores. | | |